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Heidi y el señor - Capítulo 106

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106: Capítulo 106 – Cueva de zorro – Parte 2 106: Capítulo 106 – Cueva de zorro – Parte 2 Editor: Nyoi-Bo Studio Cuando Heidi regresó de vuelta de la ciudad, subió a su habitación, y cerró con llave antes de ir a revisar su baúl, revolviendo entre sus ropas para encontrar la botella que el Duque Scathlok le había dado.

Llevándola con ella, se fue al baño.

Aunque la había aceptado, nunca había tenido la intención de usarla, y si no la iba a usar, no tenía sentido esconderla.

Con ese pensamiento en mente, abrió el corcho de la botella con mucho cuidado, ya que no sabía qué tan venenoso podría ser el líquido dentro de ella.

Vertió el líquido en el desagüe para ver cómo derretía ligeramente el suelo a su alrededor antes de desaparecer completamente de vista.

Se quedó mirando fijamente durante unos segundos antes de verter agua alrededor para asegurarse de que no quedara atrás ningún residuo del líquido.

Se lavó las manos y salió del baño, secándose las manos con una toalla.

Volviendo a poner la pequeña botella en el baúl, se sirvió un vaso de agua de la jarra para luego tomar unos sorbos.

Mientras caminaba hacia el balcón, sintió que una carga pesada sobre su pecho había sido levantada.

Habiendo vaciado el contenido de la botellita, no tenía nada de qué preocuparse cuando se trataba del Duque.

Todo lo que tenía que hacer era quedarse allí, en la mansión de la Rune y no le sucedería nada malo, pensó para sí misma.

Un bostezo se escapó de su boca, el que intentó cubrir con el dorso de la mano.

Inclinando la parte superior de su cuerpo hacia adelante mientras sujetaba los barandales con ambas manos, miró el esbozo de los árboles, con el cielo como un telón en el fondo.

Ella vio entonces al mayordomo hablando con alguien que tenía su espalda mirando hacia ella.

Los rizos rubios le parecían familiares, pero no podía adivinar a ciencia cierta quién podría ser.

Mientras ambos hablaban, el hombre se volteó a su izquierda, revelando su cara, lo que era suficiente para que Heidi lo reconociera.

Ella lo miró con ojos que se habían abierto de par en par debido conmoción, y a las dudas.

¿Qué hacía allí Noah Arendel?

Los vio dirigirse hacia el bosque y supo que no eran buenas noticias.

El bosque era el lugar donde se encontraban las mazmorras.

Noah no había hecho nada malo, y seguramente el señor de Bonelake no era un hombre tan mezquino como para castigar a alguien sin razón, reflexionó ella en su mente.

Noah era un muchacho local quien incluso con su buen aspecto, no podría tener conexiones tan altas como para llegar a ser Señor.

Sin esperar un segundo más, bajó las escaleras a toda velocidad solo para ralentizar sus pasos cuando vio pasar a Nicholas.

Lista para gritar su nombre, abrió la boca y se dio cuenta de que había sirvientes que estaban limpiando los lados de las paredes.

—¡Señor Nicholas!

—llamó ella para verlo girar en su dirección, con una ceja levantada.

—¿Qué sucede?

Abriéndose paso hacia donde él estaba, le preguntó frenéticamente: —¿Qué está haciendo Noah aquí?

—¿Noah?

—dijo el señor fingiendo ignorancia.

—Sí, Noah.

El chico pala, como lo llamas tú.

¿Qué está haciendo aquí?

—repitió la pregunta.

—Ah, el chico pala.

Vino aquí por una pequeña visita, y tomamos té.

Movamos esta discusión a la sala de estudio —sugirió él.

—No —susurró Heidi—.

Hablemos aquí.

Ahora mismo.

No sabía a dónde se había llevado Stanley a Noah, pero si realmente era la mazmorra, no quería desperdiciar tiempo.

Nicholas la miró fijamente durante unos segundos, y luego chasqueó los dedos para llamar la atención de sus sirvientes.

Moviendo su mano para que se fueran, tanto Heidi como el Señor esperaron hasta que los sirvientes abandonaron el lugar.

—Tenía curiosidad, así que lo invité para tomar té.

Nada más —habló primero.

—¿Curiosidad acerca de qué?

Y, ¿por qué caminaron en dirección al bosque?

—¡Por Dios!

¿No puede una persona ser curiosa e invitar a otra persona a tomar el té?

Qué le ha pasado a la gente —declaró él—, Stanley dijo que se aseguraría de enviar al niño a casa a salvo.

—Hablo en serio, Nicholas.

Noah no tiene nada que ver con nada, es un buen hombre, así que.

por favor.

no le hagas nada.

En verdad no ha habido nada…

Nicholas, quien la había acechado, acorralándola contra la pared, golpeó con su puño, haciendo que parara de hablar bruscamente.

Heidi no necesitó girarse a un lado para ver que había una abolladura nueva en la pared y, en cambio, sintió que su corazón se estremecía ante la siniestra sonrisa de su rostro.

—¿Te preocupas por él más de lo que te preocupas por mí?

—preguntó suavemente.

—¿Qué?

—preguntó confundida por un segundo.

—Te vuelves tan protectora con el chico, que hace que me ponga envidioso.

Es como lo dije, sólo tenía una mera curiosidad por el muchacho, y lo llamé para charlar un rato.

Le pedí a Stanley que lo enviara a casa, pero ahora quiero arrancarle el corazón —dijo sus palabras con tanta calma que estaba asustando a Heidi al pensar que haría exactamente lo que decía.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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