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84: Capítulo 84.
Huo, el monstruo de ojos verdes 84: Capítulo 84.
Huo, el monstruo de ojos verdes Editor: Nyoi-Bo Studio Solo se dio cuenta de que había lágrimas en su rostro luego de que le pegara la fría sensación del burbujeante té de leche.
Miró alrededor pero no vio señales del hombre, solo los recuerdos.
Estaba sola, como siempre, tomando el camino que ya había utilizado incontables veces, visitando las tiendas, que la saludaban y preguntaban por su hombre.
Se encontraba perdida en las memorias y sentimientos.
«Te extraño, Chen».
—— Ella no sabía, pero había alguien espiándola de esquina en esquina.
Huo Li había perseguido a la muchacha todo el día.
Volvió a Thunderbolt Corp.
para el amanecer con una pila de notas, las cuales había escrito desganadamente.
Entregó las notas y reportó: —Hermano Huo, este es el camino que tomó hoy.
Fue a la universidad C, aparentemente era estudiante allí.
Visitó algunas tiendas, pero todas las visitas fueron breves.
«¡Por Dios, esta es la investigación más lenta y aburrida que he llevado a cabo!
¡Es un insulto para mi carrera!
¡UGH!».
Huo Yunting le echó un vistazo a las notas, las cuales tenían anotados los horarios, el lugar, generalmente el 5W1Hs del comportamiento de Lu y hasta sus expresiones.
Eran más detalladas que una novela romántica.
Para resumir, había entrado a algunas tiendas y nunca se quedó por mucho tiempo, pero su expresión era una de duelo.
Basándose en estas pistas, ¡Huo estaba seguro que Lu extrañaba a alguien!
Y ese alguien era… Una palabra se le vino a la mente….
Chen.
Huo Yunting arrugó el informe y lo tiró al tacho de la basura.
¿De verdad se había tomado licencia por un día solo para pensar en otro hombre?
¿Se había olvidado que tiene un marido que es, a su vez, su jefe?
La rabia se estaba gestando en su corazón, como agua hirviendo.
Huo Li comenzó a alejarse del volcán que estaba a punto de estallar.
—H-hermano Huo, creo que ya podemos dar por finalizado el d-día… —¡Gracias, Capitán Obviedad!
—saltó de su asiento, tomó su abrigo y salió de la oficina.
«¡Debo saber quién es este tal Chen, a más tardar para esta noche!
¡Y más le vale que me lo diga cuando le pregunte!».
—Okey…—dijo Huo Li y encogió sus hombros, el mundo con una esposa era aún más desconcertante para él.
Su hermano Huo había estado actuando como un lunático bipolar a diario.
Un velo de lluvia se abalanzó sobre la ciudad, el agua golpeaba sobre las ventanas de su oscurecida oficina.
La lluvia se volvió aún más fuerte con el viento, había comenzado a diluviar.
Los árboles temblaban como una mujer depresiva frente a la ira de su hombre como una tormenta.
Huo Yunting se sentó a la mensa, con sus ojos sin vida reflejando el vapor de la comida que se encontraba frente a él.
No tenía ganas de comer.
Su mano jugaba indecisamente con la servilleta mientras miraba al portal cada tanto.
«¿Está lloviendo fuertemente y todavía no ha llegado a casa para cenar?».
Se abrió la puerta.
—Pfuu.
Fue allí cuando Lu llegó a casa, sacándose los zapatos letárgicamente y pasando a través de la pequeña abertura de la puerta.
La lluvia pasó a través de esta y humedeció el piso.
Ya estaba completamente mojada para entonces.
Su traje de una sola pieza se le pegó como una membrana transparente, manteniéndola empaquetada.
Su enredado cabello descansaba en sus orejas y hombros mientras ella secaba su cuerpo.
Huo Yunting dejó su comida y se abalanzó sobre ella.
Miró al hombre con ojos llorosos antes de correr tan rápido como un aterrado conejo a su nido.
—Come tu comida.
Me voy a duchar.
Claro estaba que Huo Yunting no era el benevolente y obediente amo de la casa que escucharía a su amada.
Lu pudo oír pasos corriendo tras ella inmediatamente.
El color desapareció aún más de su cara mientras entraba rápidamente al baño y abría el agua.
El agua caliente cayó sobre su helado cuerpo.
Sus músculos se relajaron, pero su corazón permanecía apretado.
Cerró los ojos y escuchó el susurro del agua mientras pensaba en las cosas que habían sucedido hoy y… La puerta de plástico fue abierta de un golpe.
Alarmada, Lu pensó que el diablo se rendiría si lograba permanecer en silencio, pero el ruido la hizo retroceder unos pasos.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo?
¡Ahora estoy en la ducha!
¡Hablaremos más tarde!
—¿Has olvidado nuestro lema?
—dijo Huo Yunting mientras caminaba hacia el rosetón de la ducha, desabotonando su ropa con ritmo.
Sonrió—.
Debemos salvar el agua, el planeta, la madre naturaleza, a ti —Huo, el monstruo de ojos verdes se paró frente a ella.
Tiró su camisa antes de meterse en la ducha.
—¡Por favor!
¡Para!
—gritó Lu.
«Por favor…no puedo estar haciendo esto…no en el aniversario de la muerte de Chen…».
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