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Capítulo 103: Capítulo 103 – Domesticando la Amenaza de Guerra – 5 Capítulo 103: Capítulo 103 – Domesticando la Amenaza de Guerra – 5 —¡Supervisor! —gritó uno de los guardias, pero no podían abandonar su posición. Si el fuego dorado se extendía más allá del perímetro, toda la academia estaría en peligro.
El escorpión preparó su golpe final. El supervisor, parcialmente paralizado por el veneno, apenas podía mantener una débil barrera de hielo.
—¡Mátalo ya! —El aguijón descendió como un rayo quitinoso.
Solo tenía que acabar con el único rango plata y entonces el escorpión podría ayudarle con el director para despejar el camino.
Pero una masa de roca viva interceptó el ataque.
El Behemot de piedra de Yang golpeó al escorpión, su masivo puño absorbiendo el impacto del aguijón venenoso sin dificultad, la sustancia cristalina apenas marcando su superficie rocosa.
—Disculpa el retraso —Yang ayudó al supervisor a levantarse mientras su bestia mantenía al escorpión a raya—. Los estudiantes están seguros, protegidos por los otros profesores en el refugio.
El mercenario hizo un clic de irritación con la lengua. —Más interferencias innecesarias…
La presencia de Yang se manifestaba como una ola de poder rango plata que hacía que el agente girara levemente su cabeza. Sus sentidos ampliados detectaban claramente el nivel de amenaza.
‘Otro plata,’ evaluó mientras dirigía mentalmente a su escorpión hacia la nueva amenaza. ‘El behemot es ligeramente más fuerte que el pingüino, será un problema para el escorpión, no es que no haya más enemigos pero…’
Sus ojos se movieron brevemente hacia algunos de los guardias rango bronce que aún contenían los fuegos. Ni siquiera se molestó en rastrearlos, sus ataques apenas arañarían sus plumas doradas.
‘Pero los platas podrían perforar mi defensa, y si trabajan juntos con el director…’ sus alas se tensaron mientras calculaba. ‘Necesito terminar esto rápidamente.’
El escorpión se lanzó contra el behemot, su aguijón buscando puntos débiles en la roca viva. Yang retrocedió, arrastrando al supervisor, coordinando a su bestia para mantener a la criatura abisal a raya.
—¡Basta de juegos, Director! —El mercenario batía sus alas con más fuerza y urgencia, creando una ráfaga de viento que reducía las llamas doradas de Ignacio.
El Director quedó momentáneamente expuesto, sus llamas incapaces de reformarse con la suficiente rapidez contra el viento cortante.
‘Él es mío,’ sonrió el mercenario. Sin el poder rango oro del Director, la mayoría de los platas no supondrían una amenaza. Podría recuperar su huevo y retirarse antes de la ayuda del rey…
Algo estaba mal.
El Director estaba sonriendo.
Fue solo un instante, un leve tirón de sus labios, pero el mercenario lo notó. Sus sentidos intentaron expandirse, buscar la trampa, pero…
¡CRACK!
Una fuerza brutal impactó contra su pierna por detrás de la rodilla. Sus piernas, transformadas con el poder del hipogrifo, resistieron la mayor parte del daño, pero se doblaron bajo el golpe preciso.
El mercenario perdió el equilibrio, sus alas intentaban desesperadamente compensar. ‘¿Qué…? ¿Cómo no lo sentí…?’
Lin rodó por el suelo, su grulla manifestándose alargando y aumentando especialmente el poder de sus piernas. La patada había sido perfecta, toda la fuerza de su bestia concentrada en un solo punto de impacto.
En la caída del mercenario, Lin aprovechó su posición baja para ejecutar un giro imposible, su pierna transformada conectando brutalmente con el pico-mandíbula del agente. El impacto fue devastador, haciendo que la cabeza del mercenario se sacudiera violentamente hacia atrás.
La mano derecha del Director se liberó y sus garras descendieron como un rayo dorado.
