Anterior
Siguiente
Tamaño de Fuente
Tipo de Fuente
Color de Fondo

60: Capítulo 61.

Palabras no dichas –Parte 2 60: Capítulo 61.

Palabras no dichas –Parte 2 Editor: Nyoi-Bo Studio Leonard pasó sus manos por su grueso y rubio cabello, se levantó de la cama y salió de la habitación.

Sus pies pisaron silenciosamente el piso de mármol, y se dirigió hacia la puerta, que estaba hecha de madera oscura, tallada con diseños simples de arriba abajo.

Abrió la puerta, que hacía semanas que no se abría.

Les había pedido a los criados que no entraran en la habitación.

No quería que nada cambiara en la habitación de sus padres.

Cuando era joven, a menudo iba allí a conversar con sus padres, pero, luego de haberse mudado a la mansión de los Rune y Rufus, las visitas habían cesado.

La última vez que había estado en la habitación de sus padres había sido cuando había encontrado el cadáver de su padre que yacía en el suelo a un lado de la cama, con un charco de sangre a su alrededor.

Se arrodilló a los pies de la cama, y movió su mano en el aire como si su padre todavía estuviera allí.

Se dio la vuelta y se sentó con la espalda contra el respaldo de la cama, estirando una pierna.

—Leo.

–escuchó la voz de su madre en sus recuerdos.

– ¿Qué te sucede?

–su voz elegante tenía alegría, incluso ahora, lo que hacía que Leonard recordara su infancia.

El niño negó con la cabeza ante la pregunta de su madre.

– ¿Otra vez te has metido en problemas?

El niño estaba quieto, sus cejas se habían fruncido demasiado como para su edad.

Su madre esperó que hablara, sabiendo que él estaba sumido en sus pensamientos.

—¿Es verdad que Dana se ha ido?

–ante la pregunta del niño, la sonrisa de la mujer flaqueó suavemente.

Ella levantó su mano, pidiéndole silenciosamente al niño que se acercara, y él lo hizo.

Lo atrajo más cerca de ella, casi abrazándolo, mientras mantenía el espacio suficiente entre ellos como para poder mirar a su hijo.

—¿Hicieron que se fuera?

–le preguntó a la mujer mirándola fijo.

Su madre frunció los labios, sabiendo muy bien que no quería que su hijo creciera con una mentira.

—El Tío Sullivan cree que ella no encaja en la mansión.

—¿Por qué no?

¿Es porque no obedecía al Tío Sullivan?

—Hmm, podría decirse.

Vivimos en una época en la que hay líneas que nos separan.

Pocas líneas son lo suficientemente largas y anchas como para que la gente sepa que no debe cruzarlas.

–la mujer pasó sus manos por el pelo del niño suavemente.

–Hay una regla sobre que los criados deben escuchar a sus amos.

No deberían romperla, pero, a veces, uno puede borrar aquellas líneas.

¿Sabes por qué Paul siempre te trae una sandía cuando va al mercado?

—¿Porque es su deber?

—No, cariño.

No es su deber traer cosas que no hemos pedido.

Las trae porque sabe que te gustan.

–explicó la mujer.

–Se preocupa por ti porque nosotros no hemos dibujado las líneas entre las personas que viven aquí.

Vivir en armonía es necesario, de otra forma, la vida sería muy solitaria.

Desafortunadamente, algunos están de acuerdo con esa clase de vida en nuestra sociedad, y otros no.

—Entonces, ¿qué es lo correcto?

–preguntó el niño con curiosidad.

—Nada lo es.

Depende de lo que sientas que es correcto.

Vive por ti mismo, Leo, no con las opiniones de los demás.

–la mujer se agachó para besarle la frente.

El recuerdo se volvió gris y luego del color de la oscuridad de la habitación.

Leonard se tocó la frente, recordando aquel beso suave que su madre le había dado cuando era niño.

Antes de que la luz comenzara a inundar la habitación, la puerta se cerró sin dejar rastros de Leonard en la mansión.

Vivian se despertó un poco tarde.

Mientras esperaba que Leonard volviera a la mansión, se había quedado despierta hasta que Jan, el mayordomo, le había pedido que se fuera a la cama, diciéndole que él estaría allí para servir a Leonard.

Fue hacia la habitación del amo y la cama estaba vacía.

Si no hubiese sido porque estaba deshecha, Vivian habría pensado que Leonard no había vuelto a la mansión.

Hizo la cama mientras se preguntaba dónde estaría el muchacho.

