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132: Capítulo 132.

A la vieja solterona le llegó su día 132: Capítulo 132.

A la vieja solterona le llegó su día Editor: Nyoi-Bo Studio «Oh no, parece que él está siendo totalmente serio al respecto.

¿Qué debería hacer?».

—¿Podrías pretender que todo esto no sucedió hoy?

Sabía que te enojarías… no te debería haber dicho nada… —¿Qué?

¿Pensaste en ocultarlo?

—No entiendo a qué te refieres con “ocultar” cuando sabes cada detalle de mi vida privada.

Ella tenía razón.

Durante el día estaba en la oficina, y a la noche estaba en casa.

Solo recientementeella había salido a dar algunos paseos con Lin Yazhi.

—No se casi nada de tu vida privada —dijo Huo de manera sombría, con su dedo índice quieto en el aire.

«Para empezar, tu ex».

—¡Nunca te oculto nada!—Lu lucía tanseria como Huoalgritar eso, lo que lo complació un poco, y lo hizo cambiar de opinión.

«Pero espera, no sería yo si no pidoalguna muestra del acuerdo».

Pensóél mientras que repentinamente caminó hacia ella y cerró los ojos con la cabeza inclinada hacia abajo.—Bésame —dijo él estirando sus labios.

La cara de Lu se arrugó a modo de negación, con una mueca estaba planeando gritar un gran “no” en su cara, pero sus ojos vieron que su teléfono estaba siendo paseado en las manos del hombre.

«¡Eres una rataHuo!¿Me vas a dejar de amenazar?».

Pero no parecía que Lu tuviese opciones.

El acto continuó y sus labios permanecieron fruncidos.

Eventualmente ella colocó sus labios rosados sobre los de él, sólo para ser apoderados.

Él logró un cambio total, al atravesar la fortaleza una vez más, metiendo su lengua en la boca de la muchacha y su teléfono en su bolsillo.

Lu finalmente se sintió aliviada, ya que había asegurado la confianza de su hombre (y de su vida), una vez más.

Antes de que las cosas se calentaran, contrario a lo habitual, Huo la dejó ir antes de que ella dijera nada.

Las horas de trabajo ya habían terminado hace rato.

Y Lu recordó recién entonces la tarea del día, mientras recogía los documentos que estaban desparramados por el suelo, empujándolos hacia Huo en una pila desordenada.

—Fírmalos.

—Negativo —murmuró Huo mientras que encendía un cigarrillo en su trono.

—Bien, señor negativo.

Si las autoridades nos persiguen, yo también seré negativa respecto a mis responsabilidades, y el presidente será el ejecutado.

«Ya he tenido suficiente de este hombre hoy.

En serio, ha hecho demasiado.

¿Puede cooperar al menos una vez?».

—No te preocupes.

Lo sobrellevaré bien.

Nadie se atrevería a cazarnos.—La miró antes de exhalar una columna de humo directamente en su rostro.

—¡Ugh!—Lutosiómientras abanicaba el humo lejos, y se giró rápidamente, corriendo como un conejo aterrado.

Huo se burlaba mientras se ponía de pie para seguirla.

Lu salió disparando hacia afuera del edificio, solo para ser bienvenida por un Rolls-Royce aparcado en el camino.

Se dio vuelta de manera cortante y tomó su teléfono para pedir un Uber.

Prefería pedir un coche que ser secuestrada por uno.

El Rolls-Royce retrocedió velozmente, frenando abruptamente justo frente a ella.

La ventanillafue bajada en cuanto se abrió la puerta.

—Entra.

—La invitó Huo, como un diablo, y movió su dedo índice por el aire.

Lu se rindió.

No quería que Huo tomara acciones más drásticas, así que se metió en el carro.

El coche aceleró rápidamente antes de que ella pudiera terminar de abrocharse el cinturón de seguridad, y fue en zigzag a través de la concurrida vía, como un pez volador.

—— Esa noche, Huo Yunting parecía estar totalmente inmerso en sus libros, quemandoel combustible de medianoche en la sala de estudio.

Lu se sentía aliviada por su liberada entrepierna, casi que quería descorchar un champagne para festejar.

La noche pasó sin asperezas.

Todo fue calmo y pacífico, hasta la mañana siguiente…cuando vio el gigantesco ramo de rosas rojas en su escritorio en la oficina.

Parecía que había cerca de 99.

Se acercó a mirarlas mejor y encontró una pequeña tarjeta de color púrpura pálido.

La oficina estaba llena de susurros provenientes de las chicas que iban llegando y miraban atentamente a la muchacha del espectáculo.

«Oh wow.

¡A la vieja solterona le llegó su día!».

—¡Yang!—gritó Lin emocionada mientras caminaba hacia ella—.

¡Lee la tarjeta!

¡Lee la tarjeta!

¡Debemos saber quién lo envió!

Lu tomó la tarjeta y miró la escritura, para luego fruncir el ceño de manera muy, muy, muy dramática.

Era el último nombre en la Tierra que quería leer.

Su rostro se arrugó, sin notar al hombre que entraba a la oficina.

Huo Yunting sonrió de manera traviesa.

Se estaba poniendo interesante.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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