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Capítulo 59: Capítulo 59 – Batalla de Domadores Capítulo 59: Capítulo 59 – Batalla de Domadores —Última advertencia —la voz adquirió un tono más amenazante.
—Baja tus alas, Zhao. O veremos cuánto tiempo pueden sobrevivir estos niños cuando la tienda caiga y los Acechadores entren en su frenesí alimenticio.
El sonido sobre sus cabezas era ahora ensordecedor, docenas, quizás cientos de Acechadores Sombríos golpeando contra la protección, hambrientos, enloquecidos, esperando. Su frenesí colectivo creaba una sinfonía de perdición inminente que hacía temblar incluso a los estudiantes más valientes.
Las figuras cubiertas de tela negra permanecían en las entradas de la tienda, creando una sensación de asedio silencioso. Su presencia sola parecía hacer el aire más pesado, más opresivo, como si la misma oscuridad hubiera tomado forma física.
Los auxiliares formaron un círculo protector, sus bestias manifestándose como patrones de poder a través de sus cuerpos, escamas, pelo y plumas reluciendo débilmente en la luz tenue. Cada uno de ellos sabía que contra una horda de Acechadores Sombríos enloquecidos, sus probabilidades eran escasas en el mejor de los casos.
Zhao avanzó. Las figuras encapuchadas se tensaron, pero no retrocedieron. Su inmovilidad era más amenazante que cualquier movimiento que pudieran haber hecho.
—Me pregunto si Yino ha caído tan bajo como para amenazar a niños.
Su búho se fusionó con él sin fanfarrias, un cambio sutil en el aire, una presencia que se esparcía como tinta en el agua.
—El famoso Cazador de Yano —la voz desde afuera sonaba divertida, pero había un borde de precaución en ella—. Tu reputación te precede, Zhao. ¿Cuántos de los nuestros has rastreado y eliminado volando sobre la frontera abisal? ¿Veinte? ¿Treinta?
—Cuarenta y dos —Zhao respondió con la misma calma con la que podría discutir el clima.
Zhao se mantuvo erguido, su búho manifestándose en su piel. No era la bestia ostentosa que muchos esperarían de alguien con su reputación, pero aquellos que conocían la historia del Cazador entendían que su poder residía en la precisa letalidad del usuario, no solo en la fuerza bruta de su Bestia Plata 3.
—Todos ellos mejores que tú. Ninguno lo suficientemente estúpido como para atacar en mi territorio. Cometiste un error al venir aquí.
No era solo un profesor, el Cazador de Yano, como se le conocía en la frontera, era famoso por su habilidad para rastrear y eliminar amenazas del reino rival. Su propio nombre era pronunciado con miedo y respeto en ciertos círculos.
Las hojas se presionaron más profundamente en la tela de la tienda. Los impactos de los Acechadores Sombríos creaban un ritmo frenético en el techo, su hambre colectiva creciendo con cada momento que pasaba.
—¿Error? No, viejo amigo. Este lugar… estos campos de entrenamiento que has usado por generaciones. Los conocemos mejor de lo que crees.
Zhao no mostró reacción, pero su mente trabajaba rápidamente. Esa información no debería estar disponible para Yino. A menos que…
—Tenemos una propuesta simple —continuó la voz—. Luna, Klein, Feng y Astor. Entrégalos, y los otros cuarenta y seis estudiantes vivirán. Es un trato generoso.
Los estudiantes nombrados se tensaron.
Luna, su lobo sombrío manifestándose brevemente antes de fundirse de nuevo en las sombras. Klein, su león dorado brillando con furia contenida. Feng, cuya cobra roja creaba patrones escarlata en su piel. Astor, el rinoceronte azul palpando con poder bajo su superficie.
—¿Y si me niego? —Zhao mantuvo su tono casual, como si discutiera el clima del día en lugar de las vidas de sus estudiantes.
