Brujo del mundo de magos - Capítulo 1145
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- Capítulo 1145 - 1145 Capítulo 1145 – La Maldición
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1145: Capítulo 1145 – La Maldición 1145: Capítulo 1145 – La Maldición Editor: Nyoi-Bo Studio Si ese duque legendario que trabajaba en el consulado de Luna Plateada descubría lo que tramaba su nieto, probablemente lo encarcelaría y ahorcaría lo antes posible.
Quizá incluso lo habría hecho pedazos con un hechizo de disyunción.
Desafortunadamente, había estado saturado de trabajo mientras se preparaban para la batalla, lo que había permitido que ese enorme desastre pasara desapercibido.
Hasta ese día, claro.
La tibia luz del sol brillaba en el norte y algunas nubes completamente blancas manchaban el cielo celeste y lo hacían parecer terciopelo que cambiaba sus estampas.
Eric estaba de muy buen humor esa mañana.
La presión que había ejercido continuamente sobre el Grupo Comercial de Neón había hecho que esos tontos cedieran.
Habían enviado un sobre a través de medios ocultos, lo que indicaba que su firmeza se debilitaba.
Él creía que la carta estaría llena de palabras halagadoras y un pequeño pedido al final, con una indicación de que estarían dispuestos a ofrecer algo a cambio.
Los acuerdos entre los nobles siempre eran así.
Por lo tanto, estaba recostado en su sofá en la sede principal del Grupo Comercial Lunanegra con los ojos cerrados, lleno del orgullo de un vencedor.
Gloff estaba a su lado como un humilde sirviente y había otra persona vestida de negro frente a él.
—Se han realizado todas las pruebas, no hay ningún problema —dijo mientras entregaba el sobre.
Lógicamente, Eric no era una persona descuidada.
La carta negra había atravesado innumerables pruebas antes de llegar a él.
El hombre frente a él era el subordinado en el que más confiaba.
Tenía brazos tan delgados que se podían ver los huesos pálidos debajo de la piel.
Sus ojos estaban muy hundidos y no parecía haber un solo músculo en su rostro.
Era como si todo su cuerpo fuera de piel y huesos y apestaba tanto a putrefacción que hasta Gloff parecía algo incómodo.
La túnica del hombre era inmensa para su contextura.
Un collar de huesos y perlas negras titilaba con un brillo apagado mientras emanaba un aura de muerte y espíritus malvados.
Ese hombre obviamente era un nigromante.
A los nigromantes les gustaba juguetear con cuerpos y almas y los brujos que quedaban en el continente los rechazaban.
Alustriel en particular había establecido muchas prohibiciones para ellos en Luna Plateada, lo que convirtió su gobierno en el más duro de la historia.
—Como el Mentor Adas lo ha dicho, ¡debe ser verdad!
—dijo Eric.
Como todos los demás ansiaban destruirlos, era sumamente difícil que un nigromante prosperara.
Sin embargo, esto hacía que cada nigromante de alto rango fuera increíblemente poderoso.
Aunque Adas aún no fuera un lich esquelético, casi alcanzaba el reino legendario y su destreza en las maldiciones y espíritus no dejaba atrás el miedo a la amenaza.
Eric soltó una risita mientras tomaba el sobre de su mentor y lo abría.
Ese era el momento que estaba esperando; las súplicas de los vencidos siempre le generaban un placer inconmensurable.
—Esto…
Sin embargo, su expresión cambió rápidamente.
El papel dentro del sobre estaba completamente en blanco, no había nada en él.
Eric miró varias veces a cada lado de la hoja para confirmarlo, mientras una sensación de humillación surgía en su interior y hacía que se ruborizara.
—Esto ni siquiera es una broma…
¡Es un desafío!
¿Una familia débil y despreciable como esa se atreve a desafiarme, a mí, el nieto de un brujo legendario y la estrella de Luna Plateada?
¡Pagarán con su sangre!
—gritó Eric, y golpeó violentamente el papel contra la mesa.
—¡Ma-Maestro!
En ese momento, Gloff descubrió algo extraño.
Una llama verde oscura se había encendido en el instante en que Eric tocó el papel y había devorado con voracidad todo a su alrededor.
—¿Mmm?
Esto…
—Adas actuó rápidamente.
Numerosos objetos mágicos en sus manos titilaron a medida que lanzaba los hechizos que había preparado—.
¡Maldición de Detección, Defensa Sagrada, Armadura de Espinas!
Distintas capaz de luz envolvieron a Eric y una luz de teletransportación se tragó rápidamente al mentor y al alumno.
La transferencia espacial los llevó directamente a su residencia en el centro de Luna Plateada.
—Obtuvimos las coordinadas correctas.
Ni siquiera los seres legendarios se atreverían a atacar Luna Plateada sin tomar precauciones…
—Adas miró a Eric—.
No descubrir este tipo de maldición nueva fue mi culpa…
—Por favor, no diga eso, Mentor Adas —Eric continuaba siendo tolerante frente a los que tenían un poder real—.
