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60: Capítulo 60.
El dinero es todo lo que tengo 60: Capítulo 60.
El dinero es todo lo que tengo Editor: Nyoi-Bo Studio Varias ofertas se hicieron eco en el salón.
—¡5,5 millones!
—¡6 millones!
—¡7 millones!
… —¡DIEZ, DIEZ millones!
Alguien había ofertado diez millones por el pendiente.
Lu Zhaoyang miró rápidamente al maravilloso colgante, el cual ya había duplicado su precio en los primeros minutos.
Por alguna razón, el pendiente lucía aún más hermoso.
—¡Diez millones a la una… !
—gritó la anfitriona.
El pujador, quien se encontraba al lado de su corpulenta mujer, temblaba de la alegría mientras saltaba.
A su vez, agitaba el pequeño letrero como un fanático en un concierto.
Sí diez millones podían conquistar el corazón de su amada, entonces era una buena inversión.
—20 millones —dijo Huo sin siquiera molestarse en levantar el cursi letrero.
—20 millones ofertados por el presidente Huo —dijo la anfitriona mientras apuntaba a Huo.
Una oferta de 10 millones ya era algo difícil de superar, ahora había una persona incluso aún más loca que ofertaba 20 millones.
Esta persona no era nadie menos que el señor Huo Yunting, el pez gordo de la ocasión, el presidente de Thunderbolt Corp.
Y nadie quería meterse con uno de los jugadores más fuertes del mercado, con el cual todos rogaban trabajar, por un accesorio que estaba sobrevalorado.
La audiencia se quedó sin aliento cuando todas las miradas se posaron en la mujer sentada junto al temible maestro.
Al paso de unos segundos, las miradas se suavizaron.
¿Jaja…
así que está tratando de conquistar a su mujer?
—¡20 millones a la una!
«¿Esperen, qué?
¿Que acaba de pasar?».
La oferta era tan grande que dejó a Lu atónita por unos segundos, hasta que el anuncio la hizo reaccionar y tironeó del chico malo.
—¿Sí?
—respondió Huo.
—¿Qué diablos estás haciendo?
—susurró Lu.
La frase le llegó por sorpresa.
—Dinero es lo único que tengo.
Quiero alguna bella joya para no parecer pobre —dijo Huo y tomó las muñecas de Lu—.
Despreocupadamente levantó su mano, —30 millones por favor.
«¿TREINTA QUÉ?
¿Qué diablos?
¿Está loco Huo Yunting?
¡Nunca he visto a nadie ofertar luego de que él lo haga!».
—Bueno, ¿sabes qué?
eres rico, pero Huo Yunting, mantén la calma.
—Estoy calmado, muy calmado de hecho, no como otros.
“…” El hecho de una segunda oferta de 30 millones, que venía de la misma persona, conmocionó tanto al presentador que lo dejó sin habla por unos segundos.
Incluso Mo Xuan se sentía desconcertada.
«¿Hermano, estás seguro?».
—¡30 millones a la una!
—¡30 millones a las dos!
—¡30 millones a las tres…VENDIDO!
¡Felicitaciones Presidente Huo por la hermosa joya!
El sonido del martillo desencadenó un estruendoso aplauso por parte de la audiencia, durante el cual el presidente arrastró a su mujer hasta el escenario.
Podía sentir una innumerable cantidad de atentas miradas siendo disparadas sobre ella.
Tenían envidia, probablemente también curiosidad, de que ella volviera a congelarse otra vez por la atención innecesaria.
Sin embargo, ella también estaba siendo innecesariamente cautelosa, ya que la noticia de que eran hermanos, sin relación sanguínea, no había llegado al público a pesar de la revelación accidental de Mo Shan en la oficina aquella vez.
Fueron iluminados por el foco.
Se habían convertido en el centro de atención.
—Ahora procederemos con el pago —el presidente Huo ya se había cansado de los procedimientos, por lo que caminó hasta la joya, interrumpiendo el anuncio, y se la arrebató a la anfitriona.
Nadie se atrevió a hacer un sonido.
Lu estaba de pie junto a ella, con miedo en sus ojos al ver las manos gigantes alrededor de su cuello.
La frigidez del metal y las joyas la tomaron desprevenida, ya que la pinchaba, a pesar de la delicadeza de las manos.
Ella temblaba de miedo.
En cuanto más gentil era el presidente, más miedo tenía ella.
Ella tenía tez blanca por naturaleza, mientras que la pollera azul reflejaba su personalidad fría.
Ahora tenía el diamante azul entre sus seductoras clavículas, el escenario perfecto para esa joya, una exitosa pieza de moda.
—No está mal.
Te queda bien —susurró Huo mientras colocaba un dedo bajo su barbilla, sus ojos estaban llorosos pero dominantes.
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