Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 18
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- Capítulo 18 - 18 Dudas En La Ciencia De Gentrace
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18: Dudas En La Ciencia De Gentrace 18: Dudas En La Ciencia De Gentrace El sol apenas se alzaba sobre los campos de Carolina del Sur cuando las luces del complejo GenTrace ya brillaban con fuerza artificial.
Era lunes por la mañana.
El edificio blanco y de líneas frías parecía aún más silencioso que de costumbre, como si ocultara un secreto demasiado reciente para asimilar.
Alan Richter caminaba por el pasillo central del tercer nivel, sujetando una carpeta con informes y gráficos.
Tenía treinta años recién cumplidos, cabello castaño claro, ojos azules llenos de cansancio.
Vestía la bata blanca con su nombre bordado en azul oscuro, pero desde hacía semanas, la tela le pesaba como si estuviera manchada.
Esa mañana no había dormido.
La imagen de Elian, sedado, atado, inconsciente, con agujas y escáneres absorbiendo lo que lo hacía especial…
lo perseguía con fuerza.
Había aceptado ayudar.
Sí.
Pero no por convicción.
Fue el miedo.
Miedo a perder el trabajo.
Miedo a enfrentarse a Victor Kael, el hombre más poderoso de la biotecnología del país.
Miedo a lo que podía pasar si decía algo.
En GenTrace, todo quedaba grabado.
Todo se sabía.
Aun así, esa mañana, Alan sentía que su paciencia -y su conciencia- habían llegado al límite.
La sala de reuniones ejecutivas estaba iluminada por una única lámpara circular que caía desde el techo.
El ambiente era aséptico, frío, calculado.
Victor Kael estaba de pie, elegante como siempre, con su traje gris oscuro impecable.
A su lado, sentada con piernas cruzadas y gesto expectante, estaba la Dra.
Celina Kruger, con su habitual vestido rojo sangre.
-¿El sujeto ya fue devuelto a su hogar?
-preguntó Victor, sin mirar a nadie en particular.
-Sí -respondió uno de los asistentes-.
Lo dejamos en su departamento esta madrugada.
Todo según lo planeado.
-Perfecto -dijo Kael, abriendo un archivo en la pantalla táctil de la mesa-.
Su material genético fue extraordinario.
Celularmente hablando, una joya médica.
Alan cruzó los brazos, conteniéndose.
-Aun así -dijo con cautela-, no tenemos pruebas suficientes de cómo responderá el material genético en humanos.
Hasta ahora solo lo hemos testeado en ratones.
Y las reacciones son inestables…
Victor alzó la vista lentamente.
-Doctor Richter…
-dijo con una sonrisa seca-.
Los riesgos son un paso necesario cuando se quiere cambiar la historia de la humanidad.
Si tienes miedo, vuelve al laboratorio.
El silencio se volvió una presión en el aire.
Celina sonrió, cruzando una pierna sobre la otra, disfrutando el momento.
-Alan tiene razón -intentó decir otro científico, pero bastó una mirada de Celina para silenciarlo.
Alan bajó la mirada.
Pero por dentro, hervía.
Mientras los ejecutivos hablaban de dosis, patentes y potenciales mercados de élite, Alan tuvo un flash de memoria.
Un recuerdo que siempre regresaba cuando algo le golpeaba el alma.
-SU PRIMER MES EN GENTRACE- Cuando firmó su contrato, pensaba que había llegado al futuro.
Tecnología de punta, laboratorios relucientes, recursos sin límite.
Pero en su primera semana, mientras organizaba los archivos internos, notó algo extraño: perfiles genéticos usados sin autorización.
ADN de voluntarios usado en experimentos que no figuraban en los reportes oficiales.
Al reportarlo a un superior, le dijeron que se trataba de “estudios cruzados internos” y que no debía preocuparse.
Fue entonces cuando aprendió que en GenTrace, las preguntas estaban mal vistas.
Y ahora…
lo de Elian.
El muchacho apenas parecía un universitario.
Y sin embargo, fue tratado como un espécimen.
Alan lo había visto resistirse.
Lo vio tener miedo.
Lo vio como un humano, no como un recurso.
Eso fue la gota.
Horas después, en el ala de pruebas clínicas, Victor Kael supervisaba personalmente la primera aplicación de la terapia antienvejecimiento.
Tres pacientes ancianos, todos millonarios.
Tres sillones reclinables.
Tres inyecciones llenas de una mezcla basada en el ADN extraído de Elian.
Alan estaba allí, de pie, observando en silencio.
-Esto no está bien -pensó.
Los tres hombres sonrieron emocionados mientras los técnicos les aplicaban la dosis.
Celina, desde un panel, tomaba notas en su tablet.
Uno de ellos dijo: -Si esto funciona, pagaré lo que sea por tener otra dosis el próximo año.
Kael sonrió.
-Tendrá lo que desea…
si sobrevive.
Todos rieron.
Todos menos Alan.
Esa noche, Alan volvió a su casa.
Fue a su computadora y abrió su correo personal.
Y escribió: Para: [correo encriptado] Asunto: Necesito contactarte.
Elian…
soy el Dr.
Alan Richter.
Te debo una explicación.
Lo que te hicieron en GenTrace fue inhumano.
Quiero ayudarte, si me dejas.
Sé cosas.
Y también sé que ellos no han terminado contigo.
Lo guardó como borrador.
No se atrevía a enviarlo aún.
Pero ese fue el primer paso hacia su redención.
Alan ya no tenía miedo.
Sabía que el monstruo se había despertado…
y que estaba latiendo dentro de un muchacho muy hermoso y un alma dividida entre la luz y oscuridad.
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