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Capítulo 97: Capítulo 97 – Domesticando al Merodeador Capítulo 97: Capítulo 97 – Domesticando al Merodeador —¡Al diablo! —exclamó—. Voy a recuperar ese huevo.

Las garras del grifo se hundieron en la piel cristalizada, buscando el punto exacto donde reposaba el núcleo.

No debería ser muy difícil recuperarlo, pero no podía permitirse bajar la guardia. No después de sentir a alguien observándolo, aquella presencia sutil que casi se le escapa.

Las garras encontraron su objetivo. El núcleo de la hidra pulsaba débilmente, su poder aún activo incluso después de la muerte de la bestia. Sus últimos alientos resonaban con fuerza menguante.

«Alguien estaba allí», pensó mientras trabajaba. Las marcas de mana en el aire eran sutiles, pequeñas distorsiones donde alguien se había transportado, como ondas en un estanque invisible.

«¿Un espíritu fuego fatuo? ¿Una hada de luz mineral? ¿Un lobo sombrío?»
Las 3 eran posibilidades, pero tenían algo en común… Eran bestias muy costosas, del tipo que solo los verdaderamente privilegiados podían permitirse.

Bueno, el lobo dependía de la suerte pero aún así era bastante caro.

El núcleo finalmente cedió a su toque experto.

Incluso si por alguna razón no pudiera recuperar el huevo, esto sería su seguro.

Transformando su boca en la del escorpión, tomó un gran trozo de la carne rica en mana de la hidra y la consumió, sintiendo el poder recorrer su cuerpo mutado.

Los patéticos monstruos de esta profundidad se deleitarían con las heridas que había dejado en el cuerpo de la hidra… Algunos con seguridad subirían de rango, no lo merecían.

Justo como el idiota que robó el huevo tampoco lo merecía.

Guardó el núcleo en su mochila y comenzó su ascenso. El rastro de la persona que los había observado ahora era más claro, acercándose al lugar donde había sentido la presencia, pequeños puntos donde el espacio había sido brevemente distorsionado por el mana.

Aunque honestamente, no era necesario. Delante de él…

La destrucción que la hidra había causado en su persecución también marcaba un camino bastante claro.

Muros pulverizados, túneles violentamente ensanchados, contando la historia de una persecución desesperada.

«¿Podría haber sido la misma persona?», se preguntó mientras escalaba.

A 200 metros encontró los primeros indicios de ocupación regular, túneles trabajados metódicamente, marcas de herramientas. Estaba entrando en territorio minado.

La pendiente helada apareció ante él a 150 metros.

Parecía que habían querido que la hidra abandonara la persecución.

Una idea improvisada pero efectiva, el hielo era lo suficientemente grueso como para complicar el ascenso incluso para una bestia de su nivel.

Pero lo más interesante era lo que sentía al otro lado.

Una presencia oculta entre las rocas. Débil, apenas perceptible desde esta distancia… de rango bronce, probablemente. El escorpión se agitaba, deseoso de eliminar al testigo.

—No —pensó mientras estudiaba la situación—. Podría tener información.

Sacó su mapa, calculó su posición y lo superpuso con otro que su empleador había obtenido de la ciudad de Yano, estudiando cuidadosamente su ubicación.

—La academia central —se dio cuenta con sorpresa—. Estamos debajo de una de las academias más prestigiosas de Yano.

Una sonrisa se formó en sus labios. Si el huevo había llegado hasta aquí, quizás recuperarlo no sería difícil. Una institución llena de estudiantes débiles, con solo unos pocos profesores peligrosos para él.

Pero entonces esa presencia podría haber sido un estudiante rico… Era particularmente débil y no parecía estar ocultando su mana.

La presencia al otro lado de la pendiente se movió ligeramente. ¿Un miserable guardia escolar, tal vez? ¿Alguien encargado de detener a los estudiantes, lidiar con miserables gusanos o retrasar hordas, seguramente… Aún mejor, alguien que probablemente había visto todo lo sucedido.

Su escorpión manifestó por completo su cola, goteando veneno abisal suavemente.

Hora de hacer algunas preguntas.

