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Capítulo 965: 965 Breve Crisis Capítulo 965: 965 Breve Crisis Editor: Nyoi-Bo Studio En el último piso de un pequeño edificio, un hombre de cabello negro y ojos marrones que vestía ropas de color oscuro estaba mirando el tráfico de armas no muy lejos.

Este hombre que parecía tener veintiocho años no pudo evitar decir: —¿Realmente consiguió que Maysanchez aceptara el trato?

Oh, Santo Señor de las Tormentas, Alfred, si hubiera sabido que sería así, bien podríamos haber llevado a cabo la misión la misión nosotros mismos.

¡Incluso deduciendo todos los gastos, aún deberíamos ganar al menos 20.000 libras!

El hombre a su lado era un joven con una gabardina negra.

Parecía tener veinticuatro años y tenía cabello rubio resplandeciente y ojos azules que inspiraban la sensación de observar un lago.

Su apariencia y porte eran excelentes.

Respondiendo al nombre de Alfred, sacudió la cabeza y dijo: —No, eso sería demasiado llamativo.

La lealtad de Maysanchez siempre fue dudosa.

Desconociendo su opinión particular sobre ciertos asuntos, apresurarnos en discutir directamente con él un acuerdo para traficar armas, sería muy, muy peligroso.

Dwayne Dantès se merece las veinte mil libras de ganancia porque se atreve a correr ese riesgo.

El hombre de cabello negro y ojos marrones bromeó de inmediato: —¡Pensar que Alfred Hall, quien ha liderado contadas docenas de hombres a asaltar un batallón de más de mil soldados, diría que no se atreve a correr ciertos riesgos!

Alfred le lanzó una mirada, contestando: —Pagani, esto no es lo mismo.

Aquello fue posible porque confiaba en eliminar su centro de comando.

Y sin liderazgo efectivo, mil tropas dispersas bien podrían ser tan formidables como mil cerdos…

Además, esta transacción es únicamente una prueba.

El punto a evaluar es poder establecer comunicaciones y establecer un canal.

Si lo hiciéramos nosotros mismos, ¿A quién buscaríamos la próxima vez?

¿Y después de eso?

Si optáramos por ese método, eventualmente terminaríamos expuestos.

Una vez que eso suceda, todo caerá en el terreno de la diplomacia.

Además, con nuestros acuerdos profundizándose y ampliándose, eso podría provocar que semidioses de otras facciones se fijen en nosotros.

Eso significaría peligro.

—Ja, ja…

—dijo Pagani con una sonrisa—: ¿Cómo podrían semidioses fijarse en acuerdos de tráfico de armas tan pequeños?

Cada facción cuenta con un número limitado de semidioses.

Y con seguridad se encuentran más que ocupados resolviendo innumerables problemas.

—Lo sé.

Solo estoy dando un ejemplo —respondió Alfred con un tono serio.

Pagani dejó de insistir en dicha cuestión y volvió su mirada hacia Dwayne Dantès, quien estaba fuera del depósito.

—Se dice que este caballero es muy generoso.

Donó acciones por valor de más de diez mil libras a la Iglesia de la Nocheterna poco después de llegar a Backlund.

¿Es eso un ejemplo de las inversiones tempranas que sueles mencionar?…

…Además, parece estar trabajando en la misma fundación de caridad que tu hermana.

Tsk, hombres como él siempre son bien considerados por las señoritas.

Es guapo y tiene un porte sobresaliente.

Es inteligente, experimentado y astuto.

Ha visto todo tipo de mujeres, y está en edad de “sentar cabeza” y posiblemente formar una familia.

Alfred, tienes que advertirle a Audrey que un casanova siempre será un casanova, el carácter moral de una persona es un atributo que no puede modificarse.

No puedes dejar que la joya más deslumbrante de Backlund caiga en manos de este tipo.

Alfred volvió la cabeza para mirar a Pagani.

—No es necesario que muestres ninguna preocupación sobre tales asuntos.

Audrey no es una mujer joven y despistada.

Su conocimiento del mundo es mucho más maduro de lo que imaginas.

Además, mi padre y mi madre están en Backlund.

Ellos son más que capaces de evitar que situaciones desagradables —al decir eso, Alfred miró el depósito de armas cercano y se detuvo, luego añadió—: Maysanchez realmente envió a Haggis.

Iré a saludarlo.

«Este no es el mejor momento para forzar un encuentro casual, si…» Justo cuando Pagani estaba a punto de hablar, Alfred ya se había dado vuelta para bajar las escaleras.

