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Capítulo 791: LA ORDEN DE LUNA Capítulo 791: LA ORDEN DE LUNA Iris estaba hiperventilando cuando volvió a abrir sus ojos y se encontró de nuevo en el baño, donde su cuerpo todavía estaba sumergido en el agua caliente, pero temblaba, como si el agua se hubiera convertido en hielo.
—¡Amee! ¡Amee! —gritó Iris, estaba aterrada por las imágenes que acababa de ver.
No era un sueño, era real. Por alguna razón, ella sabía que era algo que podría suceder en el futuro, la sensación era la misma que cuando vivía en los recuerdos de Na. Iris sabía que no eran solo simples imágenes que aparecían en su mente. Era una advertencia…
Mientras tanto, Amee entró inmediatamente en la habitación cuando escuchó cómo Iris gritaba. Se apresuró a entrar con Dyne y Eron, pero todos esperaban frente a la puerta mientras Amee entraba.
—¿Qué pasa, Amee?! ¿Todo está bien? —preguntó Dyne con preocupación en su voz.
—Sí, sí… —Amee estaba confundida al ver que Iris estaba llorando en silencio, las lágrimas corrían por su rostro, pero no salía ningún sonido de su boca—. ¡No vengan! ¡No vengan! ¡Esperen ahí!
Amee miró a su alrededor y agarró una toalla para cubrir su cuerpo, mientras la ayudaba a salir de la bañera. Iris estaba temblando. Parecía que iba a desmayarse y esto asustaba a Amee.
¿Qué sucedió realmente? Acababa de entrar al baño hace menos de media hora cuando de repente gritó a todo pulmón.
—¡Llama a un sanador! ¡Busca un sanador! —gritó Amee a la puerta y escuchó cómo uno de ellos salía corriendo para buscar a uno—. Luna, ¿qué sucede? ¿Qué pasó? ¿Estás herida en algún lugar?
Iris miraba fijamente la pared, su rostro estaba pálido, pero las lágrimas seguían corriendo por su rostro. Esto aterró tanto a Amee que pensó que Iris había recuperado sus recuerdos sobre sus bebés. Si eso era lo que había pasado, no sabía cómo manejarla.
—Luna, me asustaste, por favor háblame… —suplicó Amee mientras secaba su cuerpo y la ayudaba a ponerse un vestido. Su cabello húmedo empapaba su espalda, pero a Iris no le importaba en lo más mínimo.
Amee ayudó a Iris a salir del dormitorio cuando terminó de ponerle el vestido y la ayudó a acostarse en la cama.
Sin embargo, cuando Iris vio a Eron allí, parecía como si hubiera vuelto a la realidad. Agarró firmemente el brazo del guerrero, lo que le sorprendió.
—¿Luna? ¿Estás bien? —Eron estaba muy preocupado al ver el estado actual de Iris.
—Llévame con Cane —la voz de Iris sonaba un poco ronca después de su llanto, pero en su segundo intento, sonó más estable y poderosa—. Llévame con Cane.
—Luna, puedo escribir una carta al alfa y decirle que quieres verlo —Eron intentó regatear, ya que sabía que la luna extrañaba tanto a su pareja y podía entender su frustración.
Pero, ahora ya no era ese el caso.
Al escuchar lo que dijo Eron, los ojos azules de Iris se volvieron muy fríos y duros, lo que hizo que el guerrero se estremeciera y en realidad retrocediera un paso, habría retrocedido otro paso más si no fuera por el hecho de que Iris se aferraba a su brazo en este momento.
—¡Llévame con Cane ahora mismo, o voy allí sola! —Iris gritó su orden, una vez que volvió a la realidad, se dio cuenta de la grave situación en la que se encontraban y Cane y los demás quizás aún no se daban cuenta.
—Podría escribir una carta… —Eron no tuvo la oportunidad de terminar su frase cuando Iris le gruñó frustrada.
—¡Ese hombre ridículo ignorará la carta! Maldita sea, Cane! —Iris lo maldijo por primera vez y esto sorprendió a Eron y a Amee.
Su dulce luna estaba maldiciendo. En realidad, estaba maldiciendo al alfa… ¿estaba realmente bien?
—¡No es una situación que pueda explicar en una carta! —Iris apretó los dientes—. ¡Ve y prepara un caballo para mí, nos vamos después de que cambie mi vestido!
La orden le salió muy natural y dejó a Eron sin otra opción más que obedecerla. Iris usó su voz de luna sin darse cuenta, en su prisa por ir a ver a Cane.
Eron tragó sus palabras y salió corriendo del dormitorio, dejando a Amee intentando convencer a Iris para que volviera en sí, pero ninguna cantidad de palabras que dijera podía persuadir a Iris para que se quedara. Estaba decidida a irse y se iría de inmediato.