Si no hubiera estado aquí, quién sabe en qué tipo de problemas estaría ahora —en ese punto, la expresión de Eric cambió—.
Ese maldito Grupo Comercial de Neón…
Realmente se atrevieron a utilizar métodos tan deshonestos…
¡No los perdonaré!
—En realidad estoy bastante interesado en esa nueva maldición —dijo Adas acariciándose el collar—.
Realmente pudo evadir mis detecciones…
Espero regresar y observar las reacciones…
—Eso no es un problema en lo absoluto.
¿No está Gloff ahí?
Es el mejor sujeto de prueba que podrías tener.
Con lo cerca que estaba, también debe haberse visto afectado por la maldición…
—respondió Eric sin dudarlo.
La única emoción en sus ojos era la exasperación, no la pena—.
Ese estúpido perro, tendré que buscar a alguien para reemplazarlo.
Eric sacudió su brazo y una pequeña luz verde brilló en sus ojos.
—¡Oh!
¡NO!
Solo cuando Adas gritó Eric se percató de que las llamas verdes habían aparecido nuevamente y se habían pegado a sus dedos como parásitos.
Aparecieron líneas finas de color negro que se retorcían como si estuvieran absorbiendo su sangre.
—¿Cómo puede haber una maldición así?
No tiene sentido…
—Adas sentía que todo lo que sabía se derrumbaba.
Los gritos de Eric se volvieron más y más fuertes hasta que las llamas verdes terminaron de absorber su sangre y se tragaron las líneas negras.
Continuaron ardiendo en el aire y el fuego encantador formó un pequeño portal.
Era un sonido que nadie podría describir, uno que no existía en el mundo y era imposible de recrear.
Sonaba como un rugido que contenía todo el odio y resentimiento del mundo, como un balbuceo grave del infierno más malvado que los diablos y demonios combinados.
Se extendió en todas las direcciones.
—¿Qué-qué me está pasando…?
—Eric se sintió mareado y sintió que su garganta se quemaba.
Su voz se volvió increíblemente ronca y sonaba peor que un monstruo antiguo.
—Tú…
De repente, Eric señaló a Adas con temor.
Estaban creciendo enormes tumores en el rostro del nigromante, uno tras otro, y se estaba volviendo obeso.
Los sarcomas escupieron un pus escalofriante y la gran fuerza corrosiva comenzó a tragarse su cuerpo.
—No…
¡NOOO!
Yo…
—Eric miró sus manos, donde estaban apareciendo abscesos del tamaño de monedas de oro que liberaban un pus que olía a descomposición y comenzaban a explotar y a corroer su piel.
El gran dolor sobrepasó sus sentidos.
Yacía en el suelo, observando a Adas, que se había convertido en una pila de huesos y ya no podía hablar.
Él había sido alguien con una fuerza inconmensurable, básicamente un rey del norte, pero ahora ni siquiera podía gritar por ayuda, mucho menos decidir la vida o la muerte.
Eric solo podía observar cómo su cuerpo era corroído con absoluta desesperanza.
Un enorme tumor continuó creciendo en su cabeza y explotó en una gran explosión.
Así terminó su vida de pecador.
Mientras tanto, todos los familiares de Eric en el plano material principal quedaron perplejos al ver que sus cuerpos se llenaban de tumores aterradores que los devoraban en solo un momento.
Dentro del castillo de Nueva Luna Plateada, la Reina Alustriel observaba al duque legendario mientras él le daba un informe.
—Esta es la logística de la línea defensiva de Nojo, mi Reina…
—había otras figuras legendarias en el salón además de ellos dos, incluso estaba el Viejo Mago Elminster.
Evidentemente estaban discutiendo algo extremadamente importante.
El duque parecía tranquilo y estaba punto de decir algo cuando su expresión cambió.
Su piel se tornó de un color verde aterrador y un tumor comenzó a crecer debajo.
Era como si un pequeño ratón estuviera corriendo a toda prisa por su cuerpo.
—¡Maldición!
Elminster fue el primero en ponerse de pie y lanzar un hechizo disipador.
Los brujos allí presentes estaban entre los mejores y más poderosos del mundo, incluso había sacerdotes legendarios.
Todos lanzaron hechizo tras hechizo y el propio duque intentó todos los métodos para salvar su vida.
Sin embargo, nada funcionó.
Los demás solo pudieron observar y llorar miserablemente mientras el duque colapsaba.
—¡Una maldición muy aterradora!
Elminster frunció el ceño y utilizó una capa para separar de ellos al duque legendario.
Luego, comenzó a observar al duque a través de la barrera, o quizás estaba observando las runas de protección de obsidiana en el suelo.
—Esos son sustitutos legendarios que pueden quitar cualquier ataque, veneno o maldición en su lugar.
Sin embargo, perdieron todos sus efectos…
—le dijo a Alustriel.
Un indicio de temor apareció en su mirada—.
En la situación actual, ni siquiera un clon funcionaría…