Klein, en forma de Dwayne Dantès, no trajo ningún sirviente consigo.

Sostenía su bastón con incrustaciones de oro y estaba acompañado por el representante de Maysanchez, Haggis, fuera del depósito.

Veían cómo se llevaban cajas de municiones para cargarlas en transportes.

En ese momento, giró su cuerpo al sentir algo y miró hacia otra parte.

La persona que se reflejaba en sus ojos era un hombre joven que llevaba una gabardina sin sombrero.

Su cabello rubio estaba peinado hacia atrás y sus ojos azules parecían un lago bajo un cielo claro y brillante.

Era alto y con una buena constitución.

Cada uno de sus movimientos irradiaba un indescriptible sentido de dignidad.

Incluso sin tropas que lo rodearan, la autoridad que ejercía era obvia.

—¡Alfred!

—gritó Haggis entre encantado y sorprendido al notar también la presencia del hombre.

«Alfred…

El segundo hermano mayor de la Srta.

Justicia…

La sensación que irradia parece propia de la ruta del Árbitro…» Klein levantó la mano derecha y se quitó el sombrero de copa para presionarlo contra su pecho como una forma de saludo.

Después de que Alfred Hall saludó a Haggis, se volvió para mirar a Dwayne Dantès: —Su personalidad está muy extendida por todo Backlund.

Incluso estando en Balam Este he oído hablar de usted.

«¿Mi personalidad?

¿Una personalidad traficando armas?» Bromeó por dentro, por fuera se rio entre dientes—: Solo me encargo de hacer cosas que creo son necesarias.

Alfred asintió con la cabeza.

—¿Supongo que no necesito presentarme formalmente?

Haggis debería haberme mencionado.

—Sí, Coronel Hall —respondió Klein con una sonrisa—: Al llegar, me enteré que la Srta.

Audrey tiene otro hermano aquí en el Continente Sur.

Sé que sirvió en el ejército y ha logrado hazañas impresionantes.

Alfred fijó su mirada en el rostro de Dwayne Dantès y cambió el tema: —Pensé que aprovecharía la oportunidad de trabajar en la Fundación Caritativa de Becas de Loen, pero me sorprendió al elegir venir al Continente Sur.

Siempre manteniendo la misma sonrisa, Klein explicó: —Que un extraño logre ingresar de verdad a un círculo social preexistente es casi imposible simplemente haciendo donaciones, realizando obras de caridad y organizando bailes y banquetes.

Alfred respondió de forma breve: —Muy sabio.

Después de intercambiar algunas bromas, le preguntó a Haggis: —¿Pasó algo en Cookawa?

Parecía bastante serio.

Haggis esbozó una sonrisa y dijo: —No estoy muy seguro.

Me escondí en un búnker subterráneo en la residencia del general.

Más tarde escuché que hubo una tormenta eléctrica en la Plaza del Renacimiento.

—¿Una tormenta eléctrica?

La mirada de Alfred se volvió hacia Dwayne Dantès nuevamente.

Klein asintió y dijo: —Así fue.

El hotel en el que me hospedaba no estaba muy lejos de la Plaza del Renacimiento.

Vi rayos continuos cayendo sobre esa área.

Todo sucedió durante el día.

La mirada de Alfred se volvió hacia Haggis una vez más.

—¿Cómo quedó el lugar cuando todo terminó?

—La mayor parte de la plaza estaba en ruinas.

Habían marcas de rayos —contestó Haggis sin ocultar la verdad en absoluto.

Alfred asintió gentilmente y señaló a un lado antes de decirles a Haggis y Dwayne Dantès: —Por el momento aún debo encargarme de algunos asuntos pendientes.

Espero volver a conversar cuando surja una nueva oportunidad.

—Hasta la próxima.

—respondió Klein cortésmente.

Parecían estar en una amena reunión social y no frente a un oscuro depósito de municiones.

Mientras veía alejarse a Alfred Hall, su cuerpo se estremeció.

Su cabeza giró bruscamente hacia un lado.

En los densos bosques que cubrían el límite entre Balam Este y Balam Oeste, una figura apareció lentamente con la espalda doblada.

De piel ligeramente marrón y un rostro carnoso.

Su ropa era holgada y tenía un estoque por la cintura.

En su mano había una máscara plateada.

Tras mirar a ambos lados, esa figura enderezó su postura.

No era otro que el Almirante Infierno Ludwell, quien había ingresado al Inframundo no hace mucho.

Sin embargo, ahora, dos intensas llamas rojas como la sangre ardían en sus cuencas oculares.

Se veía totalmente diferente a la última vez que estuvo en el mundo real.