—Entonces —las figuras presionaron sus hojas más profundamente en la tela de la tienda, creando patrones ominosos de tensión en el material protector— tendremos que conformarnos con asegurarnos de que Yano pierda una generación entera de talentos prometedores. No es nuestro objetivo preferido, pero…
Los auxiliares estaban listos para luchar, pero Zhao podía ver la preocupación en sus ojos. Incluso con todas sus habilidades combinadas, proteger a cincuenta estudiantes de una horda de Acechadores Sombríos enfurecidos, además de algunos atacantes adicionales de rango desconocido, sería imposible.
La matemática era simple y brutal.
—Tienes que tomar una decisión, Cazador —la voz sonaba casi compasiva ahora—. Cuatro vidas, o cincuenta? Los herederos de algunas familias nobles, ¿o una generación entera de estudiantes?
—Cuatro vidas o cincuenta, esa es la elección que me estás dando. ¿Verdad? —Zhao repitió lentamente—. Curioso…
Las figuras negras se movieron inquietas. Algo en la calma de Zhao las perturbaba más que cualquier muestra de poder hubiera podido.
—¿Sabes por qué me llaman el Cazador de Yano? —avanzó, y aunque las hojas se presionaron más profundamente en la tela de la tienda, ninguna figura se atrevió a cortarla.
—No es por la cantidad de enemigos que he eliminado. Es porque nunca, ni una sola vez, he dejado escapar a un único objetivo.
Algo cambió en la postura de Zhao… un cambio tan sutil que solo los más observadores lo notaron.
Los auxiliares formaron un círculo más apretado alrededor de los estudiantes. Pero todos sabían que contra una horda de Acechadores Sombríos enloquecidos…
—Mi elección… —su voz se volvió peligrosamente suave.
Las figuras negras se tensaron cuando sintieron el cambio en el aire.
Plumas plateadas brillaron en la oscuridad, moviéndose con velocidad letal.
Diez plumas, diez objetivos.
Las cabezas de las figuras negras en su punto de mira.
El ataque fue tan repentino que dos de las figuras encapuchadas ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar. Las plumas perforaron sus máscaras con precisión mortal, sus cuerpos colapsando antes de que pudieran gritar.
Los otros fueron más rápidos.
Algunos se agacharon, otros se cubrieron con los brazos, y algunos se retiraron detrás de los pliegues de la tienda. Las plumas plateadas cortaron el aire donde sus cabezas habían estado momentos antes.
El primer corte en la tela de la tienda fue el comienzo de la tormenta.
—¡Tonto orgulloso! —la voz del líder resonó con furia mientras las figuras comenzaban a arrancar la tela protectora.
Los cortes en la tienda se multiplicaron rápidamente mientras los enemigos atacaban. Los primeros Acechadores Sombríos comenzaron a entrar, sus cuerpos negros casi invisibles en la penumbra.
—Podrías haber salvado a cuarenta y seis estudiantes, —continuó el líder mientras más medusas se deslizaban a través de las aberturas. —Pero tu orgullo los ha condenado a todos.
—El orgullo no tiene nada que ver, —él respondió mientras lanzaba una pluma que eliminaba al primer Acechador que se acercaba demasiado. —Simplemente me niego a negociar con monstruos que toman niños como rehenes.
El sonido de la tela rasgándose fue su única respuesta mientras más y más medusas comenzaban a inundar el espacio.
Las plumas plateadas de Zhao brillaban en la oscuridad mientras eliminaba a otra medusa que se deslizaba a través de los cortes. Sus ojos, agudizados por su búho y décadas de caza nocturna, detectaban cada movimiento en las sombras como si fuera de día.
«Treinta y siete», contó mentalmente mientras otra pluma encontraba su objetivo. Los cuerpos de los Acechadores caían, pero seguían siendo peligrosos incluso en la muerte, su habilidad para absorber mana persistiendo durante días.
Más cortes aparecieron en la tela de la tienda. Las figuras negras coordinaban sus ataques, creando aperturas estratégicas que permitían que más Acechadores entraran.
—¡Mantengan la formación! —Zhao ordenó a sus auxiliares mientras otra pluma volaba de su mano.
Los auxiliares redujeron el círculo aún más… Zhao se confundió por un momento, estaba reducido demasiado.
¿Había ahora menos estudiantes?
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