Brujo del mundo de magos - Capítulo 1151
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1151: Capítulo 1151 – Arrinconado 1151: Capítulo 1151 – Arrinconado Editor: Nyoi-Bo Studio —¡Por Ciudad Nueva Luna Plateada, por la Alianza, y por la gente del norte!
—mientras Leylin enfrentaba a los dioses orcos, la reina Alustriel estaba vestida con su armadura que usaba rara vez, mientras azuzaba a las tropas que estaban frente a ella—¡La guerra por el norte, ha llegado!
—¡Ouh!
¡Ouh!
—Las tropas lanzaron un grito de guerra, mientras golpeaban sus espadas contra sus escudos.
Con la lentitud con la que viajaban los ejércitos, llevaría unos días más de viaje llegar al campo de batalla, pero eso no importaba en absoluto.
Alustriel estaba actualmente elevando la moral de sus tropas, y bajo el liderazgo de Elminster, varios Brujos de alto rango ya habían emboscado a varios orcos a lo largo de las fronteras.
—¡Con la fuerza de Luna Plateada y el respaldo de varias figuras legendarias, sus poderosos hechizos enseñarán a esos orcos una lección inolvidable!
—el pecho de Alustriel estaba lleno de emoción y orgullo…
—¿ESTÁN DECLARANDO LA GUERRA?
—Gruumsh rugió de rabia a los dos dioses mayores que tenía ante él.
Se había enterado de los eventos en el plano material primordial al instante.
Tyr habló lentamente: —Esto es todo, será mejor que te retires ahora mismo.
—Deteniéndome aquí y enviando tus personificaciones a derrotar a mi panteón…
De hecho, esta estrategia me asestará un duro golpe.
¿Fue ese Dios de la Masacre quien te dijo esto?
—Gruumsh entendió inmediatamente la situación—.
De hecho, es un dios astuto y malvado, no tiene escrúpulos en no mantener su palabra…
—De hecho, es por eso que no planeamos dejarlo ir.
Sin embargo, eso será después de que derrotemos a tu grupo —dijo Mystra en un tono profundo, y la poderoso Red apareció detrás de su espalda.
…
Los dioses orcos habían sido arrojados a la confusión por las personificaciones que acababan de descender sobre el Bosque Lunar.
Lo que originalmente se suponía que fuera una emboscada, se había convertido en un catalizador para una gran guerra, y no era algo para lo que se habían preparado.
No pudieron evitar echar un segundo vistazo a Leylin, a quien habían “atrapado”.
La batalla en el aire fue extremadamente interesante.
Varios dioses orcos habían rodeado a Leylin, pero alrededor de ellos estaban las personificaciones de Mystra y Tyr.
Estas circunstancias podían llevar a la muerte de cualquier personificación presente aquí al menor paso en falso, y esto resultaría en graves lesiones en sus cuerpos principales.
Los orcos no se atrevieron a actuar imprudentemente.
La sonrisa de Leylin se ensanchó, mientras observaba la escena que él mismo había creado.
Su primera interacción con Gruumsh le había dicho que los orcos no se rendirían con Malar.
Las semicriaturas podrían apoyarse en el panteón orco.
Por eso él había atraído a Mystra y Tyr con la maldición del linaje de Eric, para poder reunirse con ellos y llegar a un acuerdo.
Sin embargo, no había sido fácil lograr este acuerdo.
Leylin sabía que ambos de sus “aliados” lo odiaban hasta la médula, y él estaba seguro de que ellos planearon atacarlo junto con los orcos de una sola vez.
¿Cómo iban a dejar ir a la personificación de un dios menor malvado?
Sabiendo todo esto, Leylin no esperaba mucho de la situación.
Era suficiente con que ellos lidiaran con los orcos por él.
El cuarteto quitaría la atención que estaba sobre él, hasta que fueran eliminados.
…
—Este es el plan del Señor.
Primero atacarán a las personificaciones de los dioses orcos, impidiendo que cualquier experto los ayude —dijo el Cardenal Karal a Rafiniya y a los paladines restantes.
—¿Qué tal ese Dios de la Masacre?
—Rafiniya frunció el entrecejo.
—Él ha prometido comprometerse con los dioses orcos por ahora, así que es útil para los planes del Señor.
Nuestra meta es lidiar con los orcos antes de que lo matemos —respondió Karal.
Esta guerra afectaba las vidas de innumerables habitantes del norte, y con esta excusa de lidiar con los orcos primero, la alianza con Leylin fue aceptada por la mayoría de los paladines.
El Cardenal representaba la voluntad de Tyr, y no permitiría que los paladines albergaran ningún pensamiento.
Sin embargo esta razón, que pudo convencer a muchos, causó que Rafiniya perdiera mucha fe inmediatamente.
Su mente se volvió más débil y más sesgada bajo la influencia diabólica que Leylin había plantado dentro de ella, y gruñó de ira: —¿Hacer equipo con un dios maligno?
¡Es el principal autor de la maldición que golpeó a Ciudad Nueva Luna Plateada!
—¡Cuide sus palabras, capitana!
—la cara de Karal se ensombreció.
Como sacerdote legendario de Tyr, él no toleraría que nadie cuestionara la voluntad de su Señor.
Un pensamiento surgió en su mente: Parece que debo informarle esto al Papa después de la guerra.
