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Capítulo 104: Capítulo 104 – Domesticando a los Alienígenas Capítulo 104: Capítulo 104 – Domesticando a los Alienígenas El viento se intensificó mientras el aura violeta del mercenario crecía. Ya no intentaba esconder su conexión con el abismo, cada latido de sus mutaciones hacía temblar la tierra con más fuerza.

Ignatius concentró todo su poder, las llamas doradas de su fénix alcanzando una intensidad cegadora mientras se preparaba para su ataque más poderoso. El calor era tan intenso que los árboles circundantes comenzaron a marchitarse, sus hojas rizándose y ennegreciéndose.

Tenía que detenerlo como fuera.

Yin había encontrado una manera de navegar los 500 metros del abismo. El espacio donde sólo reinaban las criaturas abisales. Pero si el mercenario había hecho el primer mapa…

Entonces quizás todavía podría destruirse antes de que otros siguieran su camino.

Ignatius liberó todo su poder en una ola de fuego dorado.

Por un momento, el campo de batalla se transformó en un infierno de luz y calor mientras ambas fuerzas luchaban por la supremacía.

Con un rugido que hizo temblar a los árboles, el Director logró perforar la barrera de viento… pero cuando las llamas se disiparon, el mercenario había desaparecido.

En su lugar, un hoyo se abría en la tierra. El temblor se intensificaba mientras el eco de una risa distante resonaba desde las profundidades, un sonido que parecía venir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo.

—Se ha ido —Lin se acercó al borde del hoyo—. Directo a las profundidades.

Ignatius dio un paso hacia el hoyo, pero sus piernas temblaron ligeramente. El uso prolongado de tanto poder había pasado factura, plumas doradas cayendo de su forma parcialmente manifestada.

—No —Lin puso una mano sobre su hombro—. Bajar ahora sería suicida. No tienes especialidad terrestre y estás exhausto.

—Pero si escapa… —el Director apretó sus puños, sus llamas doradas parpadeando débilmente como brasas moribundas.

—Director —Yang se acercó, llevando al supervisor inconsciente. Las áreas afectadas por el veneno se habían expandido, cubriendo gran parte de su costado con un brillo de otro mundo—. Necesitamos ayuda aquí.

Ignatius evaluó rápidamente la situación. Sus llamas podrían neutralizar el veneno.

—Mantengan el perímetro vigilado —ordenó mientras se arrodillaba junto al supervisor. Sus manos brillaban con un fuego más suave y controlado que danzaba sobre las áreas infectadas.

Lin y Yang organizaron a los guardias restantes. La mole de piedra se posicionó cerca del hoyo mientras las bestias terrestres reforzaban las posiciones defensivas, creando campos de protección superpuestos.

El fuego dorado del Director trabajaba metódicamente, quemando el veneno y curando el tejido subyacente. Gotas de sudor corrían por su frente, le quedaba poca energía después de sus masivos ataques.

Un rugido surgió de las profundidades, un sonido diferente a todo lo que habían escuchado alrededor de las profundidades de la academia normal.

—¡Vienen! —gritó uno de los guardias, su bestia terrestre temblando ante el sonido alienígena.

La primera bestia emergió del hoyo como una sombra retorcida. Su cuerpo, una masa de quitina y tejido, apenas tuvo tiempo de tocar el suelo antes de que las llamas del Director la consumieran, el grito de muerte de la criatura resonando de manera antinatural.

Había terminado de curar al supervisor justo a tiempo.

Pero la criatura no estaba sola.

Más bestias comenzaron a emerger, cada una más grotesca que la anterior. El behemoth de Yang aplastaba varias con sus puños masivos mientras Lin usaba su velocidad potenciada por la grulla para interceptar y rechazar a aquellas que intentaban flanquear su posición.

Un nuevo rugido, esta vez de otra dirección, este más profundo y resonante.

—¡Señor! —uno de los guardias señaló al este—. ¡Están emergiendo del suelo creando nuevas entradas!

