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Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 26

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  4. Capítulo 26 - 26 Amor Y Estudios
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26: Amor Y Estudios 26: Amor Y Estudios Elian y Maya caminaban juntos hacia el nuevo departamento.

El atardecer doraba los edificios, y la brisa suave hacía ondear el cabello de Maya.

Mientras subían por la vereda entre risas, ella lo miró de reojo y dijo con picardía: —¿Cómo que quieres estudiar mi cuerpo?

—acompañó la frase con una palmada suave en el brazo de Elian y una sonrisa traviesa.

—Oye, no pongas palabras en mi boca —respondió él entre risas—.

Dije que tenemos trabajos de investigación… aunque no niego que tu cuerpo es digno de estudio.

Ambos rieron, y unos minutos después llegaron al edificio.

Elian abrió la puerta de su nuevo departamento con una mezcla de emoción y nerviosismo.

El lugar aún tenía cajas apiladas sin acomodar, algunas etiquetas colgando, y papeles de embalaje por los rincones.

—Perdón por el desorden —dijo Elian rascándose la cabeza.

—Ay, este chico vampiro y desordenado —bromeó Maya mientras empujaba unas cajas a un rincón.

Se sentó en una de las sillas frente a la pequeña mesa del comedor.

—¿Vamos a pasar el rato amor o mejor estudiamos?

¿o me trajiste para acomodarte la casa?

—Vamos a pasar el rato amor, como te dije, y de paso aprovechamos para estudiar, pero primero necesito una ducha rápida —respondió él mientras ya iba camino al baño.

Mientras Elian se duchaba, Maya se puso cómoda.

Encendió la televisión holográfica flotante, típica de esa época, pero pronto se distrajo con algo más personal: un marco digital de fotos transparente que estaba encima de una estantería sin ordenar.

Tocó la superficie del marco con cuidado, y comenzaron a deslizarse imágenes.

Fotos de un Elian niño aparecieron: uno de cabello revuelto, sonriente, con raspones en las rodillas, con su madre.

Una mujer de rostro fino, hermosa, de expresión melancólica.

No había ninguna foto del padre.

Cuando Elian salió del baño, con el cabello húmedo y vestido con ropa limpia, Maya lo esperó sentada con el marco en la mano.

—¿No tienes ninguna foto de tu padre?

Él negó con la cabeza, con un leve suspiro.

—Nunca lo conocí.

Nunca tuve una.

Es como si… se hubiese esfumado.

Como si su imagen hubiese desaparecido con el tiempo.

O como si nunca hubiera existido.

Maya bajó la mirada por un momento, respetando ese vacío.

Luego, intentando animar el ambiente, cambió de tema: —Bueno, ¿y ahora?

¿Estudiamos o todavía te falta algo por hacer?

—Sí, me falta algo —dijo Elian con una sonrisa, y la abrazó por la cintura, atrayéndola hacia él.

La besó con ternura y deseo.

Maya respondió con un suspiro cálido, rodeándolo con los brazos.

—¿También quieres contemplar un cuerpo humano único?

—susurró Elian en su oído.

—Sobre todo uno no tan humano —respondió Maya con una media sonrisa.

Elian se despojó de su ropa.

Su piel era blanca como el mármol, perfecta, sin una sola imperfección, con músculos definidos como esculpidos por un artista.

Maya a sus 17 años, aún no tenia experiencia íntima.

Lo observó con asombro, pero sin miedo.

Su mirada era pura curiosidad y emoción.

—Tienes un cuerpo…

perfecto, eres un ser hermoso de la biología—le susurró, tocándole el pecho con delicadeza.

—Y tú también —le respondió él, mientras la desvestía con suavidad.

Se recostaron sobre la cama.

Se entrelazaron sin prisa, explorándose con ternura, entre caricias, besos y sonrisas.

Fue un encuentro lleno de amor, donde no solo sus cuerpos se unieron, sino también sus almas.

Luego, entre risas, se vistieron nuevamente.

Elian sacó sus libros y Maya colocó sus lentes inmersivos Vances.

Empezaron a estudiar: él leyendo velozmente las páginas, ella buscando datos en internet con los hologramas de sus gafas.

—Deberías comprarte unos lentes Vances —dijo Maya—.

Con la nueva actualización podríamos vernos en realidad aumentada aunque estemos lejos.

Hasta podrías sentirme.

—Eso suena interesante —dijo Elian—.

Aunque nada reemplaza tenerte cerca… de verdad.

Ella sonrió.

—Aún así, deberías probarlos.

Sirven para estudiar, para explorar archivos… y para estar más conectados.

—Está bien, los compraré —aceptó él—.

Pero solo si puedo seguir sintiéndote también así, natural, tan tú.

Más tarde, Maya se despidió.

Eran las 7:30 pm.

En su casa, la esperaban sus hermanos pequeños, quienes la recibieron con alegría.

Su madre notó algo distinto en su hija.

—Te veo feliz, Maya… ¿Hay alguien?

Ella sonrió tímidamente.

—Sí, mamá.

Tengo novio.

Se llama Elian.

—¿Ese chico amable que vi en la puerta hace unas semanas?

Maya asintió.

La madre, de carácter abierto y cálido, le sonrió con ternura.

—Bueno, mientras te trate bien y te haga sonreír así… lo apruebo.

Maya prometió contarle a su padre cuando fuera el momento adecuado.

Mientas tanto en las lejanas mansiones de Estados Unidos, los millonarios que participaron del experimento, empezaban a tener mucha sed…

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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