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Heidi y el señor - Capítulo 113

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113: Capítulo 113 – Él – Parte 3 113: Capítulo 113 – Él – Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Mientras la cubría de espuma con el jabón, Heidi no pudo resistirse a echar un vistazo al hombre por sobre sus hombros.

Cuando sus ojos se encontraron con los de él, ella lo escuchó preguntar: —¿Qué pasa?

—Estabas muy callado.

—¿Es eso tan inusual?

—Heidi asintió con la cabeza en respuesta, y él le preguntó: —¿Cuándo te hicieron la marca en tu espalda?

¿Fue la familia Curtis quien te compró?

La noche anterior no habían tenido tiempo para hablar de todo, y Heidi sabía que Nicholas tendría preguntas al respecto: —Si no quieres hablar de ello, no tienes que hacerlo —añadió.

—Tenía siete años cuando recibí la marca.

Huí del establecimiento de esclavos —ante la confesión de Heidi, Nicholas levantó las dos cejas.

Los esclavos rara vez trataban de escapar del ambiente de presidio que el establecimiento les ofrecía, eso debido al castigo que se aplicaba—.

No recuerdo cómo entré allí.

No tengo recuerdos de mis padres biológicos, pero sí de las paredes confinadas del edificio en el que estuve.

De los esclavos, del guardia en jefe.

A veces los veo en mis sueños.

Durante mi estancia allí, había una mujer que me cuidó como si fuera su propia hija.

Desafortunadamente, no recuerdo su nombre, quizás nunca intercambiamos nuestros nombres.

Ella cuidó de mí, incluso se esforzó más de lo que debía al darme su ración de comida.

Era una buena persona —dijo Heidi en voz baja.

—¿Ella murió?

—preguntó.

—El guardia la mató delante de mí.

Se suponía que debía ir con el guardia a una subasta, pero ese día, se rehusó.

La desobediencia no se toma a la ligera en ese lugar, y la palabra del guardia es absoluta.

Él…

la masacró delante de mí —susurró, mientras su voz titubeaba temblorosamente.

Nicholas le frotó los hombros para consolarla, acercándola a él para poder abrazarla—.

Después de su muerte, no pude soportar el dolor y traté de escapar, pero no salió bien y se me puso el sello de esclava.

Lo intenté una vez más, y finalmente hui del guardia a cargo de la instalación.

Corrí durante días hasta que terminé en Woville, y frente a mi tío, Raymond Curtis, en medio de la calle.

Al principio no quería casarme con Warren, así que escapé.

—Pareces tener un registro exitoso cuando se trata de escapar —comentó Nicholas con una sonrisa burlona, haciéndola sonreír.

—Pero no tuve éxito.

—¿Por qué no?

—preguntó él, curioso con la historia.

—A mi familia no le gustan los vampiros, y cuando mi padre se enteró de que Nora iba a ser enviada aquí, él y mi tío cambiaron su lugar conmigo.

Yo…

yo no quería un matrimonio de esa forma.

Si mi madre estuviera viva, no querría eso para mí.

Aunque no fuera por el inesperado matrimonio, me hubiera ido.

Ahorré suficiente dinero para empezar una nueva vida, pero las cosas no salieron según lo planeado —suspiró—.

Mi hermana lo descubrió, y nuestro cuidador, Howard, fue golpeado por los hombres del Duque.

—¿Duque?

Nicholas la interrogó.

Él no pasó por alto el miedo que había empezado a aparecer en sus ojos, además del cambio en el ritmo de los latidos de su corazón.

Nicholas estaba consciente de que había algo más que el maltrato de su familia, y ahora que finalmente se había sincerado con él, esperó pacientemente a que ella hablara.

—El Duque Dorian Scathlok.

Mi tío Raymond lo conoce bien.

Él fue quien propuso al Señor Wastell nuestro nombre para la tregua.

Yo…

el Duque capturó a Howard con la proposición de que lo mantendría vivo y respirando si yo cumplía con la tregua sin ninguna resistencia.