—Al menos, espera hasta mañana, luna. Esperemos hasta mañana, ¿de acuerdo? Ya casi es de noche —Amee dijo con gran preocupación, no sabía qué sucedía que hacía que Iris quisiera ir inmediatamente al campamento—. Mientras tanto, escribamos al alfa, ¿de acuerdo?
Sin embargo, Iris no quería escuchar otra palabra sobre escribirle una carta a Cane, porque sabía qué tan inútil era ese esfuerzo.”
Además, esto no era algo que pudiera escribir, necesitaba enfrentar al hombre y hablar directamente con la gente del Reino Sagrado para explicar lo que vio y tener una mejor comprensión de su situación actual.
—Luna… —Amee ayudó a Iris a empacar su vestido, pero siguió persuadiéndola para que se quedara, si acaso, debería irse mañana por la mañana.
—Amee —Iris dejó lo que estaba haciendo y miró a la anciana, la abrazó fuertemente—. Gracias, pero necesito irme. Es muy urgente. Es algo importante, por favor, deja de convencerme para que me quede, porque este asunto podría poner a Cane y al resto de nosotros en peligro también.
Amee quiso hablar de nuevo, pero Iris no dejó lugar para la negociación. Al final, Amee solo pudo empacar sus cosas rápidamente y seguir a Iris fuera de la habitación.
En el patio delantero, Eron, Dyne y Redmond la estaban esperando.
El guerrero de cabello rojo la miró con confusión. —¿Dónde crees que vas? Debes quedarte aquí —dijo seriamente—. Esta es la orden del alfa.
Iris frunció el ceño cuando escuchó. —Y esta es mi orden, voy a irme ahora, así que abran las puertas.
—No puedo dejarte ir sin explicación, Iris —Redmond estaba siendo obstinado con ella, pero simplemente no era el momento adecuado para darle a Iris esa actitud—. El alfa dijo que te quedaras aquí.
—Juraste lealtad a mí, Redmond, debes obedecerme. Mi orden está por encima de la de Cane en tu caso —dijo Iris con firmeza, pronunció esas palabras con la confianza de la luna que era. Sabía cómo usar su estatus para conseguir lo que quería y, de alguna manera, tenía razón.
Redmond juró lealtad a ella y cualquier orden que Cane diera, sería anulada una vez que Iris no estuviera de acuerdo con ella, si se refería a Redmond.
Él estaba atónito, pero luego una sonrisa de satisfacción apareció en la comisura de los labios de Redmond. —¿Es esta una orden de mi luna? —se sorprendió, pero también se alegró porque Iris podía decidir sus propios asuntos y lo que quería hacer sin depender tanto del alfa.
Redmond no se dio cuenta, pero parecía que había renunciado a su esperanza de que Iris gobernara su manada, hasta ahora que veía la determinación en sus claros ojos azules.
—Sí —Iris le dio una respuesta firme—. Abre la puerta. —Luego Iris se giró para enfrentarse a Eron y Dyne—. Si ustedes dos se niegan a llevarme a Cane, pueden quedarse aquí, Redmond puede escoltarme allí.
“Eron y Dyne querían llorrar ahora al enfrentar a esta severa luna. ¿Dónde había ido su tímida luna?
—Iremos contigo, luna —Eron volvió en sí inmediatamente—. El alfa nos ordenó protegerte, es nuestro deber estar contigo —dijo apresuradamente.
En este punto, no habría ninguna cantidad de persuasión que funcionara, por lo que sería mejor para ellos ir con ella y enfrentar la ira del alfa por llevar a la luna al campo de batalla que quedarse y si algo le sucedía a Iris, sin más, perderían la cabeza antes de que se dieran cuenta.
Al menos, si iban con la luna, ella podría frenar la ira del alfa y había una alta probabilidad de que pudieran escapar del castigo completamente, ya que esta era una orden de la luna.
—Iremos contigo —Dyne intervino con voz derrotada.
Y con eso, Iris se fue al campamento, donde Cane y los demás estaban sólo con Dyne y Eron, porque Redmond necesitaba quedarse en la manada de Luna de Cristal, custodiando el puerto.
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A primera hora de la mañana, Cane recibió otra carta, pero era una carta oficial que le pedía que se encontrara en persona antes de que se destrozaran el uno al otro.
La carta venía del alfa Derick.
Esta sería la primera vez que Cane se reunía con el alfa nuevamente. Solía admirarlo cuando era joven, pero ahora no sentía nada por el anciano.
En estos momentos, los dos estaban frente a frente.
Existían cinco pasos de distancia entre Cane y el alfa Derick, pero el primero sentía como si estuviera viendo a un extraño. No había ninguna familiaridad que pudiera sentir de él.
—Cane, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos —el alfa Derick inició la conversación—. Estaba realmente sorprendido de cuánto había crecido Cane. A pesar de eso, el alfa Derick todavía podía ver al joven, que no le gustaba hablar mucho. —Sigues siendo tan callado como recuerdo.
—¿Vas a rendirte? —Cane preguntó en tono tajante.”
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