Leer Novelas
  • Completadas
  • Top
    • 👁️ Top Más Vistas
    • ⭐ Top Valoradas
    • 🆕 Top Nuevas
    • 📈 Top en Tendencia
Avanzado
Iniciar sesión Registrarse
  • Completadas
  • Top
    • 👁️ Top Más Vistas
    • ⭐ Top Valoradas
    • 🆕 Top Nuevas
    • 📈 Top en Tendencia
  • Configuración de usuario
Iniciar sesión Registrarse
Anterior
Siguiente

Emparejada al Alfa Enemigo - Capítulo 74

  1. Inicio
  2. Todas las novelas
  3. Emparejada al Alfa Enemigo
  4. Capítulo 74 - 74 El me confunde
Anterior
Siguiente
Tamaño de Fuente
Tipo de Fuente
Color de Fondo

74: El me confunde 74: El me confunde Las flores del jardín se mecían con la brisa nocturna, sus pétalos danzando como si fueran cómplices de mis pensamientos desordenados.

El aroma dulce y embriagador de las rosas llenaba el aire, pero ni siquiera eso lograba calmar el tumulto que se había formado en mi interior.

Mi piel ardía, como si las manos de Lucian hubieran dejado una marca invisible en mí, un recordatorio imborrable de su presencia.

Intenté concentrarme en el frescor del aire nocturno, pero era inútil.

Lucian estaba ahí.

Su esencia impregnaba cada rincón, cada pensamiento, cada fibra de mi ser.

Aunque no podía verlo, sentía el peso de su mirada recorriendo mi espalda, como si sus ojos dorados tuvieran el poder de desnudar mi alma y desentrañar cada secreto que intentaba ocultar.

Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de emociones que me confundían; deseo y miedo entrelazados en una danza peligrosa.

¿Cómo podía alguien provocarme tanto sin siquiera tocarme?

Me sentía atrapada, vulnerable y al mismo tiempo inexplicablemente atraída hacia él.

—Eliza —su voz llegó a mí como un susurro, suave y envolvente, como si tuviera el poder de acariciar mi piel sin necesidad de contacto.

Me giré lentamente, temerosa y ansiosa al mismo tiempo, encontrándome con su figura imponente bajo la luz plateada de la luna.

Su silueta parecía esculpida por los dioses mismos, un depredador elegante y letal.

Quise decir algo, cualquier cosa que me devolviera el control de la situación, pero las palabras murieron en mi garganta al ver la intensidad en sus ojos dorados.

Lucian dio un paso hacia mí, su presencia llenando el espacio entre nosotros.

Mi instinto me gritaba que retrocediera, pero mis pies permanecieron firmes.

Era como si una fuerza invisible me mantuviera anclada a él.

—No tienes por qué temerme —dijo con una sonrisa que parecía genuina, pero que llevaba consigo un matiz peligroso, como un filo oculto bajo terciopelo—.

Nunca te haría daño, Eliza.

—No… no te temo —mentí, aunque sabía que mis ojos me traicionaban.

Él pudo verlo; lo sabía porque su sonrisa se amplió apenas un poco, suficiente para hacerme sentir vulnerable.

Lucian extendió su mano hacia mí, y por un momento dudé si debía tomarla.

Pero cuando sus dedos rozaron los míos, una corriente cálida me recorrió entera.

Era como si su toque tuviera el poder de calmar mi inquietud y al mismo tiempo encender algo desconocido en mí.

Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente; mis dedos se entrelazaron con los suyos casi sin darme cuenta.

—Desde el instante en que tu aroma llegó a mis sentidos —dijo mientras cerraba los ojos y se acercaba más— he sido tu esclavo.

Desde ese momento, Eliza, no he podido pensar en nada más que en ti.

Lo miré confundida, incapaz de comprender el significado detrás de sus palabras.

¿Esclavo?

¿De mí?

Su confesión me dejó sin aliento, pero también me llenó de dudas.

