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Capítulo 966: 966 Tren Capítulo 966: 966 Tren Editor: Nyoi-Bo Studio Al ver que Alfred lo observaba, Klein esbozó una sonrisa y asintió suavemente: —De repente sentí algo de peligro.
Dicho eso, se dio la vuelta con calma y caminó hacia el transporte que Haggis había señalado.
—Peligro…
—repitió la palabra suavemente mientras inspeccionaba con cautela el entorno, sin poder encontrar nada extraño.
Disminuyó la velocidad de sus pasos, constantemente vigilando los alrededores mientras regresaba al edificio de tres pisos cercano, manteniendo un nivel de alerta fuera de lo común.
Pagani se percató de la expresión severa que llevaba a Alfred y preguntó, algo confundido: —¿Qué pasó?
Estaba bastante lejos del depósito, por lo que no había escuchado nada de lo conversado.
Alfred se ubicó frente a una ventana y miró el convoy listo para partir tras haber cargado las municiones.
Pensó brevemente y dijo: —Dwayne Dantès se marchó de repente, dijo que sintió cierto peligro.
—¿Peligro?
—repitió Pagani mientras comenzaba a prestar atención a las inmediaciones.
No notó nada extraño, incluso cuando los hombres de Maysanchez ya abandonaron el área hasta desaparecer en la oscuridad.
Luego se rio—: Ja ja, Alfred, me parece que estás exagerando.
¡Creo Dwayne Dantès simplemente es un cobarde que no estaba dispuesto a quedarse aquí por más tiempo del necesario!
Alfred retiró su mirada y frunció el ceño.
—Quizás.
Después de regresar a su hotel, Klein hizo que Enzo, quien se había convertido en un muchacho de sangre mixta, abriera la maleta en su mano.
Sacó las monedas y barras de oro una a una, contándolas.
¡El total alcanzaba un valor de 30.000 libras de oro Loen!
«Afortunadamente, mi último acuerdo con la Srta.
Mensajera es de 10.000 monedas de oro Loen.
No necesito realizar conversiones adicionales…» Sentado tranquilamente en una silla reclinable, Klein bebió un sorbo de agridulce pero refrescante de Gwadar mientras “supervisaba” el trabajo de su marioneta.
Después de que Enzo reordenó los artículos, sacó la armónica de aventurero y la sopló.
Reinette Tinekerr salió del vacío con cuatro cabezas rubias de ojos rojos en mano.
Era como si estuviera cerca constantemente.
Sus ocho ojos se volvieron hacia el montón de monedas y lingotes de oro que habían sido apartados.
Después de unos segundos, las cuatro cabezas en la mano de Reinette Tinekerr dijeron: —Muy bien…
En el futuro…
Las misiones…
Costarán más…
«…¿Cuál es la lógica detrás de eso?
¿Por qué subes el precio después de una misión siendo que te pagué tan rápido?» Sorprendido, preguntó con la espalda recta—: ¿Qué?
Las cuatro cabezas rubias de ojos rojos de Reinette Tinekerr asintieron con seriedad al responder: —El precio de la…
Misión depende de…
Tu capacidad para…
Ganar dinero…
«Nunca esperé eso…» Klein se quedó boquiabierto, incapaz de contestar.
Después de todo, la decisión de ese tipo de aspectos correspondía totalmente a la parte que prestaba la ayuda.
Además, al avanzar a la 4ª Secuencia y convertirse en un semidiós, las futuras misiones en las que necesitaría de su asistencia probablemente aumentarían en dificultad y peligro.
Parecía razonable aumentar el precio.
Después de que Reinette Tinekerr se tragó las monedas de oro y desapareció de la habitación, Klein contuvo sus pensamientos y comenzó a hacer cálculos con respecto a su actual riqueza.
«Mis gastos han sido más que significativos recientemente.
Me quedan 17.275 libras en efectivo y 65 monedas de oro…
Este montón de lingotes de oro vale 25.000 libras…
Eso suma un total de más de 40.000 libras.
Nadie en todo el Reino de Loen menospreciaría semejante riqueza.
Podría comprarme una mansión y algunas tierras para cultivo…
Traficar armas es rentable…» Reinette Tinekerr necesitaba monedas de oro, así que gran parte de lo que quedó eran lingotes de oro.
