Brujo del mundo de magos - Capítulo 79
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79: Capítulo 79 – Dando Órdenes 79: Capítulo 79 – Dando Órdenes Editor: Nyoi-Bo Studio —Anna, Greem y Fraser, vengan los tres a mi estudio luego de la cena —ordenó Leylin.
Al ver que ninguno de sus subordinados tenía alguna objeción, asintió y exclamó: —Ahora, por favor, ¡disfruten!
Todos asintieron, regresaron a sus posiciones y tomaron asiento.
Se oía de forma continua el sonido de los cubiertos tintineando.
Desde que Leylin dio sus órdenes, el salón estuvo mucho más silencioso.
A pesar de que la cena era lujosa, todos parecían estar agobiados en su interior.
Luego de la comida, Leylin recibió al trío que conocía su identidad mágica.
Greem y Fraser vestían armaduras de cuero y se veían extremadamente imponentes.
Anna vestía una blusa con escote que la hacía ver aún más seductora.
—Como ustedes saben, soy un Mago.
Pronto emprenderé un viaje y, por ciertas razones, los debo dejar aquí—dijo Leylin que, sentado detrás del escritorio, les hablaba con seriedad a los tres—.
Las órdenes que di allí afuera fueron para que las vieran los demás.
A partir de ahora, Greem y Fraser, tratarán a Anna de la misma forma en que me tratan a mí, ¿comprenden?
—Comprendemos —asintieron los dos.
En comparación con el resto, ellos sabían cuán aterrador podía ser su Maestro, por lo que no tenían ninguna objeción para las órdenes de Leylin.
Una vez que Greem y Fraser se retiraron, solo quedaron Leylin y Anna en la habitación.
—Maestro…
¡Joven Maestro!
—exclamó Anna con los ojos llenos de lágrimas.
—Tienes en tu cuerpo la esencia de la Flor de Mandara.
He creado un antídoto para eso.
Además, ten esto —dijo Leylin entregándole unas pociones y un pergamino.
Era mucho más gentil con su propia mujer.
—Esto es…
—farfulló sorprendida al abrir el pergamino y echarle un vistazo.
—Son poderes.
Tú manejarás todos mis establecimientos en la Ciudad de la Noche Extrema.
Además, si no he vuelto en diez años, todos se transferirán a tu nombre —repuso Leylin cruzando los dedos—.
Asimismo, Murphy y el vizconde Jackson son testigos de estos procedimientos.
Si en el futuro tienes algún problema, puedes pedirles ayuda.
Leylin podía tener tantas posesiones de este mundo como quisiera.
Por supuesto que no le importaba dárselas a Anna como plan B.
Igualmente, si aquella era una mala jugada, no habría mucho que lamentar.
Después de todo, Leylin solo era un discípulo de la Academia del Bosque del Hueso Abisal.
Según las reglas, los discípulos no tenían permitido llevar a sus seguidores o criadas a las instalaciones de la academia.
Como éstas eran cosas que con el tiempo tendría que dejar ir, no sentía tanto dolor en su corazón.
—Algo más, este es el aguijón del escorpión del desierto, una herramienta usada especialmente para controlar a Greem y Fraser.
Debes mantenerlos bien…
—le indicó Leylin mientras le daba una caja roja.
—¡No!
Anna se mordió los labios hasta que finalmente se lanzó sobre Leylin y le abrazó ambas piernas—.
Joven Maestro, ¡no aleje a Anna de usted!
Anna desea estar junto al Joven Maestro, no importa qué tenga que hacer, ¿está bien?
La joven se aferraba a las piernas de Leylin mientras sus lágrimas, brillantes como perlas, recorrían su rostro.
Envolvió con su cuerpo tibio y algo tembloroso las piernas de Leylin.
Podía verse que Anna se había armado de valor para decir aquellas palabras.
Leylin la miró con algo de amabilidad.
Extendió su mano, acarició el cabello de la joven y luego, se alejó un poco.
—Lo siento mucho, Anna, pero el lugar al que debo ir es extremadamente peligroso para ti…
—Pero…—farfulló.