Lucian parecía notar mi desconcierto porque su sonrisa se tornó más oscura, y sus ojos adquirieron un brillo peligroso que me hizo sentir como si estuviera jugando con fuego.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero —murmuró mientras me jalaba hacia él con firmeza.

Su abrazo era fuerte, casi posesivo.

Mi cuerpo se tensó al contacto, pero al mismo tiempo sentí cómo una parte de mí se rendía ante él.

Lo odiaba por lo que me hacía sentir.

Sabía perfectamente cómo afectarme y parecía disfrutarlo.

Intenté alejarme, pero era claramente más fuerte que yo.

Su aroma comenzó a invadirme por completo: madera recién cortada mezclada con algo obscuro e indomable.

Era embriagador, como un hechizo que me atrapaba sin remedio.

—Debes estar usando algo en mí —dije en tono desafiante, aunque por dentro libraba una batalla perdida.

Mi cuerpo cedía a su toque; me derretía en sus brazos y no lograba comprender por qué.

Lucian inclinó su rostro hacia mi oído y susurró con voz grave  —Sé que cuando estoy cerca de ti, todo tu cuerpo reacciona a mi voz… te rindes ante mi tacto.

Sus palabras eran como veneno dulce que se filtraba en mis pensamientos.

No podía pensar con claridad; cada célula de mi ser parecía electrificada por su proximidad.

Deseaba rendirme en sus brazos como una loca; podía raptarme en ese momento y yo lo permitiría sin resistencia alguna.

¿Cómo podía alguien como él amarme?

¿Cómo podía ser yo tan importante para alguien tan fuerte y misterioso?

Ronan decía que era peligroso; Damian me pedía que tuviera cuidado.

Pero por alguna razón desconocida no podía alejarme de él… no quería alejarme de él.

—Yo… —Intenté hablar, pero las palabras se negaron a salir.

—Eres todo lo que siempre he deseado.

Había algo en su voz, en su mirada, que me hacía querer creerle.

Pero también había una sombra detrás de sus palabras, algo que no podía descifrar del todo pero que me hacía sentir vulnerable ante él.

—No sé qué hacer con esto… contigo —admití en un susurro mientras enterraba mi rostro en su pecho y continuaba disfrutando de su aroma.

—No necesitas hacer nada —murmuró cerca de mi oído—.

Solo déjate llevar… déjame mostrarte cuánto significas para mí.

Sus palabras eran seductoras, envolventes como las sombras que había sentido antes en el comedor.

Mi mente me decía que debía alejarme, pero mi cuerpo parecía tener otros planes.

Cada vez que Lucian hablaba o me tocaba, algo dentro de mí cedía un poco más ante él.

Finalmente levanté la mirada para encontrarme con sus ojos dorados nuevamente.

Había algo en ellos que me hacía sentir pequeña y al mismo tiempo deseada como nunca antes había sentido.

Era aterrador y embriagador al mismo tiempo.

Lucian sonrió al ver mi reacción y deslizó su mano desde mi mejilla hasta mi cuello con una suavidad exquisita.

Mi piel ardía bajo su toque, y aunque quería resistirme, no pude evitar cerrar los ojos y dejarme llevar por la sensación.

—Eres mía —susurró con una voz baja y posesiva.

Sus palabras eran como cadenas invisibles que me atrapaban más y más en su red.

Mi mente luchaba por encontrar una salida, pero mi corazón comenzaba a rendirse ante él.

¿Era esto lo que se sentía estar destinada a alguien?

¿Esto era el vinculo de compañeros?

Lucian continuó acariciándome con una ternura calculada mientras yo me perdía más en él con cada segundo que pasaba.

No sabía si debía confiar en él o temerle, pero había algo innegable entre nosotros una conexión que parecía imposible de romper.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Lucian inclinó su rostro hacia el mío y reclamó mis labios con una intensidad que me dejó sin aliento.

Su boca era exigente, exploradora, como si quisiera marcar cada rincón de mí con su presencia.

