Entre el fuego y la distancia - Capítulo 13
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- Capítulo 13 - 13 CAPÍTULO 13 — LA CITA QUE NO SABÍA QUE ERA UNA CITA
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13: CAPÍTULO 13 — LA CITA QUE NO SABÍA QUE ERA UNA CITA 13: CAPÍTULO 13 — LA CITA QUE NO SABÍA QUE ERA UNA CITA Luna estuvo nerviosa todo el día.
Cada vez que miraba el reloj, sentía un pequeño salto en el estómago.
Y cuando por fin dieron las seis, el sonido del timbre le pareció demasiado fuerte, como si fuera un latido ajeno dentro del pecho.
Se asomó por la ventana.
Brandon estaba abajo, apoyado contra su carro.
Llevaba una camisa negra sencilla, las mangas remangadas hasta los antebrazos, el pelo recogido hacia atrás, ese estilo que hacía que su mandíbula se viera aún más marcada.
Reía solo mientras revisaba algo en el celular.
Luna tragó saliva.
¿Cómo podía alguien ponerla tan nerviosa sin siquiera verla de frente?
Bajó las escaleras.
Cuando abrió la puerta del edificio, Brandon levantó la mirada.
La vio.
Y se quedó mirándola.
—Wow… —se le escapó, sin intención de decirlo en voz alta.
Luna sintió un calor repentino en las mejillas.
—¿Qué?
—preguntó, fingiendo molestia.
Brandon se acercó despacio.
—Nada… solo que te ves increíble.
Ella bajó la mirada, mordiéndose el labio.
Era tan fácil sentirse vulnerable con él… y aun así no podía dejar de acercarse.
—Vos también… —dijo, casi en un susurro.
El plan era simple: caminar por una zona tranquila, tomar algo helado, hablar de cualquier cosa.
Sin presión.
Sin etiquetas.
En la práctica, desde el primer paso se sintió como una primera cita que nadie había programado, pero que los dos estaban viviendo igual.
Los hombros se rozaban de vez en cuando.
Las risas salían fáciles.
Las miradas duraban un poco más de lo necesario.
Había algo suave… y al mismo tiempo intenso, que ninguno terminaba de saber cómo manejar.
—¿Qué vamos a tomar?
—preguntó Luna para cortar un poco la tensión.
—Lo que querás —respondió él—.
Si te gusta dulce, conozco un lugar; si te gusta más ácido, otro.
Si te gustan las dos cosas, te llevo a los dos.
Luna rió.
—Ni siquiera sabés qué me gusta.
—Por eso mismo quiero averiguarlo —dijo Brandon.
El comentario quedó flotando entre ellos como una chispa pequeña.
Pero estaba ahí.
Y los dos la sintieron.
Más tarde, sentados en un muro bajo, con vasos fríos entre las manos, Brandon la observaba como si quisiera aprenderse cada gesto.
—Luna… —dijo de pronto, con la voz más seria—, si en algún momento te incomodo, tenés que decírmelo.
En serio.
Ella lo miró de frente.
—Hasta ahora… —tragó saliva— no me has incomodado.
Al contrario.
Brandon bajó la mirada, sonriendo apenas.
—No sé qué estás haciendo, Luna… pero me estás desarmando.
El corazón de ella se aceleró.
—¿Y eso es malo?
—preguntó.
—No —respondió él, alzando de nuevo la vista—.
Pero sí es peligroso.
Se quedaron así, mirándose.
Nadie rompió el contacto.
Nadie se movió.
Todo parecía inclinarse hacia un beso.
Brandon empezó a acercarse, muy despacio.
Entonces sonó un teléfono.
El de él.
Brandon suspiró, frustrado, pero contestó.
—¿Aló?
Luna solo escuchó el murmullo al otro lado de la llamada.
Lo que sí vio fue cómo él cambiaba de expresión en cuestión de segundos.
La postura se le tensó.
Los ojos se achicaron.
La mandíbula se marcó con fuerza.
—¿Qué?
—dijo, poniéndose de pie—.
¿Cuándo pasó?
Empezó a caminar unos pasos hacia adelante, dándole la espalda.
Luna no alcanzaba a oír las palabras, pero sentía la inquietud de él como si fuera una corriente en el aire.
—Voy para allá —terminó, antes de cortar.
Luna se levantó despacio.
—¿Todo bien?
—preguntó.
Brandon la miró.
No necesitaba hablar para que ella entendiera que algo no estaba bien.
—Luna… tengo que irme —dijo, con la voz grave.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—preguntó ella, sin pensarlo demasiado.
Él negó enseguida.
—No.
Esto no.
No es seguro.
Ese “no es seguro” se le clavó.
—Entonces… ¿qué está pasando?
—insistió, acercándose un poco.
Brandon tragó saliva.
—Es mi hermano —dijo al fin—.
Lo encontraron golpeado.
Muy mal.
No tengo muchos detalles todavía, pero… —respiró hondo— tengo que llegar al hospital ya.
Luna sintió un nudo en el estómago.
—Brandon… lo siento muchísimo.
Él asintió, apretando las llaves del carro en la mano.
Parecía a punto de irse, pero se detuvo, dio media vuelta y regresó hacia ella.
Levantó una mano y la apoyó con suavidad en la mejilla de Luna.
—No quería que esta noche terminara así… —susurró—.
Te prometo que te explico todo cuando pueda.
Luna se quedó quieta.
Él también.
Por un segundo, todo indicaba que iba a besarla.
Era el momento perfecto y terrible al mismo tiempo.
Brandon se detuvo a milímetros.
—No quiero que esto quede pegado a un recuerdo malo —murmuró—.
No así.
Bajó la mano.
—Te escribo en cuanto pueda.
Y se fue.
Luna se quedó sola en la calle, mirando cómo el carro se alejaba.
No sabía por qué, pero una sensación amarga le subió por el pecho, como un aviso.
Algo, en el tono de Brandon, en sus palabras, en ese “no es seguro”, le decía que esa llamada no era solo un accidente.
Que lo del hermano golpeado era la punta de algo más oscuro.
Y que, sin saber todavía cómo… ella ya estaba metida en medio de eso también.
Fin del capítulo 13.
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