Anna miró hacia arriba con el rostro lleno de lágrimas, como si quisiera decir algo más.
—Basta de tonterías, ¡escucha!
Leylin se puso muy serio de repente.
Al ver a su maestro actuar así, vinieron a su mente el sufrimiento y aquel dolor profundamente arraigado por desobedecer las órdenes de un Maestro.
Después de todo, Anna había sido sometida al entrenamiento de los esclavos.
Aunque esos eran los métodos de los comerciantes de esclavos, se habían grabado profundamente dentro del alma de Anna.
—Sí, Joven Maestro.
Anna dejó de llorar y tomó la caja y el pergamino.
Solo miró a Leylin de la forma en que un gato mira a su dueño cuando lo abandona.
Al ver a la muchacha actuar así, Leylin sacó algunas pociones de su ropa y se las dio.
Después de todo, no tenía un corazón de piedra.
—Esta es una poción de recuperación, puede curar heridas físicas rápidamente.
¡Guárdala bien!
Además, esta poción morada es una poción de ataque.
Si llega el día en que deben enfrentar algo tan peligroso que ni Greem ni Fraser pueden manejar, lánzale esta poción a eso.
¿Me entiendes?
—explicó Leylin señalando a la poción morada.
—Anna entiende.
Sus ojos se pusieron rojos.
Sabía que no podía desobedecer las órdenes de su maestro, así que guardó bien la poción.
—Ah…
—suspiró de pronto Leylin al verla alejarse.
Sin importar los preparativos que había hecho, sabía que luego de unos diez años, aquella facción que dejaba seguramente desaparecería de repente.
Pero, aun así, no se lamentaba.
Todos ellos eran humanos comunes, sin aptitud alguna para convertirse en Magos.
Le servirían poco en el futuro.
Lo más probable era que el único propósito de aquella pequeña facción era la de ocultarlo de la gente, pero, incluso así, no era muy seguro.
Al fin y al cabo, confiarle todo a Anna no era una mala opción.
A excepción de la esencia de la Flor de Mandara, que permanecía en el cuerpo de Anna, Leylin había quitado todas las demás restricciones de su cuerpo.
De allí en más, Anna sería un humano libre.
—Espero que, al tener todas esas cosas, puedas vivir una vida más feliz —deseó Leylin.
Sus ojos eran imposibles de leer.
Si Anna caía en manos de otro Mago, al menos sería una herramienta para ellos, los ayudaría a liberar su energía reprimida.
Cuando su interés en ella declinara, seguro podrían usarla para un experimento.
Ahora que Anna había seguido a Leylin, no solo ya no era una esclava, él incluso la había salvado del veneno de la esencia de la Flor de Mandara.
También le había dado una mansión y una tienda de medicinas.
Sin importar lo que sucediera después, él estaría libre de toda culpa.
Los asuntos más problemáticos han sido resueltos.
Lo que resta es deshacerme cuidadosamente del laboratorio de experimentos y de las celdas subterráneas, pensó Leylin.
Se puso de pie y se dirigió al subsuelo.
Había demarcado esta zona como un área prohibida.
Anna y los dos Caballeros no se atreverían a bajar aquí tan fácilmente.
Bajo la tenue luz de la antorcha, Leylin sacó una bola de cristal.
Dentro de ella, podía verse la figura de un anciano.
Su expresión era la de un demente: podía verse en él el terror.
—Nos vemos otra vez, señor Roman —saludó Leylin con una sonrisa.
Pero esa sonrisa, a los ojos de Roman, era más horrorosa que la del diablo.
—No…
¡No vengas aquí!
El rostro de Roman se retorció y él retrocedió, lleno de miedo, hasta las paredes de la bola de cristal que estaban detrás de él.
Pero los agudos sentidos de Leylin comprendieron el propósito detrás de la expresión de aquel espíritu vengativo aterrado.
—Déjame darte una buena y una mala noticia.
