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47: Capítulo 48.
Suya –Parte 3 47: Capítulo 48.
Suya –Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio —A los caballos los traen de Woville, de la granja del Señor Ritrcher.
Nuestro amo los prefiere de allí.
–dijo el cochero, sosteniendo su rienda mientras que le hablaba a Vivian, que lo escuchaba atentamente.
—Nunca he ido a Woville.
–dijo Vivian para recibir una mirada de sorpresa de parte de Joann, el cochero.
—¿Nunca?
–Vivian negó con la cabeza.
No recordaba haber salido de Bonelake nunca.
Pasaba la mayor parte del tiempo en la mansión Carmichael con un número limitado de personas, su mundo era pequeño, aunque hubiera podido conocer a más personas si sus padres no la hubieran enviado tan lejos.
Vivian había pasado de ser una vampira sangre pura a convertirse en una humana que no tenía idea de su lugar de procedencia.
La única persona que lo sabía había muerto con el secreto, dejándola en la oscuridad.
–Bueno, no es tan sorprendente.
La mayoría de nosotros no podemos viajar fuera de nuestras tierras sin el permiso de nuestros amos.
–con la fricción que había entre los humanos y los vampiros, cada uno listo para saltar a la yugular de la otra especie, los hombres tenían peaje, y solo podían pasar aquellos que tuvieran el permiso de sus amos.
–Woville no está lejos de aquí.
Te llevaría menos de dos días llegar en carruaje.
Comparado con Bonelake, es mucho más cálido.
En esta temporada del mes, es cuando las flores florecen a la rivera de los ríos.
Deberías ir a verlo.
—Paul me contó sobre las flores.
Él a menudo visitaba Woville y Valeria por trabajo…
–sus palabras se perdieron al recordar al hombre.
Incluso con la cantidad de trabajo que tenía, se las arreglaba para ir y venir de los pueblos bajo las órdenes del Señor Carmichael.
Una pequeña duda surgió en la mente de Vivian.
Los hombres del concejo, incluyendo a Lord Nicholas y a Leonard, habían declarado que el hombre era culpable de causar la muerte de los vampiros de sangre pura.
Se dijo que había mezclado algo en la olla infectada para hacer que los vampiros se atacaran unos a otros.
El concejo siempre había sido justo, o al menos eso era lo que Vivian había escuchado.
Nunca cometían un error, pero ¿y qué si aquella vez se habían equivocado?
¿Y si Paul era la persona que estaba detrás de todo lo que había sucedido?
¿Y si había conseguido el líquido venenoso de alguno de sus viajes?
Aunque lo pensó mucho, Vivian no pudo encontrar una sola razón por la que Paul haría algo así.
—Espero poder verlo algún día.
—respondió Vivian con una sonrisa gentil.
Sabía muy bien que ni ella ni ningún criado de la mansión Carmichael podrían hacer excursiones turísticas.
El amo nunca lo permitiría.
Como si leyera su mente, el cochero dijo: —Lord Nicholas es un hombre bondadoso, puedes pedirle un permiso si alguna vez lo deseas.
Estoy seguro de que un solo día no tendrá inconveniente en dartelo.
—¿A dónde desean ir?
Leonard caminó hacia ellos con pasos lentos, sus ojos inexpresivos caían sobre Vivian y el cochero.
—Duque Leonard.
–el cochero le ofreció una larga reverencia al Duque rubio, que no sólo se paró cerca de ellos, sino que más bien lo hizo al lado de Vivian.
–Hablábamos sobre Woville, y de cómo la Señorita nunca ha tenido la oportunidad de viajar.
–el tono amigable del criado ahora había sido reemplazado por uno más firme.
—¿Y a qué conclusión han llegado?
–Leonard fijó la vista en el hombre.
—Ah, Yo…
–Vivian interrumpió al hombre.
–Joann dijo que si me envían a hacer algún recado a Woville debería ir a visitar el río cercano al pueblo.
–dijo, con los ojos desanimados, dando vuelta la conversación que había tenido con el cochero.
—Conque eso ha dicho…
¿Joann?
¿Es ese su nombre?
–le preguntó Leonard al cochero, que comenzaba a sentirse estresado.
El criado no sabía qué responder.
Lo había distraído la mirada poco amigable que el Duque le había ofrecido cuando se había parado junto a su criada, algo que Lord Nicholas nunca hacía.
Vivian estaba lo suficientemente consciente como para saber que Leonard debía haber escuchado su conversación sobre saltarse su autorización y pedir el permiso de Lord Nicholas para salir de Bonelake.
Aunque dudaba que Lord Nicholas lo permitiera, ya que era un buen amigo de Leonard.
—Sí, Señor.
–el cochero hizo una reverencia con la cabeza nuevamente para confirmar la respuesta.
—Es bueno oír eso.
Prepara mi carruaje.
Me gustaría partir.
–el cochero hizo una tercera reverencia, sin hacer contacto visual con nadie, mientras se dirigía hacia el carruaje del Duque para llevarlo al frente de la mansión, no sin antes mover el carruaje de Lord Nicholas.
