Leer Novelas
  • Completadas
  • Top
    • 👁️ Top Más Vistas
    • ⭐ Top Valoradas
    • 🆕 Top Nuevas
    • 📈 Top en Tendencia
Avanzado
Iniciar sesión Registrarse
  • Completadas
  • Top
    • 👁️ Top Más Vistas
    • ⭐ Top Valoradas
    • 🆕 Top Nuevas
    • 📈 Top en Tendencia
  • Configuración de usuario
Iniciar sesión Registrarse
Anterior
Siguiente

Entre el fuego y la distancia - Capítulo 34

  1. Inicio
  2. Todas las novelas
  3. Entre el fuego y la distancia
  4. Capítulo 34 - 34 CAPÍTULO 34 — LO QUE SE ROMPE ANTES DE LA NOCHE DEL PUERTO
Anterior
Siguiente
Tamaño de Fuente
Tipo de Fuente
Color de Fondo

34: CAPÍTULO 34 — LO QUE SE ROMPE ANTES DE LA NOCHE DEL PUERTO 34: CAPÍTULO 34 — LO QUE SE ROMPE ANTES DE LA NOCHE DEL PUERTO A dos días del encuentro, la ciudad parecía sostener la respiración.

O tal vez eran ellos.

Los que sabían que había una fecha marcada, una hora específica, un sitio concreto donde algo importante iba a romperse.

Marcos entre dos fuegos Marcos miraba por la ventana del despacho sin realmente ver la calle.

El correo había llegado esa mañana.

Sin asunto.

Sin firma.

Solo un mensaje: “Confirmado.

Viernes, 21:00.

Puerto vieja bodega 3.

Lleva al trío.

La chica vendrá sola.” “La chica”.

Luna.

Cerró los ojos.

El “trío”, en la jerga de ellos, eran Diego, Brandon y Valeria.

Cuatro personas caminando hacia un lugar que él mismo había ayudado a señalar.

El teléfono vibró.

Era Valeria.

—¿Sí?

—contestó, con la voz más neutra que pudo.

—Nos vemos hoy —dijo ella—.

Diego quiere hablar con vos antes del viernes.

Marcos sintió un tirón de algo parecido al pánico.

—¿Los cuatro?

—preguntó.

—No —respondió ella—.

Primero él y yo.

No te preocupés, no llevamos antorchas.

Intentó bromear.

No le salió del todo.

—Está bien —dijo Marcos—.

Donde vos digás.

Colgó.

Respiró hondo.

Sabía que el tiempo de las medias verdades se le estaba acabando.

El otro lado de la mesa Se encontraron en uno de esos restaurantes que parecían todos iguales: madera clara, luces cálidas, música baja.

Diego llegó con una chaqueta sencilla y la mirada de quien no estaba dispuesto a perder ese día en rodeos.

—Gracias por venir —dijo, sentándose frente a Marcos.

—Si no vengo, igual me encontrás —respondió Marcos—.

Te conozco.

Diego no discutió.

—Te voy a hacer pocas preguntas —dijo—.

Y necesito pocas mentiras.

Marcos sonrió sin humor.

—Suena a trato justo.

Diego apoyó los codos en la mesa, entrelazando las manos.

—¿Sabés que nos están escuchando?

—preguntó.

Marcos tardó un segundo en contestar.

—Probablemente —admitió—.

Les encanta ver hasta dónde llegamos por nuestra cuenta.

—Entonces hagamos esto simple —continuó Diego—.

Yo ya sé que te usan.

Lo que quiero saber es si vos querés seguir dejando que lo hagan.

Marcos apretó la mandíbula.

—¿Vos nunca hiciste algo por miedo?

—espetó—.

¿Nunca firmaste un papel para no ver cómo le hacían daño a alguien más?

—Sí —respondió Diego—.

Esa noche.

Y todavía la pago.

Por eso te pregunto: ¿vas a seguir sumando noches a tu lista o querés cortar alguna?

Silencio.

Marcos deslizó el sobre gris que llevaba en el maletín.

—Estos son los papeles que guardan sobre mí —dijo—.

Copias, contratos, cuentas.

No sé cuánto de esto será suficiente, pero es lo único que tengo para demostrar que no toda la mierda que va a pasar el viernes depende de mí.

