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95: Capítulo 95.
¡Sin Vergüenza y sin límites!
I 95: Capítulo 95.
¡Sin Vergüenza y sin límites!
I Editor: Nyoi-Bo Studio —Un segundo, iré a buscarnos unos bocadillos —dijo Huo mientras caminaba hacia la butaca.
Unos minutos más tarde, Huo Yunting volvió con una cubeta extra grande de palomitas de maíz y una botella de cola, la cual empujó hacia ella.
—Vamos yendo.
—¿Qué hiciste ahora?
—preguntó Lu confundida—.
¿Cambiaste el asiento?
¿No es el centro el mejor lugar?
No estamos mirando una película en 3D, ¿qué tan lejos de la pantalla quieres sentarte?
—Lo sabrás una vez que entremos.
—Huo trató de tomar su mano, pero ella se retrajo rápidamente, teniendo un mal presentimiento sobre esto.
Tan rápido como se sentó, ella se dio cuenta de que se iban a sentar en la última fila del cine, en el rincón.
Su miedo se intensificó.
La película no había comenzado todavía, pero Lu Zhaoyang, cual una mujer muerta de hambre perdida en el bosque, lanzó un puñado tras otro de palomitas de maíz en su boca.
Estaba helada, no sabía si era por la desconsiderada temperatura de los aires acondicionados o simplemente por el miedo a qué sería lo próximo que haga el diablo.
Sin mostrar ningún signo, las luces del cine se apagaron, una serie de anuncios corrió y todo lo que Lu recordaba eran los sonidos que se reproducían en su cabeza, haciéndole eco a su ansiedad.
La película finalmente comenzó en la oscuridad, cuando la pantalla se amplió con una majestuosa música de fondo.
Eso fue cuando una abrasadora y caliente palma chisporroteó sobre su congelado muslo.
Inmediatamente metió un puñado de palomitas de maíz en la boca de Huo y susurró:—¡Deja de jugar!
Olvidó que estaba mirando una película con el diablo.
Su plan diabólico estaba bien diseñado.
No solo eligió la última fila, sino que también eligió los asientos que eran para parejas, ¡los que no tenían apoyabrazos entre ellos!
Para Huo sería una cita al estilo todo-lo-que-puedas-tocar.
Huo masticó las palomitas de maíz mientras miraba a Lu de manera seductora.
Luego tragó todo junto, y emitió una risita mientras la arrastraba frente a él, deslizando su mano por la abertura de su manga.
El cuerpo de Lu se tensó, con mucho miedo como para moverse, con mucho pánico como para emitir quejidos, pero la cosquillosa y tibia sensación la hubiese hecho gritar en voz alta.
¡Huo Yunting era un verdadero experto a la hora de jugar con fuego!
—¿Es esto lo que de verdad quieres experimentar?
—Ella debía luchar contra eso.
Su mano se escabulló hasta su cintura y pellizcó con fuerza—.
¡No va a suceder!
Huo Yunting bajó su cabeza y la miró.—¿Qué puedes hacer a esta altura?
—¡Sólo déjame ir!
—Ella no podía ser molestada.
—Cariño, este es solo el juego previo de lo que será una noche épica.
¿Estás segura de querer dejarlo ir?
Mientras más rogaba, más fuerte era el agarre.
Lu cerró sus puños, tratando de liberarse, pero falló miserablemente.
—Se un niño bueno.
Suéltame.
Mira la película y distráete por el momento.
Haremos esto en casa—le aconsejó ella cansada.
Ella se enojaría si él le intentara hacer algo inapropiado.
Sus cabezas se acercaron bastante y Huo giró la suya lentamente.
Lu no notó el sigiloso movimiento que él hizo, cuando ella se volvió hacia él y sus labios se tocaron.
Su rostro enrojeció con adorable asombro cuando sus labios de cereza rozaron los de él.
Al siguiente momento, Huo contactó sus labios con una intrusión de su lengua, mientras que su mano derecha sostenía su cabeza.
Lentamente, los dramáticos efectos de sonido y la música de fondo de la película desaparecieron en su cabeza, mientras que un calor intenso surgió en su cuerpo, lo que provocó que perdiera el balance y cayera sobre él.
Se cayó la cubeta y el camino de palomitas de maíz que rodó por la alfombra llamó la atención de todos, con un poco de molestia, especialmente por parte de quienes estaban sentados delante de ellos.
Lu empujó a Huo y finalmente se liberó de su agarre.
El hombre estaba calmo mientras se recostó en su asiento, mirando la película como un señor en el Coliseo.
Ella se arregló torpemente, se sentó, se incorporó y trató de enfocarse en la película.
De repente, las luces se encendieron nuevamente y los créditos comenzaron a rodar.
Las personas se estaban yendo una tras otra.
Lu se volteó a mirar a ese señor, quien casi no movía ni un músculo en su asiento.
Se quería ir, pero las muy largas piernas de Huo estaban en su camino.
Ella esperó y esperó, solo para ver que prácticamente todos se había ido del cine y el señor permanecía quieto.
Decidió levantar sus piernas por sobre las de él, para poder salir.
Pero ahí fue cuando el hombre se paró y la tiró en su asiento.
«Él no puede estar haciendo eso».
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