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Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 14

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14: Fragmentos 14: Fragmentos Elian abrió los ojos lentamente.

Un zumbido agudo le perforaba los oídos.

Su visión era borrosa, como si el mundo estuviera cubierto por una tela opaca.

Lo primero que sintió fue que no estaba en su cama.

El techo blanco, las luces artificiales, el olor a químicos…

todo le decía que seguía en alguna habitación del laboratorio.

Intentó moverse, pero sus extremidades respondían lento, como si nadara en barro.

Quiso hablar, pero solo logró exhalar un murmullo.

—Despierta antes de lo previsto —susurró una voz—.

Aumenten la dosis, ahora.

Sintió una aguja penetrar su brazo, y en cuestión de segundos, un calor helado lo invadió desde dentro.

Su visión comenzó a dar vueltas, y su mente se sumergió en un vacío confuso y oscuro.

—La sustancia afectará su hipocampo y sistema límbico —decía otra voz—.

No recordará nada de las últimas 72 horas.

—¿Y si el cuerpo lo rechaza?

—Es un riesgo mínimo.

Pero igual estará completamente desorientado cuando despierte.

Como si hubiera tenido un sueño raro y nada más.

Esa misma tarde, Maya y Daniel se acercaron otra vez a la casa donde Elian alquilaba su habitación.

El cielo estaba nublado, y el ambiente comenzaba a enfriarse mientras el sol se ocultaba lentamente tras los árboles.

Maya llevaba el cabello recogido y caminaba con prisa.

—¿Y si está ahí dentro y no quiere hablar?

—preguntó Dan, medio en broma.

—Entonces, me meteré por la ventana —contestó ella sin mirarlo.

Subieron las escaleras y golpearon la puerta de la habitación de Elian.

Nada.

—¡Elian!

—llamó Maya—.

¡Soy yo!

¡Maya!

¿Estás bien?

Silencio.

Dan también golpeó, con algo más de fuerza.

—¡Hey!

¡Bro!

Si estás ahí, di algo, hombre.

Estamos preocupados.

Pero no hubo respuesta.

Esperaron unos minutos.

Luego, con resignación, bajaron las escaleras.

—¿Y si lo llevaron a otro lugar?

—preguntó Dan.

—O peor —murmuró Maya, con el ceño fruncido.

Al rato ambos se despidierón.

Pero Maya no se daría por vencida.

A eso de las ocho de la noche, una furgoneta negra sin distintivos se estacionó frente al edificio donde Elian vivía.

Dos sujetos con guantes negros y mascarillas quirúrgicas bajaron con sigilo.

Uno de ellos revisó el bolsillo interior de una chaqueta doblada: allí estaba la llave de la habitación.

—Abre.

Rápido.

No hay nadie —dijo el más alto.

Subieron cargando a Elian, que yacía inconsciente, con la cabeza ladeada y la respiración lenta.

Lo colocaron sobre su cama con cuidado.

Dejaron sobre la mesita de noche un sobre grueso con $10,000 en billetes y una pequeña tarjeta con el logo de GenTrace Corp.

que decía: “Gracias por participar en nuestro estudio voluntario de optimización genética.

Su salud es excelente.

Lo felicitamos por contribuir al avance médico del futuro.” Sin más, los dos hombres se marcharon en silencio.

Al mismo tiempo, Maya estaba en su habitación, sentada en la cama con la laptop sobre las piernas.

Su madre había entrado hacía un rato con una taza de té.

—¿Sigues preocupada por tu amigo?

—le preguntó.

—Un poco.

Solo que…

siento que algo no encaja.

—Confía en tu intuición.

Pero cuídate también tú, ¿sí?

Maya asintió y le dio un sorbo al té.

Luego agarró su celular.

No había ningún mensaje nuevo de Elian.

Ni una llamada.

Nada.

“Intentaré una vez más”, pensó.

Marcó su número.

Uno.

Dos.

Tres tonos…

—¿Hola…?

—respondió una voz apagada, profunda, medio somnolienta.

Maya se quedó helada.

—¿E…Elian?

Hubo un breve silencio del otro lado.

—…¿Maya?

La llamada quedó en el aire.

Eran eso de las 11pm.

Y Elian…

estaba vivo.

Pero habia algo en su voz y en su tono que ya no era igual que antes…

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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