Brujo del mundo de magos - Capítulo 19
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19: Capítulo 19 – La llegada a la academia 19: Capítulo 19 – La llegada a la academia Editor: Nyoi-Bo Studio —¡Es un Hada de las Tormentas adulta!
—¡Maldición!
¿Cómo es que encontramos esta clase de cosas en el camino?
¿No lo despejaron antes?
—¿Dónde están los magos de las academias?
¡Necesitamos su ayuda!
Se oían voces llenas de confusión.
—Activemos primero el hechizo de defensa de mayor alcance.
Si no lo hacemos, ¡es seguro que aquellos discípulos morirán!
Luego de algunos encantamientos, todas las paredes del dirigible se vieron envueltas en una luz blanquecina.
Todos los agujeros brillaron de color verde, ya que las ramas se extendieron y bloquearon firmemente cualquier abertura.
—Hu…
Hu…
—Leylin jadeaba intensamente, su cara estaba toda roja.
Cuando la gigantesca Hada de las Tormentas habló previamente, todos los discípulos sintieron una fuerza fría como el hielo que los oprimía.
Inmensa, sin límites, malicia pura.
A Leylin le costaba respirar.
Por suerte, luego de que se activara el hechizo de defensa, Leylin dejó de sentir la presión sobre su cuerpo y se sintió mucho mejor.
De no haber sido así, la mayoría de los discípulos habrían muerto sofocados en cuestión de minutos.
—¡Humanos, deben pagar el precio de la estupidez que cometieron!
—chilló la gigantesca Hada de las Tormentas.
Cuando las ondas de sonido atravesaban el hechizo de defensa, la luz blanquecina vibraba.
—¡Poderoso ser de la naturaleza!
Por favor, calma tu furia.
¡Tenemos una carta aquí!
—dijo una voz familiar cerca de Leylin.
Era el capitán del dirigible—.
Es el acuerdo que tenemos con Su Majestad, el rey de las Hadas de las Tormentas, que nos permite pasar por aquí—la voz de Kirkwul estaba llena de confianza.
—¿Un acuerdo?
—dijo la enorme Hada de las tormentas con desconfianza.
Luego, con un rugido, exclamó: —¡Pendra es libre!
¡Ese acuerdo no me obliga a nada!
¡Sigue así!
¡Arrasa!
¡Damikan Buthra!
Al decir aquel encantamiento, la tormenta se volvió 10 veces más violenta.
—¡Demonios!
Es una vagabunda, ¡sí que me gané la lotería!
—dijo Kirkwul, exasperado.
Ya no tenía la confianza de antes—.
¡Todos, ataquen juntos!
Luces de distintos colores brillaban incesantemente afuera; chocaban con los rayos.
El dirigible comenzó a balancearse; Leylin se puso algo pálido.
Solo podía rezar por que los magos usen su poder para ahuyentar a esa maldita Hada de las Tormentas, o no podría escapar, ya que estaba atrapado muy alto en el cielo.
[¡Bang!] Luego de otro ruido, el dirigible se estabilizó.
—¿Se ha ido?
—Es solo un Hada de las Tormentas que recién ha madurado.
Se la puede comparar, como mucho, con medio mago elemental.
Hay nueve de nosotros aquí, es lógico que huya.
Podían oírse las discusiones de los magos afuera.
Por supuesto que no requirió mucho esfuerzo de su parte, lo que tranquilizó a los discípulos.
Como era de esperarse, todos gritaron y aclamaron al oír esas palabras.
—¡Hurra!
¡Por nuestros magos!
—¡Demonios!
Creí que caería y terminaría como carne picada.
—¡Jaja!
Miren a ese cobarde, ¡se hizo en los pantalones!
Todos se burlaron del desafortunado discípulo y se liberaron del miedo que había en sus corazones.
Leylin observó a su alrededor.
Cuando el Hada de las Tormentas habló anteriormente, Jayden ya había liberado a Kaliweir, que parecía haber escapado.
Aun así, y aunque lucía algo pálido, Jayden mantuvo su postura de vencedor.
