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44: Capítulo 45.

La mansión de Lord Nicholas –Parte 3 44: Capítulo 45.

La mansión de Lord Nicholas –Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio La sangre mezclada con alcohol desprendía un olor muy fuerte en el vestido verde claro de Vivian, y ella seguía al anciano mayordomo de Lord Nicholas mientras temblaba.

Aunque sus padres la habían desheredado sin que ella supiera, reduciendo su linaje de sangre pura a una simple criada, nunca había vivido algo como esto.

Vivian, que había estado bajo el cuidado de Martha y Paul todos estos años trabajando para los Carmichael, nunca había sufrido una humillación tal.

El hermano del Señor Carmichael, Sullivan, tenía una lengua afilada, pero nunca la había degradado frente a tantas personas.

Sus ojos quemaban con lágrimas que ella se negaba a derramar.

No estaba herida, sino completamente avergonzada, no había hecho nada y no se esperaba esto.

El mayordomo se frenó ante una gran puerta, empujando uno de sus lados.

Sus movimientos eran lentos, su expresión vacía, pero sus ojos se veían punzantes mientras abría la puerta para que la chica entrara en la habitación.

En el salón principal se encontraba Leonard, que no fue tras Vivian.

En cambio, eligió pararse dentro del círculo donde conversaban las mujeres y el Señor de Bonelake.

El ambiente se había enfriado como si nada hubiera ocurrido.

No era un panorama inusual en la alta sociedad de los vampiros sangre pura.

A los criados generalmente se los trataba mal para demostrar a dónde pertenecían, y, en los últimos meses, todo se había agravado para aquellos seres inferiores.

Leonard miró a Lady Shirley, que tenía una mirada feliz mientras conversaba con Lady Ventress, quien había derramado la bebida sobre Vivian.

Miró más allá de las mujeres, y su mirada se encontró con la de Lord Nicholas, que tenía un destello de picardía en los ojos, como si ya supiera lo que iba a suceder y estuviera esperando para que la cortina se levantara y el show comenzara.

—¡Fue una velada encantadora!

–le dijo una de las mujeres a su esposo, que se había acercado a ella.

–El teatro es siempre tan emocionante que hace que todo sea mejor.

Deberían ir a ver la Odisea del Cazador, que va a ser representada este sábado.

—He oído que es muy buena.

–la Señorita Ventress asintió con la cabeza.

Luego, la mujer se inclinó para susurrarle a la Señorita Ventress.

—Pero es mejor ir con un acompañante, ¿sabes a lo que me refiero?

–la frase provocó murmullos entre las mujeres.

La Señorita Ventress se volteó para mirar a Lord Nicholas y preguntó: —¿La ha visto, Señor?

—Sí.

Es, en efecto, una obra muy interesante.

Como ha dicho Lady Harlin, todos deberían llevar un acompañante si no quiere que la noche sea aburrida.

–respondió el Señor, y agregó–¿Le gustaría verla conmigo, Señorita Ventress?

–aquello hizo que la mujer sonriera.

—Nunca rechazaría una invitación suya, Señor.

Me encantaría acompañarlo.

–hizo una reverencia.

—El placer es todo mío.

–Lord Nicholas sonrió y sus ojos brillaron con emociones escondidas.

Luego, fijó sus ojos en Leonard, que estaba en silencio.

—¿Y tú, Leonard?

No creo que hayas ido al teatro recientemente.

Ellas pensarán que no te gusta el teatro.

La Señorita Ventress le dirigió una mirada a Lady Shirley, que era muy amiga suya, ya que sabía muy bien que la chica estaba apuntando al Duque y quería ganarse su atención.

Dijo: —Shirley tampoco ha ido al teatro.

Quizá el Duque Leonard y Shirley deberían ir juntos, después de todo, oí que ella le ha tejido un suéter para su cumpleaños.

–la mujer sonrió al poner a su amiga en el centro de atención.

—¡Oh!

¿En serio?

–preguntó una de las mujeres.

–El Duque debe ser muy especial para ella, si ha tejido algo bueno.

Su madre me ha dicho que era mala en el tejido.

–la mujer rio, haciendo que Lady Shirley la mirara y sonriera, incómoda.

—Sólo fue un regalo.

–dijo Lady Shirley.

—Fue un regalo maravilloso.

–dijo Leonard de repente, haciendo que todos sonrieran ante el cumplido.

–Lady Shirley le ha puesto mucho esfuerzo a ese suéter.

No hay duda de que tiene un talento con las agujas.

Lady Shirley no podía esconder cómo sus mejillas se habían ruborizado.

—Es bueno oír aquellas palabras, ¿no es así Lady Shirley?

–preguntó la Señorita Ventress a su amiga de manera burlona, y luego murmuró–Quizá el Duque pueda llevarte al teatro.

—Lady Shirley, si es verdad, debería sacar provecho de su talento.

Hay pocas personas en el campo del tejido y la sastrería.

–dijo el vampiro que estaba parado al lado de su esposa.

—Yo no diría eso, Señor.

–respondió Lady Shirley con timidez.

Entonces, Leonard agregó: —Creo que el Señor Wingerton tiene razón.

Definitivamente deberías sacar provecho de ello, estoy seguro que la mayoría de nosotros estaría feliz si lo hicieras.

Quizá puedes mostrar aquí de lo que eres capaz.

¿Qué dice, Señor?

–le preguntó a Lord Nicholas, que asintió.

—No suena mal.

–comentó Lord Nicholas, y luego llamó a una de las criadas que estaban sirviendo a los invitados.

—N-No soy tan talentosa.

–tartamudeó rápidamente Lady Shirley, su mente se había puesto en blanco ante la idea de ser puesta en evidencia.

–Quizá deberíamos intentarlo en otra oportunidad.

—Patrañas.

–Leonard movió su mano y luego se dirigió a la criada a la que habían llamado.

–Por favor, traiga algo de lana y agujas para Lady Shirley.

–en ese punto, una gran cantidad de personas, que antes habían estado conversando en el otro lado del salón, habían puesto su atención en la situación.

Cuando Lady Shirley había recibido tantos cumplidos, se había sentido bien, aunque no había sido ella la que había tejido el suéter.

La habían llenado de cumplidos, pero ella nunca había esperado que la situación fuera en aquella dirección.

Las palmas de sus manos se sentían húmedas, y un ligero sudor comenzó a cubrir su frente.

Sin saber qué hacer, miró a su amiga, la Señorita Ventress, para que la ayudara, pero la mujer no tenía idea de que Shirley no sabía cómo tejer un pequeño paño, y que sólo había mentido.

Leonard, luego de pedirle a la criada que buscara el costurero, miró a Lady Shirley, que se veía angustiada de tan solo pensar en tejer.

Sus ojos fríos se inundaron de miedo.

Cuando la criada llegó con una vieja caja de madera, Lady Shirley se veía como si fuera a desmayarse en cualquier momento.

—Con esto debe bastar, ¿no es así?

Un simple tejido para Lord Nicholas será perfecto.

–comentó Leonard mientras ayudaba a Lady Shirley a abrir la caja y preparar todo en la mesa.

–Vamos, Lady Shirley.

–el muchacho la miraba fríamente y le dedicó una sonrisa.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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