Él planeaba matarte a través de mí.

—Así que, ¿eso hizo?

El plan debe haber ido terriblemente mal si todavía estoy vivo —bromeó—.

¿Qué hay de tu cuidador?

—preguntó.

—No estoy segura de sí Howard está bien —dijo preocupada.

—Veré si puedo encontrar algo sobre él —ofreció Nicholas.

—¿Lo harás?

Se dio la vuelta para mirarlo de frente, olvidándose de sus cuerpos desnudos.

—Cualquier cosa que te haga sentir más tranquila, cariño.

¿Pasó algo más durante tu estancia en Woville?

—preguntó casualmente para ver cómo desviaba sus ojos.

Ella asintió con la cabeza, tomándose el tiempo para poner sus pensamientos en oración: —El Duque intentó…

intentó lo que tú hiciste aquí hace unos momentos —los ojos de Nicholas se entrecerraron ante sus palabras, y él calmó su temperamento cuando ella lo miró—: ¿No…

no estás enojado conmigo?

—¿Por qué razón?

No es difícil para mí señalar de entre una multitud, a una persona traidora que va a matarme.

Y francamente, no pareces cumplir el papel.

Tu corazón palpitante revela muchas cosas.

Lamento escuchar lo que pasó.

No tendrás que ver a tu familia, o al Duque, a partir de ahora —posó un tierno beso en su cabeza.

—No seas tan amable conmigo —podía sentir que sus ojos se humedecían.

—¿Por qué no?

No me digas que eres de los que creen que no lo mereces.

—Las cosas no se mantienen igual —murmuró ella, pero él lo escuchó bien.

Él sabía que era el momento equivocado para sonreír, pero sonrió de todos modos, lo que ella no pudo ver.

Era irónico cómo ambos se preocupaban por las mismas cosas.

—Déjame decirte esto, Heidi —dijo, aún con ella entre sus brazos—.

No tengo planes de dejarte.

No ahora, ni en esta vida, ni en la próxima.

Te mimaré con todo lo que sea capaz de hacer.

No tienes nada de qué temer.

Y cuando ella se dio vuelta, la vio ansiosa, a lo que se inclinó hacia adelante, pero esa vez, para darle un beso en la frente.

Una vez que Heidi salió de la habitación vestida, Nicholas se sentó frente a la chimenea de su habitación, la que ya estaba apagada.

No era de extrañar que pudiera soportar una escena sangrienta.

El presenciar algo tan horrible a una edad temprana, pensó.

Solo unos pocos eran elegidos para tal destino.

No había oído antes el nombre de Dorian Scathlok, y Nicholas era el tipo de hombre que recordaba a la gente, a menos que no hubiera hablado con él antes.

Recordó a su mayordomo diciendo que la vio conmocionada después de encontrarse con un hombre el día del compromiso entre ella y Warren.

Todo ese tiempo, Heidi tenía la llave para saber quién estaba tratando de crear problemas en Woville en contra de los vampiros.

Luego estaba la otra persona.

La otra persona que Heidi había mencionado.

Calos Juves.

Él conocía al hombre.

Era el guardia que había sido asignado antes de que comprara a Stanley en ese lugar.

Era el que estaba a cargo, la mayor autoridad en el establecimiento de esclavos, después de Wilford.

Nicholas se rio por una broma privada.

Recordó la noche que había ido a visitar a uno de los esclavos que él mismo había puesto allí, cuando vio a una niña pasar corriendo a su lado, a varias yardas de distancia.

Por lo general, habría tomado al esclavo fugitivo, y habría devuelto a la persona al establecimiento, pero no estaba de humor esa noche.

Al ir al edificio, se había reunido con el guardia, viendo una marca recién esculpida en su rostro.

No era algo raro, pero tampoco era común que los esclavos escaparan, debido a la estricta seguridad que tenía la instalación.

Si sus cálculos eran correctos, la niña que había visto pasar corriendo ante sus ojos, no era otra más que la misma Heidi.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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