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Emparejada al Alfa Enemigo - Capítulo 75

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75: ¿Cazadores?

75: ¿Cazadores?

El sonido del despertador resonó en mi habitación, arrancándome del sueño inquieto que había tenido.

Me levanté de la cama con un suspiro, sintiendo el peso de una noche llena de sueños perturbadores.

Sabía que había una única forma de despejar mi mente; correr.

Me vestí con ropa deportiva, eligiendo una camiseta ajustada y unos leggings que me permitieran moverme con libertad.

Me até el cabello en una coleta alta y me calcé las tenis.

Mientras me miraba en el espejo, no pude evitar notar las sombras bajo mis ojos, un recordatorio constante de las noches inquietas que había estado teniendo desde que Lucian había entrado en mi vida.

Salí del dormitorio y el aire fresco de la mañana me envolvió como un manto revitalizante.

Comencé a correr, dejando que mis pies marcaran un ritmo constante sobre el sendero del campus.

A medida que avanzaba, no podía sacudirme la sensación de ser observada.

Era como si una presencia invisible me siguiera, sus ojos clavados en mi espalda.

Mi cuerpo reaccionó instintivamente, un escalofrío recorrió mi piel y mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Sabía que era irracional pensar que Lucian podría estar tan cerca, pero la sensación era demasiado real para ignorarla.

Mis sentidos estaban en alerta máxima, cada sombra parecía esconder un secreto, cada susurro del viento llevaba su nombre.

A pesar de todo, continué corriendo.

La rutina era mi refugio, una forma de mantenerme anclada a la realidad cuando todo lo demás parecía desmoronarse.

Finalmente, regresé al dormitorio, intentando sacudirme la sensación opresiva que me había acompañado durante todo el recorrido.

Después de una ducha rápida, seque mi cabello un poco, dejándolo suelto y alocado, elegí un vestido casual para las clases.

Era sencillo pero elegante color azul que resaltaba mis ojos y mi cabello dorado, perfecto para mantenerme cómoda durante el día.

Completé el conjunto con unos zapatos planos y una bolsa en la que metí mis libros.

Mientras me miraba en el espejo, intenté sonreír, pero la imagen reflejada parecía más preocupada de lo que quería admitir.

Con mis libros en la mano, salí del dormitorio y me dirigí al campus.

A pesar de mis intentos por distraerme, no podía dejar de pensar en Lucian.

Su presencia era como una sombra constante en mi vida, un recordatorio de que nuestro juego de atracción y peligro estaba lejos de terminar.

Mientras caminaba hacia las clases, no pude evitar mirar por encima del hombro, esperando ver su figura entre las sombras.

Pero todo lo que encontré fue el vacío del campus iluminado por la luz del sol.

Sin embargo, algo en mi interior sabía que esto era solo el comienzo.

Lucian siempre había sido un maestro del misterio y la seducción oscura; era solo cuestión de tiempo antes de que nuestros caminos volvieran a cruzarse.

Con un último suspiro, me dirigí a clase, intentando concentrarme en la rutina diaria y no en los oscuros pensamientos que amenazaban con consumirme.

Pero sabía que no importaba cuánto lo intentara, Lucian siempre estaría ahí, acechando en las sombras de mi mente y corazón.

Había pasado un mes desde aquella noche en la manada, desde nuestro último encuentro.

Un mes de tranquilidad relativa, aunque él siempre aparecía para acecharme en mis sueños.

Lucian era peligroso y cautivador al mismo tiempo.

Había continuado viajando entre las manadas, cumpliendo con sus deberes como anfitrión del baile, dejándome un respiro necesario.

Aunque sabía que su ausencia era temporal, me aferraba a esos días de calma como si fueran un regalo.

La rutina era mi refugio, una forma de mantenerme ocupada y evitar pensar demasiado en lo que había ocurrido.

Por las tardes, después de las clases, entrenaba con Damián en su departamento.

Con Lucian fuera, había intercambiado mis viernes entre Caleb y Luna, quienes eran maestros implacables.

Las clases por fin habían concluido; después del ultimo periodo del día me encontré en el pasillo con Amanda, lucia mas feliz que nunca y eso alegraba mi alma.

—¿Sabes?

—dijo Amanda mientras caminábamos por el campus.

—Dime —respondí, mientras rebuscaba el brillo labial en mi bolsa.

