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48: Capítulo 49.
El amo y la criada –Parte 1 48: Capítulo 49.
El amo y la criada –Parte 1 Editor: Nyoi-Bo Studio Un mediodía en el que los rayos de sol se escapaban entre las nubes, Vivian había terminado solamente de alimentar a los animales del establo.
Tenía las manos cubiertas de una fina capa de lodo, y se las lavó con agua del pequeño depósito que se había construido dentro del establo.
Limpiaba sus manos en el delantal que tenía anudado en la cintura, cuando vio que un carruaje se entraba por las puertas negras que estaban más allá.
Del carruaje bajaron el Señor y la Señora Easton, seguidos de su hija, Charlotte.
Aunque solo había pasado menos de dos meses, se sentían como años desde que los había visto por última vez.
Muchas cosas habían cambiado, los Easton, como muchos otros, habían decidido ser cuidadosos con los criados.
El nuevo mayordomo de los Carmichael, que era un vampiro, los recibió, y el Señor Easton dijo pocas palabras antes de entrar en la mansión.
Los Easton no se quedaron por mucho tiempo.
En menos de una hora, salieron de la mansión con Leonard, que había ido a verlos.
De camino, Vivian los encontró y había hacho una reverencia.
Primero caminó lento, pero luego para retirarse lo hizo con rapidez.
Si hubiera sido como antes, Charlotte hubiera ido hacia ella con saltitos para conversar, su alegría llenaría cualquier habitación.
Pero luego de que su hermano, Julliard, muriera, la chica había dejado de conversar con las personas.
Charlotte había crecido en un ambiente lleno de amor y cariño, y, de repente, había presenciado la muerte frente a sus ojos, lo que era mucho para soportar.
Aunque vió a Vivian, sus ojos se apartaron de ella sin responder.
El Señor Easton y Charlotte ya habían subido al carruaje, pero Priscilla se quedó abajo para conversar con su sobrino.
—No has cambiado al personal.
Me preocupaba que tu tío Sullivan cambiara a todos los criados de la mansión.
–dijo la tía Priscilla al ver algunos rostros familiares en la mansión.
–Ven a nuestra casa cuando visites Mythweald.
–colocó su mano en el hombro de Leonard mientras le hablaba.
–He oído que no está tan lejos de los cuarteles del concejo.
—Lo haré, Tía Priscilla.
El nuevo trabajo requerirá que viaje de aquí para allá.
Pasaré cuando tenga algo de tiempo libre.
—Eso sería estupendo.
–Priscilla apretó el hombro del muchacho con una sonrisa que le recordó a su fallecida madre, ya que su tía se parecía mucho a ella.
—Que tengan un buen viaje.
–Leonard los saludó con la mano mientras los caballos tiraban del carruaje, alejándolo de la mansión.
Vivian, que anteriormente había pasado por su lado, se frenó para ver cómo se retiraba el carruaje.
Leonard le daba la espalda, y ella se preguntó si estaría bien.
Que la familia del muchacho aún lo visitara hacía que el corazón de la chica se tranquilizara, hacía bien saber que había gente en su familia que se preocupaba por él.
Luego del horrible incidente, no sólo los criados eran evitados por sus familiares, sino que Leonard también, ya que en su mansión había tenido lugar el hecho.
Algunos de sus parientes se habían alejado de él, aunque el muchacho no estaba interesado en mantener contacto con ninguno.
Había momentos del día en que el corazón de Vivian se rendía ante Leonard por el dolor.
Él, que era un hombre silencioso, excepto cuando alguien hacía que su temperamento se desatara, se había vuelto aún más distante en la mansión.
Vivian deseaba que el muchacho hablara con ella, o que, quizá, se apoyara en su hombro para obtener el apoyo que necesitaba, pero Leonard era terco.
Y, para empezar, Leonard no era de la clase de personas que exponen sus sentimientos, nunca lo había sido.
Vivian recordaba que, cuando eran niños, era ella la que siempre iba llorando hacia él, que la consolaba de manera gentil.
Era una maravilla como su madre lo comprendía sin que él dijera una palabra, incluso cuando solo era un niño.
Quizá por eso Leonard sentía tan profundamente la muerte de sus padres.
Vivian, al ser lenta como siempre, no se había dado cuenta de que debía continuar con su trabajo en lugar de pararse detrás de las puertas principales para mirar a la persona para la cual trabajaba.
Leonard, que se había dado la vuelta para entrar en la mansión, había visto a su humana parada, soñando despierta.
Vivian no había notado que el muchacho caminaba hacia ella.
Leonard estaba a punto de sacarla de su trance cuando el mayordomo caminó hacia ellos con pasos rápidos y sobres en las manos.
El mayordomo anteriormente había trabajado para Lord Nicholas, que lo había enviado a la mansión Carmichael para encargarse de las responsabilidades del mayordomo anterior.
-Amo Leonard, éstas son las cartas que han llegado esta mañana.
–dijo el mayordomo, que era un vampiro, al entregarle todas las cartas, excepto una.
–Vivian.
–antes de que la chica pudiera tomar la carta, Leonard la tomó.
– ¿Has olvidado que todo lo que llega del exterior debe pasar por mí primero, Jan?
–Leonard miró al nuevo mayordomo de manera punzante.
-Me disculpo, amo.
Me aseguraré de recordarlo.
–Jan, el mayordomo, se disculpó con una larga reverencia.
– ¿De quién es la carta?
–Leonard dio vuelta el sobre para averiguar quién la había enviado, y su mandíbula se endureció cuando el mayordomo habló: -Del Señor Wells.
Leonard mantuvo los ojos clavados en el sobre por unos minutos más, preguntándose qué hacer con él.
Miró a Vivian, que se veía como si la hubieran atrapado robando galletas de un tarro cuando no debía hacerlo.
Calmó su tono de voz y dijo: -Te la entregaré una vez que la haya inspeccionado.
Ya puedes volver a trabajar.
Vio que Vivian fruncía los labios con la intención de decir algo, aunque sabía bien que era mejor no decir nada.
La chica asintió con la cabeza y le hizo una reverencia.
Una vez que Vivian se hubiera retirado, Leonard miró con enojo a su mayordomo, quien retrocedió sutilmente mientras clavaba sus ojos en el suelo.
-Todo lo que llega a la mansión debe pasar por mí primero, sin importar lo pequeño que sea.
¿He sido claro?
–Leonard levantó la ceja para que el mayordomo lo comprendiera.
-Sí, amo Leonard.
Leonard luego preguntó: – ¿Hace cuánto que recibe cartas del Señor Wells?
¿Ha habido más cartas?
– ¿Vivian?
No, amo, solo del Señor Wells.
Esta es solo la primera carta de la semana.
–al escuchar aquello, Leonard frunció el ceño.
– ¿Solo la primera?
-Sí, el Señor Wells generalmente le envía dos cartas por semana.
En total debe haber recibido siete cartas.
–informó el mayordomo.
Leonard apretó los puños y luego soltó un suspiro.
Jan, el mayordomo, no había pasado por alto la forma en la que su nuevo amo controlaba de cerca a esa criada humana en particular, más que a las otras criadas.
-Prepáreme un baño, me bañaré por un rato.
–informó el Duque, que comenzó a caminar por los pasillos de la mansión.
-Lo haré ahora mismo.
¿Hay algo más que necesite?
–Ante la pregunta del mayordomo, Leonard caminó más lento y se dio la vuelta para mirar al criado.
-Sí.
– ¿Qué necesita, amo?
-Envíe a Vivian a que me asista con el baño.
–y, diciendo aquello, Leonard se retiró a su habitación.
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