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41: Capítulo 42.

Confianza y mentiras –Parte 3 41: Capítulo 42.

Confianza y mentiras –Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Leonard estaba parado en el cementerio frente a las tumbas de sus padres.

Su piel cálida de sangre pura se había vuelto fría luego de estar en el exterior por un rato, sin hacer nada, solo mirando las tumbas que estaban una al lado de la otra.

Se acercaba la medianoche, y el cementerio estaba silencioso, sin nadie excepto por el muchacho presente entre los muertos que estaban enterrados.

Había flores frescas en ambas tumbas, y era la segunda vez que Leonard los visitaba.

La primera había sido cuando los habían enterrado.

Su mirada era superficial y vacía, otra vez carente de emociones, luego de su arrebato hacia Vivian.

No había tenido la intención de ser tan brusco con ella, pero, que preguntara sobre Paul, le había producido una ira tremenda.

Su madre a menudo le enseñaba a ser amable, a tener un cuidado extra en sus reacciones.

Después de todo, la ira era su segunda naturaleza.

Los Carmichael predicaban el control y la igualdad de sus acciones, sabiendo bien que, si hablaban, las demás familias de sangre pura se burlarían de su forma de pensar.

Su padre había sido estricto como cualquier otro hombre vampiro, pero su madre había sido bondadosa con sus palabras.

Debido a cómo confiaban en sus criados, todo les había sido arrebatado, a Leonard y a sus familiares.

Nadie hubiera predicho que los Carmichael serían los que recibirían el odio de los humanos.

Era algo desafortunado, un error del que todos en la alta sociedad habían aprendido.

Leonard por su sufrimiento ,había pasado incontables noches sin dormir con el dolor consumiéndolo.

Las pocas veces que dormía, se despertaba con su mente llena de la sangre que estaba en sus manos.

Su propia sangre.

A veces pensaba cómo podría haber cuidado a su familia para evitar lo que había sucedido.

Pero no importaba cuánto pensara en ello, nada cambiaba los hechos.

La casa a la que tanto había esperado volver, ya no era su hogar, sin su familia ya no lo era.

Hacía algunos días, los recuerdos aún lo atormentaban como si hubiese sido llevado al pasado, para experimentar nuevamente cómo se sentía la felicidad antes de que aquella atmósfera gris y fría callera sobre él.

Sus manos se apretaron en puños al pensar en el amo de llaves.

Era verdad que había visto a Paul con la botella, pero el hombre había trabajado con ellos por más de dos décadas, y en ningún momento pensó que pudiera asesinar a las personas a las que servía.

¿Cómo había pasado aquello?

Pensó Leonard mientras se paraba frente a las tumbas de sus padres y el viento golpeaba contra él.

Quería matar a Paul, hacerle sentir lo que era perder a su familia.

La confianza no era algo trivial.

Generalmente se ganaba y se mantenía.

Esta vez estaba rota hasta un punto en el que no había retorno.

—¿Qué haces aquí?

–preguntó Leonard, al sentir a la persona que estaba parada no muy lejos suyo.

La figura alta con pelo castaño y expresión gentil se acercó y se colocó a su lado.

Era el Señor de Bonelake.

—Toby me informó donde estabas.

Y pensé que podría pasar por aquí, —dijo Lord Nicholas, colocando sus manos en los bolsillos de sus pantalones y mirando hacia las tumbas.

—Guarda tus pesares.

No me gusta ser observado.

No soy un niño.

–Leonard puso los ojos en blanco.

—Nadie dijo que estuvieras siendo observado.

—el Señor sonrió y se arrodilló para mostrar sus respetos a sus padres muertos.

–No es buen momento, no con las disputas que han surgido entre los vampiros y los humanos.

Solo estoy vigilando, nada más ni nada menos.

Me entristecería mucho perderte.

¿Te gustan las flores?

—Leonard vio a Nicholas tocar las flores frescas que había traído con él, antes de colocar su mano sobre las viejas que estaban a un costado.

—Hmm.

asintió Leonard.

Parecía que el Señor se había asegurado de colocar flores frescas, ya que él no había ido a visitar la tumba de sus padres.

Vio que Nicholas arreglaba las flores para que estuvieran simétricamente en el centro.

—Y no te preocupes por Toby.

Le gusta dar vueltas por el lugar para informarme, en lugar de hacerme perder el tiempo con las cartas de los pueblerinos.

Los humanos pueden ser astutos en su propia forma.

—Nicholas se volteó para mirar a Leonard, que tenía el ceño fruncido, algo que veía en su rostro que parecía ser un niño.