Como el amo y el mayordomo no se encontraban en la mansión, los criados se sentían más relajados ya que no estaban siendo vigilados constantemente por el mayordomo vampiro.

Aunque en la mansión, nuevamente había felicidad luego de un largo tiempo, todavía se sentía vacía y solitaria para Vivian.

Sin Leonard con ella, el sentimiento de ansiedad crecía en su pecho.

Luego de realizar sus quehaceres de la mañana, Vivian se dirigió al mercado a comprar víveres junto con otra criada y el cochero.

El suelo en el mercado estaba más húmedo que en otros lugares, y muchas personas entraban y salían haciendo una gran bulla.

Caminó por el lado seguro de las calles y frenó para comprar vegetales, mientras la otra criada iba a comprar otras cosas.

Levantó una sandía y la balanceó para sentir su peso.

Las sandías no eran comunes en Bonelake, por lo que había que comprarlas en otras tierras.

Cuando estaba pesando la tercera sandía, un niño llegó corriendo desde el otro lado de la calle, haciendo que Vivian perdiera el equilibrio.

El niño, que no tenía menos de once o doce años, tomó la fruta que tenía en sus manos y se tropezó.

Cayó chocándose con muchos canastos mientras las personas le gritaban.

El vendedor de sandías fue hacia el niño y le dio una bofetada, para luego llevarse la fruta que iba a ser robada.

—¡Pequeña rata!

–Vivian escuchó cómo el vendedor maldecía al niño.

–Tratas de robar porque no tienes dinero.

Deberías estar contento de que no llamo a los guardias.

–gritó el hombre mientras devolvía la fruta a su lugar.

Vivian sabía que aquello era algo normal en el mercado, ya que todo el mundo buscaba pelear.

Continuó comprando la fruta, y le pagó al vendedor con algunas monedas de bronce.

Vivian giró y se dio cuenta de que el niño que había tropezado no se había movido del lugar, sino que se había quedado sentado allí.

Pensó que aquello era raro, por lo que fue a ver al niño.

—Pequeño, ¿te encuentras bien?

–le preguntó al ver que se sostenía la pierna con los ojos cerrados.

El mercado era un lugar en el que nadie se preocupaba por los demás.

Por ello Vivian no estaba sorprendida de que nadie se hubiese acercado al niño, excepto para maldecirlo.

Colocó la bolsa a su lado, asegurándola para que no la robaran, y se agachó frente al niño.

Era pequeño, y la miraba con los ojos llenos de dolor.

Abrió la boca, pero no salió ninguna palabra.

Entonces, Vivian se dio cuenta de que el niño no podía hablar.

–Déjame ver.

–dijo, quitando la mano del niño de su rodilla.

Corrió el pantalón oscuro rasgado y encontró sangre que salía de su piel.

Cuando tocó la herida, el niño se estremeció del dolor.

—¡¿Vivian?!

¿Qué haces?

–la criada que la había acompañado la había encontrado sentada en el suelo.

– ¿Quién es el niño?

El amo regresará pronto.

Debemos regresar.

—Está lastimado.

–Vivian frunció el ceño mientras mantenía su mano sobre la rodilla del niño para frenar la sangre.

—Alguien que lo conozca vendrá a ayudarlo.

–dijo la criada.

–Ya es tarde.

El amo Leonard no estará feliz si se entera de que hemos estado fuera más tiempo del debido.

—No me tomará mucho tiempo.

–murmuró Vivian, y recibió un suspiro de frustración de parte de la criada.

—Iré a buscar algo de agua.

Me meterás en problemas.

–la criada desapareció entre la multitud mientras que Vivian mantenía ambas manos en la rodilla del niño.

Luego de un rato, la criada volvió sosteniendo un cubo abollado en sus manos.

Vivian no sabía qué había pasado, pero cuando quitó su mano ensangrentada de la herida, notó que la sangre había parado de caer, aunque aquello no la sorprendía.

Entonces, cuando comenzó a echar agua para limpiar la herida, lo notó.

Confundida, miró la rodilla del niño, que miró a Vivian con la misma sorpresa.

No había ninguna herida.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

Anterior
Siguiente
  • Inicio
  • Acerca de
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 2025 LeerNovelas. Todos los derechos reservados

Iniciar sesión

¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

Registrarse

Regístrate en este sitio.

Iniciar sesión | ¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

¿Perdiste tu contraseña?

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirás un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

← Volver aLeer Novelas

Reportar capítulo