—Estoy tan agradecida por todos los consejos que me diste —se detuvo un momento—.

Las cosas con Marco han ido increíbles.

Una risa escapó de mis labios al ver su gran sonrojo; sabía perfectamente a lo que se refería.

—Ahora solo tengo que cuidar de no salir embarazada —retomó el camino—.

Apenas y puedo quitármelo de encima.

Las dos nos reímos, sabiendo lo feliz que Amanda era con esa situación.

Mientras salíamos del edificio, Marco nos alcanzó, llegando como siempre cariñoso con Amanda, su adorada.

—¿Te unes a comer con nosotros?

—preguntó Marco con su eterna sonrisa.

—Claro que sí —respondí encantada.

—Nosotros también vamos —un pequeño grito lejano nos hizo voltear.

Eran Caleb, Luna y, por supuesto, Damián; quien últimamente no se despegaban de mí, me sentía sobreprotegida, pero al mismo tiempo muy querida.

Mientras caminábamos hacia el estacionamiento para dirigirnos al restaurante, no pude evitar notar cómo Damián no le quitaba la mirada a Luna, como si cada movimiento de ella fuera una orden para él.

Era divertido ver a mi hermano de esa manera; sabía que a él le gustaban las chicas un poco más delicadas, eso fue lo que en un inicio había hecho que pusiera sus ojos en mí.

Solté un suspiro; toda su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo.

Antes de partir al restaurante, una sensación abrumadora me envolvió de repente.

Era como si alguien estuviera observándome desde las sombras.

Mi corazón comenzó a latir más rápido y un escalofrío recorrió mi espalda.

Miré alrededor discretamente, sintiendo el peso de una mirada intensa sobre mí.

¿Podría ser Lucian?

¿Estaría tan cerca?

Damián notó mi inquietud y se acercó con preocupación reflejada en sus ojos oscuros.

—¿Todo está bien, Eliza?

—preguntó suavemente.

Asentí nerviosa, intentando calmar mi respiración acelerada.

—Sí…

solo es la emoción del día —mentí con una sonrisa forzada.

Él me observó por un momento más antes de aceptar mi respuesta y continuar conversando con los demás.

Partimos hacia el restaurante, pero la sensación persistía.

El aire parecía cargado de electricidad, y cada sombra parecía esconder secretos oscuros.

Intenté sacudir esos pensamientos mientras me unía a la conversación animada del grupo, pero no podía dejar de pensar que Lucian estaba más cerca de lo que quería admitir.

A medida que nos alejábamos del campus, no pude evitar mirar por encima del hombro una última vez.

Algo me decía que este juego entre nosotros estaba lejos de terminar.

Lucian siempre había sido un maestro del misterio y la seducción oscura; era solo cuestión de tiempo antes de que nuestros caminos volvieran a cruzarse en este peligroso baile de atracción y peligro.

*** Mientras nos acomodábamos en la mesa del restaurante, el ambiente estaba cargado de risas y conversaciones animadas.

Marco y Amanda se sentaron frente a mí, sus manos entrelazadas sobre la mesa, irradiando una calidez que contrastaba con la sensación de inquietud que aún me rondaba.

Caleb, Luna y Damián se acomodaron en las sillas restantes.

Amanda me miró con una sonrisa nerviosa, y noté un brillo en sus ojos que no había visto antes.

Marco le apretó la mano suavemente, como dándole fuerza para lo que estaba a punto de decir.

—Eliza —comenzó Amanda, su voz temblando ligeramente—, hay algo que queremos contarte.

Sentí un nudo formarse en mi estómago, pero asentí, animándola a continuar.

—Marco y yo…

—hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—.

Somos hombres lobo.

La confesión cayó sobre mí como una ola, sorprendiéndome y al mismo tiempo aclarando tantas cosas que antes no habían tenido sentido.

—Cuando llegamos aquí —intervino Marco—, tuvimos que pedir permiso para integrarnos al territorio.

Queríamos estudiar en Stanford y sabíamos que sería complicado, pero valía la pena.

Miré a Caleb, Luna y Damián, buscando alguna señal de sorpresa, pero sus rostros permanecieron serenos.

Damián fue el primero en hablar.

—Por supuesto nosotros ya lo sabíamos —admitió con una sonrisa suave—.

La mayoría de las personas en el campus son hombres lobo.