A través de su visión borrosa, el agente vio al Director lanzarse, sus garras doradas apuntando directamente a su garganta. La conciencia se le iba, el golpe de Lin había sido calculado para dejar inconsciente…
Logró cubrirse en el último momento, aunque el costo…
Sangre y plumas doradas llenaron el aire mientras el brazo del mercenario caía cortado.
El dolor le ayudó a superar su visión borrosa con adrenalina, vio al Director lanzarse hacia adelante, sus garras doradas apuntando de nuevo directamente a su garganta.
—Todavía tengo eso… Pero fallaré en mi misión, debería mantener este secreto… Pero ¿acaso mi vida tiene menos valor? ¡No, al diablo con eso!
Sus alas se extendieron con una explosión de poder, creando una onda de viento tan intensa que tanto Lin como Ignacio fueron empujados hacia atrás en el último momento.
—¡Maldito seas! —rugió el mercenario mientras su escorpión se disolvía en una esfera de luz violeta que retornaba a su cuerpo. Sus alas no dejaban de batir con gran fuerza, manteniendo la distancia mientras de su muñón sangrante emergía una pinza que reemplazaba la herida.
—¡Lo pediste! —su voz sonaba distorsionada por la rabia y el poder mezclado de ambas bestias.
—¿Quieres saber cómo llegué tan lejos, Director? ¿Cómo pude mapear las profundidades sin que los túneles cambiantes me perdieran? —El mercenario pensaba.
El aire comenzó a vibrar con una energía extraña mientras el mercenario sacaba una esfera de su bolsa que brillaba con un aura morada y la alimentaba con maná.
—¡Las venas abisales nunca cambian! Y justo por debajo de rango oro, antes de que las bestias alcancen el platino y puedan cruzar la barrera… existe la capa abisal.
La tierra debajo de sus pies comenzó a temblar. Lin y el Director intercambiaron miradas preocupadas.
Ignacio entrecerraba los ojos, estudiando los patrones de mana que emanaban del mercenario. La energía tenía un… comportamiento familiar. Algo que había leído la teoría en tomos antiguos, en los archivos más viejos del reino.
—Así que esto es —murmuró mientras intensificaba sus llamas y trataba de resistir el viento—. No solo domesticaron bestias abisales… encontraron una forma de navegar el abismo mismo.
El mercenario no respondió, pero su sonrisa se ensanchó. Sus alas batían con más fuerza mientras el temblor aumentaba.
—¡Solo nosotros podemos navegar esa capa de 500 metros! De 1,500 a 2,000 metros de profundidad, donde las hordas interminables de monstruos hacen imposible el paso para otros! —exclamó.
—La capa entre oro y platino —avanzó el Director, logrando avanzar a pesar del viento cortante, sus llamas aumentando en intensidad—. Donde las hordas hacen imposible el paso para aquellos por debajo de rango platino…
Su sonrisa se volvió salvaje mientras el temblor aumentaba.
—Así es como pudiste mapear las profundidades cambiantes y llegar hasta aquí —Ignacio sintió cómo las bestias en los niveles inferiores se agitaban, respondiendo a una frecuencia que solo ellas podían percibir completamente.
—Jajaja, maldito viejo perceptivo… ¡Así es! ¿Sabes por qué? ¡Porque nos reconocen como sus camaradas! ¡Los abisales saben que somos sus hermanos! ¡Así que despídete de tu seguridad, siempre tendremos formas de alcanzarte cuando menos lo esperes! —la risa del mercenario resonaba con la vibración del suelo.
El viento se intensificaba mientras la aura violeta del mercenario crecía. Ya no intentaba ocultar su conexión con el abismo, cada latido de sus mutaciones hacía temblar la tierra con más fuerza.
Ignacio concentraba todo su poder, las llamas doradas de su fénix alcanzando una intensidad cegadora mientras se preparaba para su ataque más poderoso. El calor era tan intenso que los árboles circundantes comenzaban a marchitarse, sus hojas rizándose y ennegreciéndose.
Tenía que detenerlo cueste lo que cueste.
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