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Heidi y el señor - Capítulo 128

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128: Capítulo 128 – Llegada del fantasma – Parte 1 128: Capítulo 128 – Llegada del fantasma – Parte 1 Editor: Nyoi-Bo Studio Heidi, quien había alejado sus ojos de la criatura llamada necrófago, los dirigió hacia Nicholas cuando los introdujo, lo vio mirando a través del lienzo apilado en la esquina.

Pero la criatura, que había aparecido frente a ella en silencio se desvaneció de la misma forma en el aire.

Miró a su alrededor antes de que sus ojos se posaran de vuelta sobre el Señor.

Un montón de preguntas pasaron por su mente.

Sus oscuros ojos finalmente se posaron sobre ella, los cuáles comprendieron su reacción ante las palabras que le había dicho hacía unos momentos.

Luego le dijo:—Parece que estás asustada.

No lo estés.

—Qué…¿Qué quisiste decir cuando dijiste que eran una parte de ti?

—preguntó Heidi, con los ojos abiertos de par en par debido a la conmoción:—¿Es unaespecie de…mascota?

—.

A Nicholas se le escapó una pequeña risa.

—Bueno, si es así como lo ves, entonces podrían serlo.

—¿Ellos?

—Sí, hay más de un necrófago.

Un total de dos —dijo Nicholas caminando alrededor de la habitación.

Volviendo a colocar los pinceles en su lugar, junto al atril de los lienzos, dijo:—Encontré a Toby antes de que mi madre falleciera, pero los necrófagos nacieron al segundo día después de que mi madre fuera asesinada.

Podría ser debido a que tengo sangre muy pura corriendo por mis venas.

Te dije que pocos vampiros de sangre pura son dotados.

Como los vampiros, estos demonios sobreviven gracias al miedo y la sangre; pero la sangre de los muertos.

Son útiles cuando se trata de cazar brujas o hacer caso a las órdenes que doy.

Estoy seguro de que te encariñarás con ellos —Heidi no estaba segura de eso.

A pesar de que él había dicho que eran parte de él, a ella le resultaba difícil digerir que algo como esas criaturas existían en el mundo.

—Así que este es tu don —reconoció Heidi, viendo una de las comisuras de sus labios levantarse con regocijo.

—Parte de él, en realidad.

Para una persona que controla a los necrófagos, mis características no son tan ldiferentes a las de ellos.

Permíteme mostrarte mi verdadera forma —dejó caer el pincel que había estado sosteniendo.

Heidi contuvo su respiración ante la idea de que él mismo se fuera a convertir en un necrófago, pero no lo hizo.

En vez de eso, el hombre se quedó allí parado, sin mover un músculo, y ella se preguntó si estaba bromeando con esto, hasta que la estructura de su cara comenzó a cambiar lentamente.

El cambio que tuvo lugar, tomó unos segundos, y no se había ningún parecido con los necrófagos esqueléticos con los que se había encontrado.

Los lados de su boca se partieron a la mitad mientras se acostumbraba a los amplios dientes, grandes y afilados como los de un lobos.

Heidi no estaba segura de si parecía salvaje, o aterrador.

El color de su iris había cambiado de rojo a negro.

Su corazón comenzó a palpitar cuando se acercó a ella, pasando un lienzo tras otro.

Cuando se paró justo en frente de ella, Heidi tragó saliva, mientras le miraba fijamente a sus ojos enigmáticos e inmóviles.

En un abrir y cerrar de ojos, él enrolló su mano alrededor de su cintura, acercándola hacia él para que la figura de ella quedara presionada contra la parte delantera de su cuerpo.

Levantando la mano hacia la cara de Heidi, la puso en su mejilla, pasando sus dedos a través de su cabello antes de inclinarse para besarla en los labios, mientras su cara volvía a ser como era.

Todas las palabras que ella quería que salieran de sus labios, se habían secado y convertido en polvo.

El agarre de Nicholas se apretaba a medida que el beso se hacía más profundo, haciendo que ella le se agarrara de su brazo y la camisa de seda que llevaba.

—¡Mm!

—sonó la voz ahogada de Heidi, ya que Nicholas no la dejaba ir, ni el beso que habían empezado a compartir.

Su cabeza empezó a zumbar debido a la falta de oxigeno y, afortunadamente, Nicholas soltó sus labios mientras aún la sostenía con firmeza.—Estás planeando matarme —susurró ella, descansando su frente sobre su pecho, tratando de calmar su mente ya que sentía que estaba fuera de control.

—Planeo hacerte muchas cosas, pero matarte no es algo que esté dentro de la lista —se rió, con sus ojos entrecerrados con júbilo.

Luego le dijo:—Quiero llevarte a la cama.

Ven —la jaló de los dedos, llevándola a sus aposentos para que pudiera amarla como él quería.

Al llegar a la habitación, las prácticas manos de Nicholas desabrocharon la parte delantera de su vestido, moviéndose fervientemente a su alrededor, tirando y jalando del vestido, hasta que cayó alrededor de sus pies.

Sin perder el tiempo, se quitó la camisa de seda que llevaba puesta, tirándola al piso antes de tomarla a ella para llevarla a la cama.

Heidi sintió que algo se había desatado dentro de ella cuando Nicholas se volvió a transformar en un vampiro de sangre pura.

Aunque las expresiones de Nicholas eran tranquilas, sus acciones decían lo contrario.

Después de dejarla caer en la cama, se cernió sobre su cuerpo, el cual fue presionado contra el suave colchón.

Deslizó lentamente su dedo desde sus labios hasta el diafragma, probando su sensibilidad como si fuera una deliciosa golosina que iba a ser saboreada.

Gritos ahogados llenaron la habitación a medida que Nicholas la tocaba, complaciéndola sin fin, hasta que gritó de placer, pero el Señor no estaba satisfecho con ello.

Para él, los gritos, gemidos y jadeos que llenaban la habitación, solo lo tentaban.

Volviendo a donde todo había comenzado, le besó sus pantorrillas y los muslos, succionando su muslo interior antes de hundir sus impecables colmillos en él.

La sangre era más dulce que la de su cuello; tan dulce que se sintió empujado a beberla toda, pero sabía bien que cosas así, necesitaban ser preservadas y atesoradas.

Heidi sintió que respiraba agitadamente, y puso el dorso de su mano para calmar el áspero sonido que salía de su boca.

Esta no era la segunda vez que la había mordido sin avisar.

La conmoción, y el dolor, se sintieron mínimos comparados con el cuidado posterior que él le dio a la mordedura, lo que provocó espasmos de placer en su cuerpo.

Cuando se fue hacia arriba, estando ambos uno frente al otro, Heidi colocó sus dos manos en las mejillas de Nicholas, para ver cruzar un poco de sorpresa en su propia cara, como un cometa que no esperaba espectadores.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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