Diego lo miró.

No los tocó.

—¿Por qué ahora?

—preguntó—.

¿Por qué no hace un año, o dos, o el día del incendio?

La respuesta salió más rápido de lo que Marcos esperaba.

—Porque antes estaba solo —dijo—.

Y ahora… ahora hay gente que no tiene nada que ver con nuestras deudas y que está a punto de pagar por ellas.

Valeria.

Luna.

Lucas.

Los nombres flotaron silenciosos sobre la mesa.

Diego asintió despacio.

—Nos van a vender un discurso de “hablar” —dijo—.

Vos lo sabés.

Ellos lo saben.

Y nosotros también.

—Sí.

—Quiero que hagás algo —continuó Diego—.

Y no te va a gustar.

Un plan con dos traiciones Diego se inclinó un poco.

—Quiero que les digás que voy solo con Brandon —dijo—.

Que Valeria y Luna se van a quedar lejos.

Marcos frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Porque no es verdad —respondió Diego—.

Y necesito que piensen que lo es.

Marcos lo miró como si intentara descifrar si eso lo convertía en doble traidor… o en colaborador.

—Ellos van a querer a las chicas ahí —dijo—.

Son presión.

Son vulnerabilidad.

Son… fichas.

—Precisamente —respondió Diego—.

Hay formas de estar sin estar.

De parecer más débiles de lo que somos.

Si ellos miran a un lado… podemos entrar por otro.

Marcos pasó una mano por el cabello.

—Hay una cosa que no estás considerando —dijo, de pronto.

—Decime.

—Ya no confían del todo en mí —admitió—.

Me van a poner alguien encima.

Alguien que verifique lo que digo, lo que hago, con quién me reúno.

Si notan que miento demasiado, no van a esperar al viernes.

Diego lo sostuvo la mirada.

—Entonces vamos a aprovechar que todavía dudan —respondió—.

Un hombre que sospechan que los traiciona… es un hombre al que miran demasiado.

Si se enfocan en vos, menos atención para nosotros.

Marcos rió, esta vez sí con un poco de ironía.

—Maravilloso —dijo—.

Soy la bengala humana.

—No solo —añadió Diego—.

Sos la primera prueba de que alguien de adentro también está cansado.

Y eso, Marcos… vale más de lo que creés.

Mientras tanto, del otro lado del tablero En un despacho sin ventanas, el hombre del traje volvía a escuchar el audio de la reunión de la bodega, meses atrás.

Diego gritando nombres entre humo.

Disparos.

Un techo cayendo.

Claudia entró sin tocar.

—Robles se reunió con él —anunció—.

Sabías que lo haría.

—Por eso nunca los separamos del todo —respondió el hombre—.

La culpa es un hilo más fuerte que cualquier contrato.

Ella se apoyó en la pared.

—¿Qué vas a hacer con Diego?

—preguntó—.

Lo hemos tenido años como problema lateral.

Ahora se está convirtiendo en algo más serio.

El hombre del traje sonrió, pequeño.

—No hay nadie más leal que alguien que cree estar rompiendo el sistema desde adentro —dijo—.

A veces, la mejor forma de destruir a un hombre no es matarlo… sino hacerlo trabajar para ti creyendo que te odia.

Claudia lo miró, dudando.

—¿Querés reclutarlo?

—preguntó—.

¿Después de todo?

Él se encogió de hombros.

—Si sale vivo del puerto —respondió—.

Eso ya te dice algo sobre el tipo de pieza que tenemos enfrente, ¿no?

Apoyó los dedos en el escritorio.

—Viernes —añadió—.

Ahí veremos quién sigue moviendo las piezas y quién solo ha sido parte del decorado.

Y mientras unos se preparaban para entrar al fuego, otros se preparaban para ver quién resistía ardiendo.

REFLEXIONES DE LOS CREADORES Pluma_Magna Your gift is the motivation for my creation.

Give me more motivation!

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

Anterior
Siguiente
  • Inicio
  • Acerca de
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 2025 LeerNovelas. Todos los derechos reservados

Iniciar sesión

¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

Registrarse

Regístrate en este sitio.

Iniciar sesión | ¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aLeer Novelas

¿Perdiste tu contraseña?

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirás un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

← Volver aLeer Novelas

Reportar capítulo