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En Algún Lugar en Limbo - Capítulo 10

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10: Capítulo 10 – Débil.

10: Capítulo 10 – Débil.

La explosión seguía resonando a lo lejos, su eco retumbando contra las murallas colosales de la Ciudad Inmortal.

El aire olía a polvo y a ceniza.

Entre las columnas de humo, Matt se acomodó la máscara y cruzó los brazos.

—Bien, eso fue un recibimiento espectacular —murmuró con ironía—.

Yo me voy a descansar.

Kaelis lo miró con desconcierto, aún intentando procesar lo que había pasado.

—¿Descansar?

¿Ahora?

Matt la ignoró.

Se acercó a su vehículo, el mismo que había acompañado todo el viaje, y colocó una mano sobre la gran caja metálica que llevaba en la parte trasera.

La superficie reflejaba las luces azuladas de la ciudad.

Antes de subir al vehículo, se volvió hacia Mei-lin, que observaba en silencio con su túnica ondeando al viento.

—Nos vemos más tarde, bruja.

Hablaremos del pago cuando despierte.

Su voz sonó ligera, pero el brillo en su máscara delataba cansancio.

Encendió el motor, que rugió con un sonido mecánico y agudo, y en segundos el vehículo se alejó entre las calles, dejando una estela de polvo tras él.

Mei-lin levantó la mano lentamente.

La gran caja metálica se elevó suavemente, flotando ante ella.

Luego comenzó a encogerse, como si el aire mismo la comprimiera, hasta convertirse en un cubo oscuro del tamaño de su palma.

—Siempre tan mal educado… —susurró con una sonrisa invisible.

Veyrion se acercó, flotando a su lado con su libro abierto, sus ojos verdes ardiendo de curiosidad.

—Fascinante —dijo con tono reverente—.

¿Qué clase de magia es esa?

¿Alquimia?

¿Un sello dimensional?

¿Qué contiene esa caja?

¿O talvez… qué es exactamente Limbo?

Mei-lin lo observó con un aire divertido.

—Hace mucho que nadie me hace tantas preguntas seguidas.

—Su voz era tranquila, pero en ella había algo inquietante—.

Me agradas, pequeño Lich.

Si realmente deseas respuestas, sígueme a mi residencia.

Veyrion inclinó la cabeza.

—Acepto encantado.

Pero, si no le molesta, preferiría caminar.

Este lugar merece ser observado.

Mei-lin asintió, y ambos comenzaron a avanzar por las calles de piedra, perdiéndose entre la multitud silenciosa de la Ciudad Inmortal.

Kaelis, por su parte, se quedó sola con Reika frente a las ruinas del templo.

La joven paladín observó el horizonte, sintiendo cómo el peso de todo lo vivido se acumulaba sobre sus hombros.

—Dime algo, Reika…

verdad?

—dijo, rompiendo el silencio—.

¿Tú sabes… alguna forma de salir de aquí?

De este lugar.

La guerrera permaneció inmóvil, la lanza apoyada sobre el suelo.

—Sé de una —respondió al fin, con voz fría—.

Pero jamás te la diré.

Kaelis la miró, atónita.

—¿Por qué?

Solo quiero volver a mi mundo… —Su voz tembló, cargada de frustración—.

Este lugar me está robando algo dentro.

Apenas recuerdo los rostros de mis amigos… de mi familia… ni siquiera puedo sentir el rostro de mi diosa en mi mente.

¡No quiero quedarme aquí!

Reika la observó en silencio.

Su máscara reflejaba el brillo del fuego que aún consumía los restos del templo.

Luego alzó su lanza y la apuntó directamente hacia Kaelis.

—Entonces tendrás que hacer algo.

Kaelis retrocedió un paso, sin entender.

—¿Qué… quieres decir?

Reika giró la lanza, y la punta en forma de dragón ascendente.

—Derrota a uno de los Diez Grandes de Limbo.

El nombre resonó en el aire como un eco.

Kaelis parpadeó.

—¿Diez… Grandes?

—Diez seres que gobiernan distintas regiones de Limbo —explicó Reika con voz grave—.

Seres que superan cualquier límite.

Si puedes derrotar a uno… entonces te diré una verdad.

No una salida, una verdad.

Kaelis apretó los puños.

Iba a responder, pero el suelo tembló bajo sus pies.

Una sombra se cernió sobre ellas.

El impacto fue devastador.

Una figura corpulenta cayó del cielo, golpeando la piedra con tanta fuerza que la onda expansiva levantó un vendaval de polvo y escombros.

Kaelis fue lanzada hacia atrás, pero antes de chocar contra una columna, Reika se interpuso y detuvo el golpe con su lanza.

La armadura de Reika se iluminó, resistiendo la embestida.

La tierra se agrietó bajo sus pies.

Entre el humo, la silueta del atacante emergió: enorme, cubierta de placas negras y con brazos del tamaño de troncos, respirando como una bestia.

Kaelis se levantó, aturdida.

—¿Qué es eso?

Reika dio un paso al frente, la lanza apuntando al enemigo.

—Eso —dijo, su voz sonando como un trueno bajo la máscara— …es tu primera lección.

Kaelis tragó saliva.

—¿Lección?

—Sí.

—Reika giró su arma con elegancia mortal—.

En Limbo, el poder se aprende con el tiempo.

Mientras mas te muevas, mas rápido eres.

El monstruo rugió, y el suelo volvió a temblar.

Kaelis apretó su espada rota, mientras el aire se llenaba de electricidad y polvo.