A diferencia de la forma en la que Leonard había sido criado, Nicholas había recibido otra educación.

No confiaba en los humanos, pero tampoco en los vampiros.

Si había alguien en quien pudiera confiar, era en él mismo.

Solo porque había visto a Leonard crecer y había sido su mentor para muchas cosas, se comportaba un poco menos desconfiado con el muchacho.

Se podría decir que Leonard era como un hermano menor para él.

—Quiero retrasar las fechas.

—dijo el Duque, llamando la atención de Lord Nicholas, que estaba mirarlo de frente.

——¿Por qué ese cambio?

Pensé que querías que muriera por haber asesinado a tu familia.

—Lord Nicholas ladeó la cabeza con duda.

—¿Quizá dudas de lo que has visto?

—No lo hago.

Quiero estar seguro.

Habla con Lionel sobre ello.

—Nicholas asintió con la cabeza.

—Lo haré.

–Nicholas cambió de tema.

—¿Qué te trajo a este lugar?

Pensé que no los visitarías por otros dos meses.

¿Cómo están los criados?

—Preguntó y comenzaron a caminar hacia la puerta oxidada del cementerio.

—Obedientes.

—¿Es así?

¿Y la chica?

¿Cómo era su nombre?

–preguntó Lord Nicholas, aunque recordaba bien su nombre.

Leonard no se molestó en decirle el nombre ya que sabía que Lord Nicholas lo conocía bien.

—Está bien.

–aunque un poco injusto, Lord Nicholas siempre tramaba algo en lo profundo de su mente mientras mantenía la cordura abierta de su comportamiento gentil y calmo.

—Tienes que ser cuidadoso, Leo.

Las cosas podrían ir bien o podrían ir mal.

—Nicholas no entró en detalles y Leonard no las cuestionó.

Leonard volvió a la mansión y se preguntó si Vivian ya estaría dormida.

Era bastante tarde como para que estuviera despierta, pero aun así decidió ir hacia las habitaciones de los criados.

Caminó por el pasillo desierto, y se paró frente a la puerta de la chica, que estaba cerrada.

No hizo ningún esfuerzo por abrirla, sino que se quedó quieto, fijando la mirada en la puerta.

Luego de un minuto, se dio la vuelta y se alejó del pasillo vacío.

En la mañana, Vivian despertó sin poder quitarse de la mente de lo que había pasado la noche anterior en el salón de cristal.

Cuando había propuesto investigar nuevamente las acciones de Paul, no había tenido la intención de hacer que Leonard se enojara, pero debió haber sabido que lo haría.

Se levantó de la cama y comenzó a doblar la sábana sobre la cual había dormido mientras acomodaba la almohada.

Entonces, otra criada tocó la puerta.

—¿Vivian?

–llamó la criada.

—Sí.

–Vivian abrió la puerta.

La criada, que era más joven que ella, se veía preocupada.

—El amo te busca.

–informó.

—Dame dos minutos.

Tengo que— —No, ahora.

–la criada negó con la cabeza.

—Me dijo que te llamara ahora mismo.

Está en el estudio.

—Está bien.

—Vivian asintió con la cabeza y se dirigió hacia el estudio de la mansión.

La puerta ya estaba abierta y ella se asomó para ver que no había nadie.

Mordió su labio y se preguntó qué hacer.

Era una situación complicada.

¿Se suponía que se quedara allí esperándolo?

¿O debería buscarlo?

—Vivian.

—Escuchó la voz de Leonard detrás suyo, y cuando se dio la vuelta, vio que no estaba muy lejos de ella.

Vivian caminó hacia donde él estaba, preguntándose por qué la había llamado tan temprano en la mañana.

Había otra criada que estaba parada detrás de él con una caja en las manos.

—Cómo te mencioné anoche, hay una reunión de té en la mansión de Lord Nicholas.

Desafortunadamente, Shawn tiene algunas cosas que hacer y necesitaré que alguien me asista allí.

—Cuando Leonard miró a la criada, ésta rápidamente le entregó la caja a Vivian.

—Nos iremos a las once.

Termina tus tareas antes, —dijo Leonard, y se alejó sin decir más.

Vivian miró la caja y luego a la criada, que se veía tan desconcertada como ella misma.

Su compañera no se quedó mucho tiempo más para hablarle , ya que estaba prohibido reunirse y conversar en la mansión.

Si Leo quería que un criado lo asistiera, ¿por qué se preocupaba por cómo se veía?

Y de todos los criados, ¿por qué la había llamado a ella?

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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