—El Chip de I.A.
No detectó que Jayden llevara un artefacto mágico antes.
Eso quiere decir que lo obtuvo ahora, ¡y solo pudo haber sido mediante Dorotte!
Parece que luego de obtener el artefacto mágico, Jayden ha estado incitando a Kaliweir, no podía esperar a tener una pelea.
Si no hubiera sido por este incidente, probablemente habría logrado su cometido —se dijo a sí mismo Leylin.
Debido a la interrupción del Hada de las Tormentas, la pelea entre Jayden y Kaliweir quedó irresoluta.
Desde ese momento, Kaliweir intentó con todas sus fuerzas evitar los lugares en los que se encontraba Jayden.
Al parecer lo intimidaba el artefacto mágico de su oponente.
Aquella pelea tuvo gran influencia en los pensamientos de Leylin.
Kaliweir ya había activado su Fuerza Vital interior, había pasado su prueba y se había convertido en un Caballero hecho y derecho.
Sin embargo, ¡es débil como un corderito frente a un discípulo con un artefacto mágico!
¡Parece ser que la fuerza de los magos supera enormemente a la de los Caballeros!
—Al principio pensaba que debía activar mi Fuerza Vital interior, pero después de esto, si no lo he hecho antes de llegar a la escuela, dejaré de intentarlo.
Debo concentrar toda mi atención y energía en mis estudios para convertirme en mago —decidió Leylin.
El tiempo pasó, poco a poco, y el dirigible finalmente llegó a otro continente.
Además del incidente con la gigantesca Hada de las tormentas, el dirigible tuvo varios encuentros con otras criaturas voladoras.
Esto hizo pensar a Leylin que no solo los Mares de la Muerte eran difíciles de atravesar, los cielos también lo eran.
Afortunadamente, el acuerdo de Kirkwul fue bastante efectivo con aquellas grandes criaturas y no se inició ningún conflicto.
Durante aquel tiempo, el dirigible descendió varias veces para dejar a discípulos y profesores, por lo que poco a poco se fue vaciando.
Otros diez o doce días pasaron sin que se dieran cuenta.
[¡Bang!] El dirigible aterrizó y todo el interior se sacudió.
—¡Hemos llegado al Páramo del Hueso Abisal!
Atención, todos los discípulos de la Academia del Bosque del Hueso Abisal, favor de tomar sus cosas y descender del dirigible de forma ordenada —dijo una voz que sonó en todas las habitaciones.
—¿Hemos llegado, finalmente?
Leylin juntó sus cosas y salió del pequeño lugar que lo había albergado por el último mes.
—Jayden, Kaliweir, tomen asistencia por favor —Dorotte sostenía un bastón negro con una gran joya verde en la punta.
—Está bien.
Jayden and Kaliweir asintieron y comenzaron a contar a los presentes.
Leylin observó a Kaliweir.
Desde el incidente en el comedor, el joven se había vuelto muy callado y la mayoría del tiempo lo pasaba refugiado en su habitación; su rostro se veía mucho más sombrío que antes.
Por el contrario, Jayden estaba lleno de vida y, por lo que decían algunos rumores, ya había sido aceptado como aprendiz de Dorotte.
Los aprendices eran diferentes al resto de los discípulos, tenían una mejor posición y podían obtener de su profesor una gran cantidad de conocimiento avanzado de forma gratuita.
Unas doce personas salieron del dirigible.
—¿Entonces esta es nuestra academia?
Se ve un tanto desolada —pensó Leylin, al mirar a su alrededor.
Había unos pequeños senderos con signos de que otros los habían usado anteriormente y un cartel de madera en el medio del cruce, lleno de agujeros.
En él había direcciones escritas en negro, señalando los distintos lugares.
«La tierra de las sombras y la muerte – El Páramo del Hueso Abisal» Las palabras se retorcieron y Leylin sintió que el cuero cabelludo se le adormecía.
—Jeje…
síganme!