Cuando su lengua se deslizó dentro de mi boca, sentí una oleada de calor recorrerme, un deseo primitivo que no sabía cómo controlar.

Mis manos se aferraron a sus brazos instintivamente, buscando algún tipo de estabilidad mientras él tomaba todo lo que quería de mí.

Su sabor era embriagador, y aunque debería haberme resistido, mi cuerpo respondía a él como si estuviera diseñado para hacerlo.

—Lucian… —susurré entre besos, mi voz temblando por la mezcla de miedo y deseo que me invadía.

Él no respondió con palabras; sus manos comenzaron a deslizarse por mi espalda, encontrando su camino bajo mi blusa.

El contacto directo de su piel contra la mía fue eléctrico, y un gemido escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo.

Lucian sonrió contra mi boca, como si mi reacción fuera exactamente lo que había esperado.

—No sabes cuánto te he deseado —murmuró mientras sus dedos exploraban cada curva de mi espalda con una precisión que me hacía sentir vulnerable y expuesta.

Cuando sus labios abandonaron los míos para descender por mi cuello, mi corazón latió desbocado.

Cada beso era como una marca invisible que me reclamaba para él, cada roce de su lengua encendía algo dentro de mí que no podía apagar.

Finalmente enterró su rostro en mi pecho, y sentí cómo sus labios se cerraban alrededor de mi piel mientras sus manos seguían sujetándome con fuerza por la cintura.

—Lucian… por favor… —mi voz era apenas un susurro, pero ni yo misma sabía si estaba pidiendo que se detuviera o que continuara.

Él levantó la mirada hacia mí, sus ojos dorados brillando con una intensidad peligrosa.

Era como si pudiera leer cada pensamiento en mi interior, cada inseguridad y cada deseo que me negaba a admitir.

—No voy a detenerme —dijo con firmeza—.

No puedo detenerme… no contigo.

Antes de poder decir algo más, un sonido nos interrumpió, alguien aclaró la garganta detrás de nosotros.

Lucian no me soltó ni apartó la mirada de mí.

Su agarre seguía firme, como si no estuviera dispuesto a dejarme ir.

—Alfa Lucian —la voz de Luna rompió la tensión entre nosotros—.

El Alfa Ronan solicita su presencia en el despacho.

Lucian suspiró con evidente desagrado ante la interrupción, pero finalmente aflojó su agarre y dio un paso atrás.

Sus ojos dorados permanecieron fijos en los míos por un momento más antes de volverse hacia Luna.

—Dile que iré en unos minutos —respondió con voz firme pero tranquila.

Mientras él hablaba con Luna, aproveché para recuperar el aliento, me sentía apenada y avergonzada por un comportamiento tan poco propio.

Mi corazón seguía latiendo descontroladamente, y mi piel aún parecía arder donde sus manos habían estado.

Aunque había logrado apartarse físicamente de mí, su presencia seguía envolviéndome como una sombra imposible de ignorar.

Cuando Lucian volvió a mirarme, su expresión era inescrutable, pero había algo en sus ojos que me decía que esto no había terminado.

—Nos veremos pronto —dijo antes de girarse y desaparecer entre las sombras del jardín junto a Luna.

Me quedé ahí, sola bajo la luz de la luna, el viento acariciando mi piel mientras permanecía inmóvil en el jardín, con la mirada perdida en la oscuridad que se extendía más allá de las flores.

El aroma de la noche estaba impregnado de su esencia, como si Lucian hubiera dejado una parte de sí en el aire, en el suelo, en mí.

Cerré los ojos un momento, intentando calmar el caos que rugía dentro de mi pecho.

Pero era inútil.

Su presencia seguía ahí, como un eco persistente que se negaba a desvanecerse.

Mis dedos temblaban ligeramente mientras los llevaba a mis labios, aún sensibles por el beso que había compartido con él.

¿Cómo era posible que alguien pudiera tener tanto poder sobre mí?

Lucian no solo era un hombre; era una tormenta, un depredador disfrazado de algo hermoso y letal.