Es un lugar seguro para nosotros.

La revelación me dejó sin aliento.

Siempre había sentido que había algo especial en Stanford, algo que no podía explicar.

Ahora todo tenía sentido.

—¿Y por qué no me lo dijeron antes?

—pregunté, mi voz apenas un susurro.

—No corresponde a los humanos los asuntos de los hombres lobo — Luna fue quien respondió esta vez Luna, siempre tan correcta y siguiendo las reglas, aunque su aspecto se había suavizado un poco, pero su actitud seguía siendo tosca.

—Entiendo —dije finalmente, intentando procesar toda la información nueva—.

Pero…

¿por qué ahora?

Amanda intercambió una mirada con Marco antes de responder.

—Hay algo que ha estado matando a las manadas —comentó Marco— nuestra manada fue atacada, mi hermano viene en camino.

Tuvimos que pedir refugio al Alfa Ronan.

—Afortunadamente fue muy comprensivo con nosotros y nos acogió —las lágrimas asomaban en sus ojos.

—Puedes contar conmigo también —dije tomando sus manos.

Caleb intervino con una expresión sombría en su rostro.

—Ahora lo peligroso es que alguien ha estado atacando a las manadas —Caleb sonaba preocupado.

Damián asintió con gravedad.

—Tenemos que seguir entrenando —Damián se escuchaba realmente preocupado— lo más preocupante es que hay rumores de cazadores.

La palabra “cazadores” pendía en el aire como una amenaza invisible pero palpable.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

—¿Cazadores?

—repetí, incrédula.

Marco asintió, su expresión se endureció mientras hablaba.

—Son humanos entrenados para cazar seres como nosotros.

No tienen piedad y son extremadamente peligrosos.

Saben cómo rastrearnos y atacarnos cuando estamos más vulnerables.

Amanda apretó la mano de Marco con más fuerza, su miedo evidente.

—Han existido durante siglos —explicó Luna con un susurro—, siempre al acecho, siempre buscando destruirnos.

Creen que somos monstruos que deben erradicarse.

El ambiente se tornó más denso, el peligro parecía acechar desde las sombras mismas del restaurante.

Me di cuenta de lo poco que sabía sobre este mundo oculto, de las luchas y los terrores que enfrentaban mis amigos cada día.

Damián continuó con voz baja pero firme.

—Por eso necesitamos estar preparados.

No podemos permitirles destruir lo que hemos construido aquí.

La manada es nuestra familia y debemos protegerla a toda costa.

La determinación en sus palabras era innegable.

Sentí una mezcla de miedo y admiración por su valentía frente a semejante amenaza.

—¿Cómo puedo ayudar?

—pregunté finalmente, dispuesta a hacer lo que fuera necesario para protegerlos.

Marco me miró con gratitud antes de responder.

—Solo estar aquí para nosotros ya es una gran ayuda.

Pero también necesitamos estar atentos a cualquier cosa sospechosa en el campus o en la ciudad.

Cualquier información podría ser vital para nuestra seguridad.

Asentí, sintiendo un renovado sentido de propósito.

Aunque el mundo que acababa de descubrir era aterrador, estaba decidida a enfrentar lo que viniera junto a mis amigos.

No permitiría que los cazadores destruyeran lo que tanto valorábamos; nuestra amistad y nuestra manada.

La noche continuó con una mezcla de risas nerviosas y conversaciones serias, mientras fortalecíamos los lazos que nos unirían en las batallas por venir.

El destino nos había unido por una razón y estábamos listos para enfrentar cualquier desafío juntos.

Mientras salíamos del restaurante, el aire nocturno estaba impregnado de una energía eléctrica.

Miré a mis amigos, sintiéndome más conectada a ellos que nunca.

Sabía que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Y mientras caminábamos hacia el auto, no pude evitar mirar por encima del hombro una vez más.

La sensación de ser observada persistía, pero ahora sabía que no estaba sola.

Lucian podría estar acechando en las sombras, pero yo tenía mi propia manada lista para enfrentar lo que viniera.

El camino estaba lejos de terminar, pero estaba lista para lo que el destino me tenía reservado.

Con cada paso, me adentraba más en este mundo oscuro y seductor, donde el amor y el peligro caminaban de la mano.

Y aunque el futuro era incierto, sabía que no importaba lo que sucediera, siempre tendría a mis amigos a mi lado.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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