—Dorotte se estiró sin prisa, sus huesos crujieron y chirriaron como si fuera a desarmarse en cualquier momento—.
¡Presten atención!
Aunque los discípulos de la academia hacen una limpieza programada, aún hay algunas criaturas corrompidas y malvadas deambulando por aquí.
Así que, si pensaban alejarse del grupo, creo que podremos darles nuestras condolencias a sus cuerpos poco después.
Dorotte se rió un poco; las caras de los discípulos cambiaron por completo.
Siguieron a Dorotte de cerca, por miedo a perderlo.
De a poco cruzaron el Páramo del Hueso Abisal.
—¿Qué es eso?
—preguntó Leylin, que caminaba en el medio del grupo cuando vio algo brillar detrás de él.
Parecía ser una criatura azul con un cuerno.
—Chip de I.A., comienza el escaneo.
[Tarea iniciada.
Comienza escaneo]—dijo el Chip de I.A.
con una voz robótica.
[Criatura desconocida de energía alta: Fuerza estimada: 3-4, Agilidad: 4-5, Vitalidad: alrededor de 5.
Evaluación: extremadamente peligrosa.] —¡Sss!
Sea lo que sea, es mucho más fuerte que los lobos gigantes y debe tener algunos trucos bajo la manga.
Un Caballero solo podría morir de encontrarse a uno.
Leylin se apresuró a adelantarse en el grupo.
En aquella tierra en la que el peligro acechaba, parecía que solo el esqueleto vestido de negro, el profesor Dorotte, le daba seguridad.
—Parece que nuestros pequeños discípulos finalmente entendieron los peligros —dijo Dorotte con indiferencia; las llamas verdes de sus ojos brillaban.
El grupo siguió avanzando y muy pronto, la tierra seca e infértil dio paso a algunos árboles.
Poco después Leylin se vio ingresando a un bosque oscuro.
No sabía si era una ilusión, pero sintió que la luz del sol se volvía más tenue al entrar al bosque.
Había algo de neblina a su alrededor, que daba una sensación de frío.
[¡Advertencia!
¡Advertencia!
Se acerca una criatura con energía alta.
Posición: en el aire.] advirtió el Chip.
Leylin miró hacia arriba y se agachó con prisa.
[Ka, ka] Fue un ruido penetrante.
Un cuervo negro con ojos rojos bajó en picada y pasó por donde estaba Leylin, con sus afiladas garras en dirección al rostro de una discípula.
[¡Bum!] Una bola de un líquido verduzco golpeó al cuervo, que cayó al suelo con un graznido.
Un humo blanco ascendió, tenía un efecto corrosivo.
La discípula permaneció como encadenada el suelo y, de repente, comenzó a llorar intensamente.
En cuestión de segundos, el cuervo había desaparecido sin dejar rastro, solo una marca en el suelo corroído.
—Parece que esos cuervos de ojos rojos han aumentado su número otra vez.
Tendré que enviar más misiones cuando lleguemos y hacer que los discípulos limpien este sector.
¿Qué es lo que están mirando?
¡Vamos!
—dijo Dorotte.
La discípula se frotó los ojos y apretó los dientes al caminar.
Leylin, sobresaltado, se apuró a seguir.
Luego de otra hora de caminata, el grupo llegó al centro del Bosque del Hueso Abisal.
—¿Esto es…?
—dijo Leylin al ver la gran superficie frente a él.
Lo que había frente a sus ojos era un gran cementerio.
En el corazón del Bosque del Hueso Abisal, había un enorme cementerio.
Estaba decorado con mármol blanco y negro, parecía lujoso, aunque abandonado por algún tiempo.
Muchas de las tumbas tenían plantas creciendo sobre ellas, algunas incluso frutos.
Algunas veces, los cuervos graznían sobre ellas, lo que creaba una atmósfera terrorífica.
—¡Bienvenidos a su hogar de sombras y muerte, el Bosque del Hueso Abisal!
—dijo Dorotte con una risita.
No importa cómo lo viera Leylin, Dorotte parecía alegrarse de su desafortunada situación.
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