Ella no es apta para servir de capitana…
—Sí, Cardenal…
—un indicio de renuencia emanó de la profunda voz de Rafiniya.
Agarró la empuñadura de su espada con tanta fuerza, que sus dedos empalidecieron…
Al mismo tiempo, la batalla divina había alcanzado el clímax.
—¡Llama Maga!
—una luz brillante fue emitida desde los dedos de Mystra, mientras la Red se materializaba a los alrededores.
Ella pareció ganar el apoyo del mundo mismo, a medida que surgía una fuerza de origen abrumadora.
Con la cooperación de Tyr, la Llama Maga parecía arder a través de los cielos, mientras atrapaba a Leylin y a los dioses orcos que estaban dentro.
—Fuego de plata…
—Leylin miró el mar resplandeciente de llamas, y un rastro de miedo emergió de sus ojos.
El fuego de plata, por lo que él podía recordar, era la fuente de toda la magia en el Mundo de los Dioses.
Era una materialización de la divinidad de Mystra, y poseía un gran poder destructivo.
—¡Grrrrr!
—Malar era el más irascible de todos, y fue el primero en sufrir.
Varias bolas de fuego aterrizaron en sus manos, su temperatura estaba lo suficientemente alta como para quemar incluso las Garras de las Bestias.
—Maldita sea, Mystra, ¿por qué estás tan determinada?
—la expresión de Ilneval se puso fea al ver cómo el arma divina de Malar se corroía.
Algunas de las llamas de plata estaban presionando al resto de ellas.
La legendaria llama de plata de Mystra tenía el poder de destruir las armas divinas, e incluso los cuerpos de los verdaderos dioses, pero consumía su divinidad.
Ilneval estaba perplejo en cuanto a por qué ella estaba dispuesta a renunciar a tanta divinidad para lastimarlos.
—¡Retírate!
—gritó Yurtrus, mientras liberaba un orbe de luz pálido.
Muchas almas sin vida brotaron del orbe, creando una barrera translúcida.
¡Sssss!
La llama de plata comenzó a corroer la muralla en el momento en que los dos entraron en contacto, y la barrera pareció ceder de inmediato.
Han activado un bloqueo espacial poderoso, necesitaremos más tiempo para poder avanzar…
Ilneval frunció el entrecejo.
Ellos estaban enfrentando a las personificaciones de dos dioses mayores, e incluso si todas las personificaciones eran más o menos iguales en poder, las deidades más poderosas tenían formas más eficientes de dispensar sus poderes.
Todavía tenían la ventaja en la batalla.
Además de eso, sus bajos rangos divinos causaron que estos dioses menores estuvieran en desventaja en términos del número de personificaciones, y sus velocidades de recuperación.
¡Los dioses mayores eran capaces de abrumarlos en estos aspectos!
—¿Por qué retirarse?
—Shargaas rugió enfurecido, y sus ojos se inyectaron en sangre.
Parecía haber perdido todo signo de inteligencia, convirtiéndose en una bestia primitiva.
—Estos no son solo dos dioses mayores.
No olvides que hay muchos más subordinados, ¿Qué hay si uno de ellos desciende como Santo?
—Ilneval reprendió fríamente, causando que Shargaas se parara por un momento.
Aunque era extremadamente peligroso para los dioses descender con sus verdaderos cuerpos, cuando lo hacían, se encontraban en la epítome del poder.
Si Mystra o Tyr lo daban todo, varios dioses subordinados, como el Dios de los Brujos Azuth, descenderían como Santos.
Ninguna de sus personificaciones podría escapar, la pérdida de fuerza divina de la lucha tarda miles de años en reponerse.
Ilneval, de hecho, sobresalía en estrategia.
No había sido superado por la rabia cuando estuvo atrapado en la trampa de Leylin.
En su lugar, había considerado la mejor manera de conservar su energía.
—¿Quieres irte ahora?
—Leylin preguntó mientras se reía como maníaco.
Él era ahora el que decidía si los dejaría ir.
Un fantasma de los tres primeros Infiernos surgió en el plano material primordial, y la poderosa fuerza de origen de Baator expandió el Dominio de la Masacre de Leylin hasta que abarcó a todos los dioses orcos.
—¿Estás loco?
—preguntó Ilneval a Leylin—¡Incluso si lo das todo en esta batalla, igual tampoco te dejarán ir!
—¡Por supuesto!
Soy consciente de eso, pero ¿cómo puedo dejar pasar una buena oportunidad como esta?
—la voz de Leylin cubrió todo el Bosque Lunar, y el brillo carmesí de su cuerpo se hizo más evidente que antes.
¡Maldita sea, este lunático!
¿Es un demonio caótico?.
De repente, Ilneval sintió un gran dolor de cabeza, pero solo podía pensar en una salida ahora mismo.
—¡Malar!, ¡Apúrate y trae a tus adoradores a la lucha!
¡Ellos serán de ayuda!
El mono gigante ya estaba asustado por el poder de la llama de plata.
Se había escondido a un lado, acariciando tiernamente sus Garras de Bestia.
Su pelaje dorado se había chamuscado en ese ataque, y él mismo se había sido reducido a un estado miserable.
Al oír las palabras de Ilneval, comenzó a rugir.
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