Cada vez que estaba cerca de él, sentía que me desmoronaba y me reconstruía al mismo tiempo.

Me dejé caer sobre el banco de piedra más cercano, sintiendo cómo el frío se filtraba a través de mi ropa.

Necesitaba pensar, pero mi mente era un torbellino de emociones contradictorias.

Lucian me confundía.

A veces era frío y distante, su mirada cargada de algo que parecía desprecio, como si mi mera existencia lo enfureciera.

Pero luego… luego había momentos como este, donde su calidez y su intensidad me envolvían por completo, haciéndome sentir como si fuera lo único importante para él.

¿Era real lo que decía?

¿O simplemente jugaba conmigo?

Sus palabras resonaban en mi mente “Eres mía”.

Había algo en la manera en que lo dijo, algo tan posesivo y definitivo que me aterraba y me atraía al mismo tiempo.

¿Cómo podía alguien ser tan contradictorio?

Un momento parecía odiarme, y al siguiente actuaba como si no pudiera vivir sin mí.

Suspiré profundamente y me levanté del banco, sintiendo cómo el cansancio comenzaba a apoderarse de mí.

Había sido un fin de semana interminable, lleno de tensión y emociones que no sabía cómo manejar.

Desde que Lucian llegó a la manada, todo había cambiado.

Su presencia era como una sombra constante, una amenaza silenciosa que se cernía sobre mí.

Y aunque parte de mí deseaba mantener la distancia, otra parte –una más oscura y peligrosa– anhelaba estar cerca de él.

Caminé lentamente hacia la casa principal, dejando atrás el jardín y el aire fresco de la noche.

Cada paso hacia mi habitación se sentía pesado, como si estuviera cargando con el peso de todas las emociones que Lucian despertaba en mí.

Cuando finalmente llegué a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí con un suspiro de alivio.

El silencio del lugar era reconfortante, un escape temporal del caos que parecía seguirme a todas partes.

Me dejé caer sobre la cama y cerré los ojos, sintiendo cómo el agotamiento comenzaba a arrastrarme hacia el sueño.

Pero incluso en la oscuridad detrás de mis párpados, Lucian estaba ahí.

Su mirada dorada, intensa y peligrosa, me perseguía.

Sus palabras resonaban en mi mente como un eco interminable: “No voy a detenerme… no contigo”.

¿Qué significaba eso?

¿Qué quería realmente de mí?

Me giré sobre la cama, intentando encontrar una posición cómoda mientras mi mente seguía trabajando sin descanso.

Recordé las advertencias de Ronan y Damián.

Ambos me habían dicho que tuviera cuidado con Lucian, que no confiara en él.

Pero era más fácil decirlo que hacerlo.

Había algo en él… algo irresistible que me atraía como una polilla a la llama.

Y sabía que si no tenía cuidado, esa llama podría consumirme por completo.

Me llevé las manos al rostro, intentando ahogar el grito frustrado que amenazaba con escapar de mis labios.

¿Por qué tenía que ser así?

¿Por qué no podía ser alguien normal?

Alguien con quien pudiera sentirme segura y tranquila, sin esta constante montaña rusa de emociones.

Finalmente, me quedé quieta, permitiendo que el cansancio ganara la batalla.

Pero incluso mientras el sueño comenzaba a reclamarme, una parte de mí sabía que esto no había terminado.

Lucian era una tormenta que no podía ignorar ni evitar.

Y aunque no quería admitirlo… había una parte de mí que deseaba perderse en ella.

Una parte de mí que sabía que nunca podría escapar completamente de él.

Y esperaba con ansias el momento de por fin están en sus garras.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

Anterior
Siguiente
  • Inicio
  • Acerca de
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 2025 LeerNovelas. Todos los derechos reservados

Iniciar sesión

¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

Registrarse

Regístrate en este sitio.

Iniciar sesión | ¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

¿Perdiste tu contraseña?

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirás un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

← Volver aLeer Novelas

Reportar capítulo