Levantándose después de enviar los lingotes de oro sobre la niebla gris, Klein caminó hacia la ventana y fijó su mirada hacia el Norte.
Con todo el tráfico de armas finalizado, estaba listo para regresar a Backlund.
Mirando el horizonte, Klein suspiró de repente en silencio: «Backlund…» *** Municipio Norte, Universidad de Tecnología de Backlund.
Audrey estaba recorriendo el campus con algunos miembros del personal de la Fundación Caritativa de Becas de Loen.
Llevaba puesto un sencillo vestido verde claro.
Alrededor de su cintura había un cinturón de cuero blanco sin adornos.
Su cabello rubio lo cubría un sombrero velado con flores y cintas de aspecto juguetón.
No llevaba ningún otro accesorio además de un brazalete plateado en su muñeca izquierda.
Parecía una estudiante que provenía de una familia de clase media.
En los últimos días, había asistido a escuelas primarias públicas ubicadas en los límites del Municipio Este, de forma similar había visitado escuelas técnicas en los alrededores del Puente de Backlund.
Comprendía cuál era la ropa adecuada en ese tipo de recorridos, no veía el trabajo de caridad como otra potencial escena social donde lucirse.
Sus cristalinos ojos verdes se movían un poco mientras mostraba una leve sonrisa al observar a los estudiantes desplazándose por todo el lugar.
La Universidad Tecnológica de Backlund acababa de enviar sus cartas de aceptación, y era el día de matriculación para los nuevos estudiantes.
La matriculación debería haber ocurrido a fines de Agosto, o a principios de Septiembre, pero al tratarse de una universidad que se reestructuró hace poco, los exámenes de ingreso de la Universidad Tecnológica de Backlund se rendían más tarde que las demás universidades.
Eso también retrasaba la comunicación de los resultados, lo que a su vez significaba que gran parte de los estudiantes que se postularon para esta casa de estudios también habían participado en los exámenes de otras universidades, donde podrían haber sido aceptados.
Por lo tanto, los directivos adelantaron los procesos de registro para confirmar la cantidad de matriculados antes de decidir cuántos estudiantes más debían ser aceptados.
Debido a eso, Audrey y el personal de la Fundación Caritativa de Becas de Loen se presentaron para ayudar al primer grupo de solicitantes aprobados en sus procesos de matriculación.
Dondequiera que mirara, descubría que los estudiantes en el campus tenían una expresión radiante, y movimiento o ademán que realizaban irradiaba una evidente confianza.
Sus palabras y acciones desprendían un vigor indescriptible, contagiaban una inmensa esperanza que parecía iluminar el futuro.
Ese sentimiento era completamente diferente a lo que experimentó en las pocas escuelas primarias públicas que Audrey había visitado en el pasado.
Los estudiantes en aquellas instituciones eran groseros y ruidosos, o silenciosos y sombríos.
Un rasgo común entre ellos era el estar inquieto y confundido.
Al encontrarse con extraños de clase alta, se paralizaban del temor.
Sus ojos lucían aburridos, carentes del espíritu que los jóvenes deberían tener.
«Realmente deseo que esos niños tengan la oportunidad de recibir una educación superior de calidad y sean como los estudiantes de esta universidad, de esa forma podrán trabajar duro para un futuro mejor…» Mientras Audrey suspiraba en silencio, dirigió su mirada a un hombre y una mujer que probablemente eran hermanos.
El hermano mayor claramente ya formaba parte de la sociedad y trabajaba.
Llevaba un sombrero de seda y un traje formal negro bastante fino.
Parecía tener unos treinta años y tenía el aire propio de un funcionario público.
Había conseguido una cámara algo vieja, colocándola en un trípode.
Le hizo un gesto a su hermana menor para que se moviera y ajustara su pose mientras buscaba un mejor ángulo.
La hermana tendría unos diecisiete o dieciocho años, su cabello negro caía en una simple cascada sobre sus hombros y espalda.
Sus ojos marrones tenían una expresión de exasperación, pero guardaba silencio mientras escuchaba seriamente las instrucciones de su hermano.
Escenas como esa se repetían a lo largo y ancho del campus.
Algunas las protagonizaban padres con sus hijos, mientras que otras se trataban de grupos de amigos.