Al ver que el hombre se retiraba, Leonard y Vivian se dieron la vuelta al mismo tiempo para mirarse.
Los ojos rojos, oscuros y sombríos, miraban fijo a los negros, con curiosidad.
Pasaron los segundos y nadie dijo nada.
Luego de lo que había ocurrido dentro de la mansión con Lady Shirley, Vivian no podía evitar preguntarse si Leonard la había llevado allí solo para que presenciara la escena.
Recordó el aliento cálido del muchacho, y bajó la mirada al no ser capaz de mirarlo a los ojos.
La timidez envolvió cada una de sus facciones.
Luego, se sintió mucho más consciente de su presencia.
Vivian sintió los labios secos y los abrió para humedecerlos con la lengua.
Sus ojos miraban a cualquier lado, excepto al muchacho.
Podía sentir que los ojos de Leonard todavía la miraban fijamente, lo que hacía que su mente se desordenara.
Hasta que Lord Nicholas salió por las puertas principales de la mansión.
—¿Ya se van?
–preguntó.
—Debo encontrarme con la hermana Isabelle.
Tiene información sobre la bruja oscura.
—¿Bruja oscura?
Vivian había oído sobre brujas blancas y negras, pero nunca sobre una bruja oscura.
—Ya veo.
Entonces mejor te apresuras, no queremos que nuestra querida sacerdotisa tenga que esperar.
–mientras que estacionaban el carruaje frente a ellos, Lord Nicholas se dio la vuelta para mirar a Vivian con una sonrisa que confundió a la humana.
–Señorita Vivian, ha sido un placer verla.
Espero que Leonard la traiga en otra oportunidad.
–el Señor levantó la cabeza y recibió una reverencia de Vivian, —El placer ha sido mío, Lord Nicholas.
–respondió.
Al ver que Leonard ya entraba al carruaje, Vivian hizo otra reverencia y siguió los pasos de su amo.
En el camino, Vivian se sentó en el lado opuesto al de Leonard, y miró por la ventana, manteniendo sus ojos alejados del muchacho, que parecía estar de un humor indescifrable.
Vivian no sabía qué había causado que se enojara, y, por dentro, deseaba que desapareciera junto con ambiente tenso que había dentro del carruaje, que se volvió pesado.
—¿Qué te he dicho sobre hablar innecesariamente con las personas?
–dijo Leonard desde su asiento.
Vivian arrugó las cejas y respondió: —No lo he hecho, amo.
–sus ojos se estrecharon.
—¿No?
¿Y con quién hablabas antes de que nos fuéramos?
¿Con un caballo?
¿Caballo?
¿Estaba llamando “caballo” a Lord Nicholas?
—Discúlpeme, amo, pero creo que llamar a Lord Nicholas “caballo” es muy grosero.
–Leonard apretó los dientes ante la ignorancia de la chica.
—El cochero.
–las palabras rasparon en su garganta.
¡Oh!
Vivian se sonrojó ante su disparate.
Leonard estaba hablando del cochero del que ella ya se había olvidado.
Aunque parecía que Leonard lo recordaba bien.
—Cuando me dijo que no hablara con las personas, pensé que se refería a los invitados.
–Vivian dijo en voz alta lo que había interpretado.
–No sabía que los sirvientes estaban incluidos.
–la chica no recibió respuesta, lo que la hizo preguntarse si Leonard estaba enojado con ella.
Vivian no quería que Leo se enojara.
Antes de que pudiera disculparse, escuchó que Leonard decía: —Siento lo que sucedió hoy.
–se refería al vino que habían derramado en su vestido.
–No tienes que acompañarme a las próximas fiestas de té.
Estás mucho mejor en la mansión.
El corazón de Vivian dio un vuelco ante aquellas palabras.
Debía haberlo avergonzado frente a todos, su comportamiento la había hecho recibir las consecuencias de la acción de la vampiresa.
Si fuera una criada experimentada hubiese sabido manejar la situación de mejor manera.
Como si leyera su mente, Leo dijo: —No fue tu culpa.
Los hombres y las mujeres a menudo se comportan así.
No tienes que seguir pensando en ello.
Vivian asintió con la cabeza y continuó mirando por la pequeña ventana.
Leonard la miraba perturbado mientras los árboles pasaban uno detrás del otro.
El vestido que personalmente había elegido para ella había sido arruinado y ahora utilizaba otro vestido que había tomado prestado del vestidor de Lord Nicholas.
Las mejillas de Vivian se veían ruborizadas, y el viento helado la alcanzaba cada vez que la brisa entraba por la ventana medio abierta.
Ver a Vivian interactuar con el Señor Wells y con otras personas que parecían algo interesadas en ella molestaba a Leonard.
Si hubiese podido, habría estrujado el cuello del vampiro solo por mirarla.
No quería que nadie más la mirara.
Que no tuviera ninguna relación con ella, no quería decir que no la considerara suya.
Era su criada, después de todo.
Un mechón de cabello de la chica cayó sobre su rostro, tapándole los ojos, por lo que ella lo colocó detrás de su oreja.
En ese momento se veía como una pintura costosa que Leonard no quería que nadie comprara, quería llevársela él a su casa.
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