Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 22
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- Capítulo 22 - 22 Rumores Lentes Y Travesuras
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22: Rumores, Lentes Y Travesuras 22: Rumores, Lentes Y Travesuras Era viernes por la mañana, y el campus universitario de Columbia comenzaba a llenarse de estudiantes entre bostezos y mochilas inteligentes con sensores de postura.
Elian caminaba por el pasillo principal del edificio de Ciencias, mezclado entre todos, con un aura ligeramente distinta desde que volvió el lunes por la noche.
Habían pasado solo unos días desde su regreso, pero sentía como si su mundo se hubiese girado por completo en ese corto tiempo.
A pesar de todo, intentaba mantener su rutina, ser “Elian el estudiante”, aunque por dentro ya sabía que no era como los demás.
Mientras subía hacia su aula de Biología, notó que varios estudiantes estaban agrupados en un rincón del pasillo, con sus gafas inmersivas marca VANCES puestas.
Las gafas, de marco delgado y diseño translúcido, permitían a los usuarios sumergirse en videos, noticias y redes visuales.
La aplicación era el reemplazo moderno de lo que alguna vez fueron YouTube, TikTok y demás plataformas.
En VANCES, uno veía el mundo con una interfaz flotante frente a los ojos.
Lo nuevo, lo viral, lo urgente…
todo ahí.
—¿Ya viste ese clip del tipo con colmillos?
—susurró un chico.
—Dicen que atacó a un ladrón por el centro…
parecía un vampiro.
—Una broma, seguro.
Pero…
qué real se ve, ¿no?
Elian, que pasaba justo al lado, escuchó cada palabra.
No se detuvo, pero su corazón —o lo que fuese lo que latía en su pecho ahora— dio un vuelco.
“Vaya, ya empiezan los rumores,” pensó con una sonrisa nerviosa.
Aunque fingía indiferencia, sabía que esos videos en VANCES no eran efectos especiales.
Él había sido ese “tipo con colmillos”.
Durante las clases, Elian se concentró en mantener la compostura.
En una práctica de laboratorio, vio sangre bajo el microscopio.
Instintivamente se relamió los labios.
Maya, siempre atenta, lo miró de reojo.
Él la notó y sonrió con aire culpable.
—Prometo que no me la beberé —bromeó en voz baja.
—Más te vale —susurró Maya, divertida, empujándole el brazo.
Al salir de clases, Daniel, más entusiasta que nunca, caminaba a su lado como si estuviera al tanto de un gran secreto universal.
—Oye, Elian…
—le dijo bajito—.
Escucha esto: ¿qué tal si usamos tus poderes para una pequeña misión?
Elian lo miró, entre curioso y resignado.
—¿Misión?
—¡Sí!
—dijo Dan, animado—.
¡Una buena causa!
Mira…
el profesor de matemáticas nos va a tomar examen sorpresa la próxima semana.
Pero tú puedes leerle la mente, ¿no?
¡Solo un vistazo!
Nos ayudas y listo.
Elian rodó los ojos.
—No es tan simple, Dan.
No soy un Google mental.
—Okey, okey, pero…
¿y si haces sonar la alarma de incendio antes del examen?
¡Así lo cancelan!
Vamos, sería épico.
—¿Y exponernos por una travesura universitaria?
No, gracias —respondió Elian, aunque no pudo evitar reírse.
—Eres el vampiro más aburrido de la historia —bromeó Daniel—.
Si yo tuviera tus habilidades, ya tendría el barullo armado en todo el campus.
¡Hasta habría hecho levitar al profesor de química!
Elian se rió de buena gana.
Maya también soltó una carcajada.
Momentos como ese le hacían olvidar por un rato la carga que llevaba en la sangre.
Una carga que, para los demás, era fuente de chistes.
Pero para él…
era un peso creciente.
Esa noche, Elian llegó cansado a su apartamento.
Aunque la caminata de vuelta lo había despejado un poco, sentía los músculos tensos, la mente agotada.
Se quitó la chaqueta, se recostó en su cama y cerró los ojos por unos segundos.
Pero entonces…
BOOM BOOM BOOM.
La música de la habitación contigua comenzó a retumbar.
Algún vecino nuevo, seguramente.
El reguetón del año 2064 era aún más sintético y molesto que en siglos anteriores.
Los graves hacían vibrar las paredes.
Elian suspiró.
Quería dormir, o al menos descansar, pero esa música le impedía relajarse.
Al principio pensó en ir a tocar la puerta…
pero luego una idea surgió.
Instintiva.
Salvaje.
Se concentró.
Respiró hondo.
Extendió su percepción…
y sintió las ondas sonoras.
Sintió cómo fluían, cómo vibraban los objetos.
Y entonces, dirigió su energía mental hacia el parlante.
Un impulso eléctrico sutil, casi como una corriente telepática, viajó desde su mente a través de la pared.
Y de pronto…
¡PUF!
El parlante estalló con un crujido seco.
La música se apagó al instante.
Silencio.
Elian se quedó inmóvil, sorprendido por lo que acababa de hacer.
Pero apenas unos segundos después…
una punzada de debilidad le atravesó el pecho.
Se sentó, respirando con dificultad.
—¿Qué…
fue eso?
—murmuró.
Su piel, normalmente pálida y luminosa, se veía más opaca bajo la luz tenue.
Algo dentro de él se estaba agotando.
Tal vez por usar demasiados poderes.
Tal vez por algo más profundo…
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