Lin maldijo mientras alejaba a una bestia que intentaba sorprenderla por detrás. Los monstruos estaban utilizando los túneles de las minas, emergiendo a través de múltiples puntos en un patrón de ataque coordinado.

—El refugio —sus ojos se ensancharon con preocupación—. Ren y los otros niños…

♢♢♢♢
Los impactos comenzaron como vibraciones sutiles bajo sus pies, como el preludio a un terremoto.

Los hongos en el cabello de Ren pulsaron con alarma, detectando algo que se movía bajo el suelo del refugio, algo que hacía que sus patrones habituales fluctuaran erráticamente.

—¿Qué es eso? —susurró Klein, su anterior bravuconería olvidada frente a lo desconocido.

Los impactos se intensificaron. Algunos estudiantes comenzaron a murmurar con preocupación.

—¡Mantengan la calma! —La voz de un profesor resonó a través de la cámara—. Este refugio fue diseñado para resistir cualquier emergencia. Las paredes están hechas con varios metros de roca sólida reforzada.

Otro impacto, más fuerte. Los hongos de Ren pulsaban con mayor intensidad, su brillo adoptando un patrón inusual.

—Incluso si fuera una invasión de gusanos —continuó el profesor mientras otros maestros organizaban a los estudiantes mayores en formaciones defensivas—, la capa de tierra negra en la construcción hace imposible que penetren. Es completamente seguro.

Klein avanzó, sus ojos fijos en el suelo, todos los pensamientos de su anterior enfrentamiento con Ren olvidados ante una amenaza mayor.

—Profesor —llamó con voz tensa—. Pero mire el suelo…

Ren lo vio al mismo tiempo. Una grieta, apenas visible, comenzando a formarse en la roca sólida. Los hongos en su cabello pulsaron, como si detectaran algo completamente ajeno a su base de conocimiento.

—Imposible —murmuró el profesor, acercándose a inspeccionar—. Esta roca está específicamente tratada para…

Otra grieta apareció, conectando con la primera.

Los hongos de Ren pulsaron con más urgencia. El patrón de mana que detectaban no era natural, no era como nada que hubieran encontrado en las minas.

—Profesor —Ren retrocedió—. Esos no son gusanos.

Como si confirmaran sus palabras, más grietas comenzaron a aparecer.

Klein también retrocedió, su león cubriéndolo protectoramente. Ren vio miedo genuino en los ojos del noble, toda pretensión de superioridad olvidada.

—¡Todos atrás! —El profesor comenzó a manifestar su bestia.

Los temblores cesaron abruptamente. Un pesado silencio cayó sobre el refugio mientras los estudiantes contenían la respiración, el único sonido el zumbido sutil de las bestias manifestadas.

—¿Se terminó? —murmuró Klein, su león dorado aún alerta, su melena erizada de tensión.

Las grietas cristalinas en el suelo comenzaron a expandirse de nuevo.

—¡Mantengan distancia!

Min y Taro llegaron corriendo, sus rostros pálidos de miedo.

—¡Ren! —Taro se detuvo a su lado, su escarabajo manifestándose por los nervios—. Solo tú puedes saber qué es…

El suelo explotó.

La primera criatura que emergió hizo que los hongos de Ren pulsaran con total confusión. Su cuerpo era una columna vertical de tejido púrpura translúcido, sin una cabeza distinguible, solo una serie de anillos concéntricos que pulsaban con su propia luz.

De su centro emergieron tentáculos.

—Por todos los… —Min no pudo terminar la frase.

Otra criatura emergió.

Esta tenía un exoesqueleto segmentado que relucía con tonos violáceos, pero los segmentos no seguían ningún patrón reconocible. Se superponían y entrelazaban como si estuvieran en constante movimiento.

Los hongos en el cabello de Ren no podían procesar la información que estaban recibiendo. Estas bestias no seguían su lógica conocida.

—No hay información —murmuró Ren mientras sus hongos trataban de analizar a las criaturas—. Es como si… como si vinieran de algún lugar completamente diferente.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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