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Elian: Criaturas Modernas - Capítulo 27

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27: Conferencias Y Mutaciones 27: Conferencias Y Mutaciones Habían pasado ya tres semanas desde que los ocho millonarios recibieron la terapia experimental basada en el ADN extraído de Elian.

La medicina había surgido efectos visibles: arrugas desaparecidas, vigor renovado, piel tensa, cabello recuperado.

El experimento, en apariencia, era un éxito absoluto.

Pero Alan Richter sabía que algo no iba bien.

Esa mañana, en una de las salas de investigación del edificio de GenTrace, Alan mostró a Victor Kael los primeros informes de análisis genético.

En las pantallas, se mostraban ligeras mutaciones en la secuencia del ADN de los pacientes tratados.

Había patrones similares a los que tenía Elian, pero más inestables: colmillos en crecimiento, sensibilidad auditiva aumentada, cambios en el ritmo circadiano y algo mucho más alarmante: los niveles de oxitocina y dopamina aumentaban cuando estaban cerca de sangre humana.

—Victor esto es una bomba de tiempo— dijo Alan, ajustándose las gafas mientras la pantalla brillaba con datos-.

La terapia está alterando el ADN de una forma que no podemos controlar.

Están desarrollando una especie de adicción latente.

Victor observaba con los brazos cruzados.

Lucía tranquilo, pero su mirada era de hierro.

-Los resultados son claros, Alan.

Se ven mejor, se sienten mejor.

Este es el futuro.

Como ya te dije, hay que asumir riesgos.

-¿Riesgos?

Esto no es una gripe.

Son seres humanos, y si se descontrolan, podrían matar.

Victor se giró hacia Alan, serio.

-Si se salen de control, los neutralizaremos.

Haremos con ellos lo que hicimos con Elian: estudiarlos.

Aprenderemos y corregiremos.

Por el honor de mi madre, no me detendré hasta perfeccionar esta cura.

Y tú, Alan, mejor deja de poner piedras en el camino.

-¡Estás jugando a ser Dios!

Y tú estás jugando a ser un mediocre.

Una objeción más y me encargaré de que no vuelvas a trabajar en ninguna institución del país, le amenazó Victor a Alan.

Esa noche, Alan regresó a su departamento con el rostro sombrío.

Encendió su computadora y abrió el borrador que había escrito días atrás.

Miró la pantalla largo rato.

Finalmente, reescribió una línea: “Elian, estás en peligro.

Tú y todos los humanos.” Y presionó enviar.

Al día siguiente, Victor Kael organizó una conferencia de prensa para mostrar los “éxitos” de la medicina de GenTrace.

Se presentaron videos de los ex ancianos millonarios luciendo como en sus cuarentas, bailando, trotando, uno incluso dando un discurso sobre “el renacimiento de la humanidad”.

La prensa comprada aplaudía, emocionada.

Todos excepto una joven periodista que no era de los medios tradicionales: Nayra Kovarik.

A sus 25 años, Nayra era incisiva y no se dejaba amedrentar.

-¡Señor Kael!

¿Cuánto tiempo de prueba tiene esta medicina?

¿No teme consecuencias a largo plazo?

¿Por qué no hubo aprobación del Comité de Bioética Internacional?

Victor apenas parpadeó.

-Señorita Kovarik, tal vez quiera visitar nuestras instalaciones antes de lanzar acusaciones sin fundamento.

Celina Valmorth, directora de comunicaciones de GenTrace, tomó la palabra rápidamente, minimizando las preguntas de Nayra y desviando el foco hacia supuestos “intereses políticos que quieren frenar el progreso”.

Pero Nayra había sembrado una duda.

Y eso, en el mundo de Victor, era peligroso.

— Esa misma noche, los ocho millonarios se conectaron desde sus mansiones a una sala privada del servicio Vance Messenger.

La llamada holográfica los mostraba con sus nuevos rostros juveniles, todos con gafas Vances oscuras, sonrientes y satisfechos.

Elias Monroe, con voz grave, fue el primero en hablar: -Lo siento, pero no puedo callarlo más.

Deseo sangre.

No lo digo como una fantasía.

La necesito.

Clarisse von Albercht asintió lentamente.

-Yo también.

Huelo a mis sirvientes y siento hambre.

Algo está cambiando en nosotros.

Gregory Vale, el exsenador, bromeó: -Pues ya que todos estamos en la misma, propongo una fiesta, una orgía.

En mi hacienda en Nevada.

Invitemos chicas hermosas.

Jóvenes.

Discretas.

-Sin familia que las reclame -añadió Evelyn Grant con frialdad.

Los ocho reían.

Pero sus risas eran huecas, extrañas.

Humanos por fuera.

Depredadores por dentro.

Y la fiesta estaba por comenzar.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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