—Me muero de hambre…

—dijo Ludwell al abrir la boca, dejando escapar un suspiro que parecía salir de lo más profundo de su pecho.

Luego desplazó su mirada a una dirección diferente, murmurando: —El dueño de esta marioneta está allí, muy cerca.

El destino hizo que volviéramos a coincidir…

Lleva un objeto de la ruta del Cazador encima.

Es perfecto para recuperar algo de mis fuerzas.

Justo cuando dijo eso, una boca ensangrentada apareció en la mejilla izquierda de la cara de Ludwell.

Esa boca macabra susurró: —Medici, ¡nuestra supervivencia es nuestra prioridad!

Cuando una marioneta pierde conexión con su dueño, ya no es diferente a un muerto ordinario.

El espíritu remanente buscará regresar rápidamente al Inframundo, lo cual le quita sustento al cuerpo.

¡Y sin el Inframundo en su interior, no podremos evitar debilitarnos hasta disiparnos por completo!

—Sí, lo más urgente ahora es encontrar otro Portero —acotó otra boca que apareció en la mejilla derecha de Ludwell.

El Ángel Rojo Medici se burló de inmediato: —Sauron, Einhorn, ¿acaso fueron mujeres en el pasado?

¡Parece que desprecian sus respectivas naturalezas como ángeles!

¡Tengan algo de orgullo!

Ese tipo pudo resistir los designios del 0-08 varias veces, lo que definitivamente implica que no es un Beyonder ordinario.

Teniendo la posibilidad de fijarnos en él y rastrearlo, ¿cómo podríamos darnos por vencidos y no aprovechar semejante oportunidad?

Una vez que esta marioneta muera por completo, ¡nuestra situación ciertamente se complicará!…

…Además, el elemento de la ruta del Cazador que lleva consigo podría extender efectivamente nuestra existencia.

Una vez que terminemos con él, aún tendremos tiempo de buscar un Portero.

La sangrienta grieta en la mejilla izquierda de Ludwell rio socarronamente.

—Medici, ¿No me digas que has sacrificado tu cerebro al Verdadero Creador?

Ese tipo claramente ha avanzado.

En nuestra condición actual, derrotar a un Hechicero Extraño no sería difícil, ¡pero matarlo es casi imposible!

Lejos de sentirse frustrado, Medici soltó una larga risa al contestar: —Eso se podría solucionar.

Mientras me permitan conjurar el nombre honorífico de mi Señor, la ayuda llegará de inmediato.

Incluso un Portero podría aparecer aquí.

La boca en la mejilla derecha de Ludwell intervino.

—Sauron, cooperemos para detenerlo y buscar un Portero.

—Está bien —aceptó sin dudar la boca en la mejilla izquierda de Ludwell.

Al ver esto, el Ángel Rojo Medici casi soltó una carcajada: —¡Han caído en mi trampa!

Por fin pude cumplir mi objetivo.

¡Con esto confirmé que ciertamente ambos fueron mujeres antes!

Las dos bocas en las mejillas de Ludwell rugieron.

—¡Cállate!…

Humph, llevamos dos mil años fusionados.

¿Crees que ya no reconoceríamos tus trucos a estas alturas?

¡No hay necesidad de volver a luchar!

Mientras hablaban, los colores alrededor del Almirante Infierno Ludwell se saturaron instantáneamente, superponiéndose entre sí.

Había entrado al mundo espiritual para atravesarlo.

Fuera del depósito de municiones, Klein finalmente apartó su mirada al sentir que su premonición de peligro desaparecía.

Durante ese momento experimentó una sensación desconcertante, pero no logró proyectar la escena correspondiente en su mente.

«¿Qué pasó?» Murmuró Klein.

Deseando no perder más tiempo, le arrojó la maleta en su mano al oficial que estaba a cargo del intercambio.

Luego le dijo a Haggis—: Todo lo demás es suyo.

Puede entregarme el resto del pago.

Se refería al pesado maletín lleno de lingotes de oro y monedas.

Haggis había planeado tomar unas copas con Dwayne Dantès una vez finalizado el intercambio, como celebración del presente acuerdo exitoso mientras discutían posibles negociaciones futuras.

Nunca esperó que Dwayne Dantès tuviera tanta prisa por marcharse.

—Sí.

Está en el transporte —dijo Haggis señalando hacia atrás.

Alfred, quien ya había se había alejado bastante, giró la cabeza y observó la situación con cierta sorpresa.

No entendía por qué Dwayne Dantès no estaba siguiendo el procedimiento acordado previamente.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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