Reika bajó la cabeza y murmuró con calma: —Observa, pequeña guerrera.

Esto… es una parte del verdadero poder en Limbo.

Del polvo emergía lentamente la figura monstruosa.

Su cuerpo era una masa de placas negras que reflejaban la luz en un patrón cerámico, casi hipnótico.

De sus hombros y muñecas sobresalían púas como lanzas, y su rostro estaba completamente cubierto por un velo rojo que ondeaba con cada movimiento.

En sus manos, una guitarra blanca, con cuerdas que parecían hechas de hilos de plata.

El silencio se hizo espeso, sofocante.

Hasta que una nota rasgó el aire.

—Ese…

—murmuró Reika—.

Es un Sabio de Limbo.

Kaelis la miró, confundida, su respiración acelerada.

—¿Un… Sabio?

—Criaturas nacidas del propio Limbo —dijo Reika, con voz dura—.

No viven, no mueren.

Solo existen para susurrar la desesperanza en los oídos de los que aún creen tener propósito.

Kaelis tragó saliva.

Aquel ser, tan inmóvil al principio, comenzó a moverse con lentitud.

Sus dedos recorrieron las cuerdas de la guitarra y una melodía sombría comenzó a extenderse.

Era densa, profunda… como si cada nota fuera un clavo que atravesaba el alma.

El Sabio inclinó su cabeza, y su voz se alzó con un canto grave, resonante “Oh pobre guerrera, oh pobre pequeña, la más pequeña, sin hogar, sin honor… sola, sola en un mundo sin amor.” Cada palabra vibró en el aire, penetrando la mente de Kaelis.

Sintió que la canción no solo la rodeaba, entraba en ella, como un veneno.

Imágenes borrosas llenaron su mente: un templo, una luz dorada, rostros sin nombre que la observaban… y luego, oscuridad.

Su respiración se volvió errática.

El Sabio siguió tocando, su voz ahora más profunda “Oh dulce paladín, muriendo por tu dios, ya no te queda honor, perdiste más y más, muy lejos de casa estás, sucumbe ante Limbo, tu hogar de eternidad…” Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Kaelis.

Sus manos temblaban.

Cada verso le pesaba en el pecho como una cadena.

La tristeza se volvió tangible, un peso que la empujaba al suelo.

—¡Basta…!

—susurró, apretando su espada rota—.

¡Basta…!

Reika la observó sin moverse.

—Si caes ante eso —dijo con frialdad—, eres más débil que cualquier otro.

Pero… eso puede corregirse.

Su voz cambió, se volvió cortante como acero.

En un solo instante, Reika desapareció del lugar.

El aire se distorsionó.

—¿Qué…?

—alcanzó a decir Kaelis, pero la respuesta fue un estruendo.

Reika apareció detrás del Sabio, su lanza brillando con un resplandor carmesí.

El golpe fue tan veloz que partió el aire con un silbido.

Impactó contra la espalda del Sabio, levantando una nube de polvo y rompiendo el suelo en mil fragmentos.

El Sabio apenas se movió.

Solo inclinó ligeramente la cabeza, el velo rojo ondeando.

Luego volvió a levantar la guitarra.

Reika frunció el ceño.

—No esta vez.

Apareció a su lado en un parpadeo y lanzó un segundo golpe horizontal que hizo vibrar el aire.

La lanza impactó contra las cuerdas de la guitarra, generando un sonido disonante y doloroso.

El Sabio retrocedió varios metros, pero su voz volvió a alzarse, distorsionada, cargada de furia y eco.

Reika alzó su lanza, concentrando energía.

—Rey de los Gigantes.

Un rugido atravesó el campo.

Detrás de ella se alzó una figura colosal formada de pura energía roja, un gigante de cuatro brazos cuyos ojos brillaban con fuego.

Su presencia hacía temblar el suelo.

—Aplástalo.

—ordenó Reika.

El gigante rugió y avanzó, golpeando con puños como montañas.

Cada impacto hacía estallar el aire, levantando ráfagas de tierra y destellos carmesí.

El Sabio levantó su guitarra, bloqueando los ataques con ondas de sonido que hacían vibrar todo el entorno, pero el poder de Reika lo arrastraba cada vez más lejos.

En un último movimiento, Reika apareció detrás de él otra vez.

—No se puede derrotar a los Sabios — dijo en voz alta —Solo mandarlos lejos.

Apoyó la palma en la espalda del Sabio y liberó una explosión de energía pura.

El sonido fue ensordecedor.

El Sabio salió disparado hacia el horizonte, rompiendo la barrera del sonido en un destello blanco.

El silencio regresó.

Kaelis, arrodillada en el suelo, lloraba sin fuerzas.

Su mente seguía atrapada en los versos, en la tristeza que el Sabio había dejado dentro de ella.

Reika caminó hacia ella, su sombra cubriéndola.

La tomó del cabello y la obligó a levantar la cabeza.

—Quieres salir de Limbo —dijo con voz fría—, pero no puedes dejar de llorar.

Kaelis tembló, con los ojos llenos de lágrimas.

Reika la arrastró unos metros, su armadura raspando la arena, y añadió con un tono implacable.

—Eres patética… pero tranquila.

Yo me encargaré de corregir eso.

El eco de sus pasos resonó en el suelo resquebrajado mientras el cielo de Limbo se teñía de un rojo profundo.

REFLEXIONES DE LOS CREADORES SeñorM1 Siento que Limbo me esta consumiendo, mas capítulos pronto 😀

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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