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Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 11

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11: Bajo La Carne 11: Bajo La Carne Elian no sabía cuánto tiempo llevaba allí.

Los tubos habían dejado de doler.

Las agujas eran parte de su piel.

El frío metálico de la camilla, el zumbido de las máquinas, el parpadeo constante de las luces blancas…

todo eso ya no le afectaba.

Lo que le dolía ahora era otra cosa: su pecho.

Su alma.

Como si algo dentro de él estuviera siendo desenterrado a la fuerza.

Una doctora se acercó con un nuevo frasco de líquido ámbar.

Lo inyectó lentamente en la vía que cruzaba su antebrazo.

—Fase cuatro de estimulación genética —dijo la mujer a otro asistente—.

Esta debería acelerar aún más la activación de su fenotipo oculto.

Elian escuchaba sus voces aunque hablaran en susurros.

Sus oídos habían cambiado.

Su cuerpo entero…

ya no era completamente humano.

Podía oler el sudor de los técnicos.

Escuchar los murmullos de los pisos superiores.

Sentir los latidos del corazón de los ratones encerrados en jaulas.

Y sobre todo, la sangre.

Estaba en todas partes.

—¿Reacciona bien?

—preguntó Celina desde detrás del cristal polarizado.

—Más que bien —respondió un joven doctor, revisando una pantalla—.

Sus células están activando genes que ni siquiera tenemos mapeados.

Algunos marcadores son similares a los de murciélagos, otros…

a organismos que no existen en ninguna base genética.

Celina sonrió con malicia.

—Entonces su lado no humano está despertando.

—Sí, pero…

no podemos controlarlo del todo.

—No necesitamos control.

Necesitamos extraerlo.

En la sala, Elian fue trasladado a otra sección.

Una especie de cubo blanco, sin ventanas, donde solo había una lámpara cenital y cámaras.

Allí lo dejaron solo…

al menos aparentemente.

La puerta se cerró.

La luz parpadeó.

Y entonces comenzó.

Una voz robótica anunció: “Fase de prueba sensorial.

Iniciando en 3…

2…

1.” Del techo descendió una boquilla fina, que liberó un gas rojo casi imperceptible.

Elian sintió un sabor metálico en la lengua.

Luego, su pecho comenzó a latir más fuerte.

Una visión.

Rápida.

Sucia.

Una figura encapuchada sosteniendo una daga.

Un cántico.

Una explosión de luz.

Él gritó.

Cayó de rodillas.

Las cámaras giraron.

Grabaron todo.

En su sangre, el compuesto reaccionaba.

Las ondas cerebrales fluctuaban.

Y entonces, sucedió.

Sus ojos se tornaron completamente negros durante 6 segundos.

—¡¿Vieron eso?!

—gritó uno de los técnicos—.

¡Los ojos!

¡Se invirtieron por completo!

—¿Qué lectura hay?

—preguntó otro.

—Hipótesis confirmada.

Puede alcanzar un estado de concentración máxima donde se aproxima a la forma original del linaje.

Celina observaba en silencio.

Pero su mente estaba en otra parte: en la idea de la juventud eterna.

En el poder.

En lo que Elian representaba.

Cuando abrieron la sala para volver a trasladarlo, Elian ya no se tambaleaba.

Caminó por sí mismo.

Sus pasos eran lentos, pero firmes.

Sus ojos volvían al color normal…

pero dentro de sí, sentía algo despierto.

Su olfato era como el de un sabueso.

Podía oler el perfume barato de Celina desde metros.

Podía escuchar el temblor en la voz de un doctor que intentaba parecer tranquilo.

Lo sabían.

Y él también: ya no podían detener lo que estaba despertando en su cuerpo.

—¿Qué…

me están haciendo?

—logró preguntar con voz ronca.

Víctor Kael entró por una puerta lateral.

Traje oscuro, rostro sereno.

—Estamos ayudándote, Elian.

A mostrarte lo que realmente eres.

A romper esa mitad humana inútil y dejar florecer la parte que llevas escondida.

La parte que puede salvar al mundo.

O…

convertirlo en un infierno.

Elian sintió un cosquilleo en los dedos.

Un calor en la lengua.

Una energía densa recorriendo su espalda.

—No quiero ser como ustedes —dijo.

—Ya no tienes opción —susurró Víctor—.

Tu sangre…

ya eligió.

Horas después, en otro laboratorio, los doctores colocaban gotas de la sangre de Elian en muestras de tejido cancerígeno.

El tejido comenzaba a regenerarse.

A limpiarse.

A latir como si estuviera vivo.

El experimento estaba funcionando.

Y eso los hacía peligrosos.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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