♢♢♢♢
—Verás… —Ren intentó su mejor expresión inocente—, estaba buscando la flor para ti cuando escuché un rugido y una vibración fuerte. Intenté regresar por mi túnel pero se había colapsado parcialmente…

Lin mantenía los ojos fijos en él, con una expresión escéptica.

—Entonces… Tuve que tomar el camino largo —continuó Ren, evitando su mirada—. Por la pendiente principal, aunque sabía que los guardias me regañarían. Y bueno, fue cuando la hidra me vio.

—¿La hidra te vio? —Lin cruzó los brazos.

—¡Pero estaba muy cansada! —añadió rápidamente—. Apenas podía moverse. Por eso pude escapar.

—¿Y si solo hiciste eso entonces por qué tenías una intoxicación de mana tan fuerte?

Ren empezó a sudar. Los hongos en su cabello pulsaban nerviosamente mientras buscaba otra explicación creíble.

—Bueno, verás, cuando estaba…

El sonido de pasos apresurados en el pasillo lo interrumpió.

Un grupo de estudiantes pasó corriendo por el dispensario. Luna apareció en la puerta, su respiración agitada.

—Todos a los refugios —anunció, su compostura habitual reemplazada por urgencia contenida—. El Maestro Yang está evacuando a los estudiantes.

Taro, que había estado pretendiendo ser invisible en un rincón, se enderezó. —¿Evacuando? ¿Por qué?

Luna lo ignoró, sus ojos fijos en Lin. Algo silencioso pasó entre ellas.

—Lo sospechaba —Lin se puso de pie, su expresión se volvió seria—. Es hora.

—¿Hora de qué? —Ren se levantó, pero Lin lo empujó suavemente hacia Luna junto con Taro.

—Ustedes dos —les señaló a Ren y a Taro—, vayan con Luna a los refugios. Sin desvíos, sin túneles secretos —miró significativamente a Ren—, directamente a los refugios.

—Pero… —comenzó Ren.

—Esto no es negociable —el tono de Lin no dejaba lugar a discusión—. Yo iré con Yang. Luna, asegúrate de que lleguen al refugio.

Luna asintió mientras esperaba en la puerta.

—Lin —Ren la llamó antes de que se fuera—, ¿qué está pasando?

—Con suerte, nada —respondió sin girarse—. Con mala suerte… bueno, por eso tenemos refugios.

—¡Maestra Lin! —gritó Taro.

—¿Sí?

—¿Todavía quieres las flores?

Lin desapareció por el pasillo sin responder.

—Muévanse —ordenó Luna—. Y nada de paseos como durante la excursión, hongo. No es momento para tus aventuras secretas.

Ren y Taro intercambiaron miradas mientras seguían a Luna. Más estudiantes corrían por los pasillos, algunos asustados, otros simplemente confundidos.

—Oye —Taro susurró mientras caminaban—, ¿crees que esto tiene que ver con tu…?

Ren negó con la cabeza, silenciándolo. —No lo sé, pero no debería… si al final bajó de nuevo… Pero miente al respecto —susurró.

Algo estaba pasando. Algo lo suficientemente serio como para que Lin dejara su interrogatorio sin terminar.

Y de alguna manera, él tenía la sensación de que estaba relacionado con los extraños comportamientos en las profundidades.

♢♢♢♢
Los túneles estaban demasiado quietos. El agente avanzaba con cautela.

El guardia al que había interrogado quedó tendido inmóvil en la pendiente helada, había resistido hasta el final, sin soltar información incluso cuando el veneno abisal había comenzado a corroer sus órganos.

—Más duro de lo que parecía.

El hipogrifo seguía manifestado, sus sentidos alerta. El escorpión pulsaba inquieto bajo su piel, las mutaciones abisales haciéndolo más sensible a las amenazas.

—Ni un solo guardia —pensó mientras se acercaba a la salida. Los puntos de control estaban vacíos, las lámparas de mana aún encendidas. Como si todos hubieran desaparecido de repente.

La luz del día se filtraba a través de la entrada de la mina. Demasiado brillante después de tanto tiempo en la oscuridad, no salió, sus ojos necesitarían tiempo para ajustarse.

Se detuvo a varios metros de la salida, manteniéndose en la sombra. Sus bestias se tensaron, detectando algo que no podían identificar completamente.

El silencio era antinatural. Ni siquiera el viento parecía atreverse a soplar.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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