Leylin colocó con gran habilidad muchas herramientas junto a la bola de cristal y dejó que el espíritu vengativo soltara unos gritos estridentes mientras hablaba: — La buena noticia es que me iré de aquí por un tiempo —empezó, y antes que el espíritu vengativo pudiera dar una respuesta, añadió con una sonrisa: — la mala noticia es que, no importa dónde vaya, tu vendrás conmigo.
—¡Oh!
¡No!
¡No!
Te lo suplico…
—Muy bien.
Entonces, ¡dime todo lo que sabes!
Al principio, naturalmente, Roman no decía nada.
Pero luego de un año de tortura, había comenzado a escupir algo de información.
Luego de oír la historia del espíritu vengativo, Leylin sacudió la cabeza.
—Parece que el Señor Roman aún alberga algunos pensamientos, así que vamos a continuar…
Acto seguido, el laboratorio se llenó de gritos que le hubieran puesto los pelos de punta a cualquiera, como los alaridos de alguien a punto de morir.
Aunque unas dos semanas atrás el espíritu vengativo había mostrado signos de una crisis emocional, igualmente se las había arreglado para darle a Leylin información engañosa de los secretos que sabía.
Aquel espíritu vengativo le dio mucha información junta y fue terriblemente complicado.
Aunque, con el Chip de I.A., Leylin pudo grabar toda su narración y ordenarla de forma sistemática.
Las veces siguientes, descubrió un problema: Roman siempre le entregaba con facilidad la información que pertenecía al conocimiento más general.
Sin embargo, apenas mencionaba los secretos y los temas más cruciales, ocultando mucha información importante.
Sin embargo, eso no le importaba a Leylin.
Ese día le daría una gran cantidad de información.
El Chip de I.A.
filtraría y ordenaría los datos e igualmente obtendría mucha información.
Además, Leylin creía que la tortura prolongada y el interrogatorio constante harían que, un día, aquel espíritu vengativo le dijera todo y le rogara una muerte rápida.
Cuando su rutina diaria de interrogatorio finalizó, Leylin se dirigió a otras habitaciones subterráneas.
Allí había distintos instrumentos de tortura manchados de sangre que colgaban de la pared.
En el suelo había incluso algunos cuerpos tan llenos de heridas que apenas podían distinguirse como cuerpos humanos.
El Chip de I.A.
escaneó los cuerpos e informó los números: [Biip.
La densidad de energía negativa a su alrededor es mayor por 34.5%, lo que satisface las condiciones básicas para que exista un cuerpo espiritual.
El cuerpo físico del objetivo ha atravesado numerosas torturas y sufrimiento.
Posibilidad de que aparezca cuerpo espiritual: 1.23%] —Hay una posibilidad de uno en mil de que un cuerpo espiritual se forme de manera natural.
Comparado con eso, ¡esta proporción puede considerarse extremadamente alta!
—murmuró Leylin frotándose el mentón—.
Si tuviera más tiempo, definitivamente podría provocar la formación de un cuerpo espiritual artificial.
La forma más efectiva de investigar las almas era usar cuerpos espirituales.
Todos los Magos Oscuros aceptaban públicamente esta teoría.
Lo que Leylin debía hacer ahora era simular de forma continua las condiciones del mundo exterior y producir un cuerpo espiritual artificial.
Si esa información se filtrara, la reputación de Leylin se asociaría a la crueldad y al salvajismo, lo que sería malo para su futuro.
—La buena reputación es un tipo de beneficio.
Aunque no le temo a lo que las personas piensen de mí, incluso los Magos desean relacionarse con aquellos que tienen buena reputación, no con aquellos cuya reputación esté manchada.
Leylin tomó aire profundamente y esparció poder sobre los cuerpos.
Con un silbido, los cuerpos se corroyeron y se transformaron en pus amarillo.
Poco después, desaparecieron.
—A pesar de que finalmente dejé mis experimentos, que es una pena, no es que no obtuve resultados —se consoló a sí mismo—.
Al menos ya he reunido suficiente información en relación al último paso de las Enseñanzas de la Academia de Lowian.
En cuanto a la otra poción de la antigüedad, la poción Lágrimas de Mary, Leylin seguía sin hallar ninguna pista.
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