«Qué panorama tan hermoso…» Audrey miró hacia otro lado y continuó avanzando.
El lugar estaba dominado por una plaza, y en medio de ella había una locomotora de vapor que ya estaba fuera de servicio.
Su enorme estructura destacaba allí con orgullo, agregando un aura industrial a la Universidad Tecnológica de Backlund.
*** *¡Whoosh!* La gigantesca locomotora a vapor arrojó humo mientras arrastraba su largo cuerpo hacia la plataforma hasta detenerse.
Una niña de sangre mixta tan encantadora como una muñeca, de siete u ocho años, sostenía la mano de su madre mientras esperaban en una larga fila.
Le preguntó a su padre, de visibles raíces en Loen y Balam, sobre la Bahía de Desi.
En medio de sus jugueteos, vio a un caballero con patillas blancas y un sombrero de copa, sosteniendo un bastón con incrustaciones de oro.
Lo acompañaba un sirviente de piel morena mientras se dirigían al vagón de primera clase.
El sirviente miró a su alrededor con curiosidad y dijo: —Señor, la situación actual es diferente a lo que había imaginado.
Pensé que la gente de Balam llevaría una vida dura y difícil, en un entorno escuálido, caótico, pobre y reprimido.
Pero no encontré nada de eso.
Es más, bebimos Gwadar y fumamos cigarrillos de Balam Este.
Incluso algunas personas andaban en bicicletas.
Como sabe, aunque tengo sangre de Balam en mí, nací en Backlund.
Nunca visité el Continente Sur.
Por supuesto, a pesar de esto mi Dutanese es aceptable.
El extremadamente noble caballero de mediana edad se rio y agitó su bastón: —Eso es porque solo fuimos a las ciudades y regiones centrales que ostentan cierto desarrollo.
Las personas más tristes de Balam viven en las aldeas más externas, en las plantaciones.
Los demás no tienen otra opción que subsistir en fábricas y en barrios marginales.
Nunca nos aproximamos a esas zonas.
Como si sintiera la mirada de la niña, el caballero de profundos ojos azules y su sirviente la observaron, regalándole cálidas sonrisas.
Las comisuras de sus labios claramente se curvaron hacia arriba, revelando ocho dientes antes de asentir con suavidad, apartar la mirada y continuar su camino.
En poco tiempo, la niña y sus padres abordaron la locomotora a vapor y encontraron sus asientos.
Cuando volvió a sonar el silbato, la niña vio a un hombre con piel marrón oscura, rasgos faciales suaves y bultos rojos en sus mejillas que se acercaba con la cabeza inclinada.
Su mano sostenía el borde de su sombrero mientras caminaba rápidamente por el pasillo en dirección al frente del tren.
El hombre llamó a la puerta del compartimiento del operador, para luego entrar y decirle al conductor del tren: —Todos los trabajadores del tren han sido reemplazados por nuestros hombres.
El siguiente puente será el lugar donde ocurrirá el sacrificio.
Con un bigote grueso, el conductor del tren asintió y dijo: —Que Dios esté satisfecho con los objetos a sacrificar en este tren…
Esperemos que podamos ganarnos la vida eterna en “Su” reino.
*¡Whoosh!* La locomotora a vapor atravesó un corredor pequeño antes de cruzar un puente enorme.
Después de un largo viaje, finalmente llegó a su destino, la plataforma de embarcación.
La niña de sangre mixta, parecida a una muñeca, parecía tener sueño por lo que ya no se veía tan animada como antes.
Bajo indicaciones de sus padres, siguió a la multitud y avanzó hacia la puerta.
En la puerta había trabajadores del tren que ayudaban a algunos pasajeros a retirar sus equipajes.
Cuando la niña y sus padres abandonaron el vagón, estos asistentes doblaron las comisuras de sus labios y revelaron ocho dientes, esbozando una cálida sonrisa.
Después de que la niña saltó al suelo de la plataforma, los miró de reojo.
Vio figuras paradas frente a la puerta, discutiendo algo.
Entre ellos estaba el conductor del tren, así como el hombre con los bultos rojos en sus mejillas.
Un segundo después, esas personas volvieron la cabeza y curvaron las comisuras de sus labios, revelando ocho dientes.
La niña apartó su mirada y aceleró sus pasos mientras salía de la plataforma acompañada por sus padres.
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