Heidi y el señor - Capítulo 130
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- Capítulo 130 - 130 Capítulo 130 - Llegada del fantasma - Parte 3
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130: Capítulo 130 – Llegada del fantasma – Parte 3 130: Capítulo 130 – Llegada del fantasma – Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Al cuarto día después de que el Señor Nicholas partiera hacia Mythweald, Heidi fue invitada a la mansión de los Lawson, para tomar el té por la tarde.
Aunque no era algo que le agradara, era una buena forma de matar el tiempo.
Warren se sentó junto a ella, compartiendo algunas palabras de vez en cuando.
Los vampiros de sangre pura, y los medio vampiros que nacieron de forma natural, eran buenos con ella.
No por ella, sino porque iba a ser la esposa de Warren, lo que en realidad, no iba a suceder.
Apenas podía imaginarse lo que podría pasar, una vez que se descubriera el pastel.
«Sin duda alguna, esta gente me echaría por la puerta, no de forma directa, sino sutilmente», pensó Heidi para sí misma.
Desde el principio, nunca había hecho amigos, ni había intentado acercarse a nadie.
Ella siempre había sido la chica que observaba y sonreía cuando los ojos de alguien se posaban sobre ella.
«La gente es predecible», pensó tomando un sorbo del té que se había enfriado debido al clima.
—Entonces, Heidi, Venetia dice que ya has elegido tu vestido de novia —le preguntó la tía Guilene desde el otro lado de la mesa.
—Sí, es cierto.
Está hecho de satén y chifón.
Es muy hermoso.
—¡Suena encantador!
Ahora solo falta esperar que llegue la fecha esperada —dijo aplaudiendo con las dos manos, y Heidi escuchó a la gente que los rodeaba reírse alegremente, haciendo que su corazón se hundiera.
—Eso es cierto.
Discutí las fechas de la boda con el Consejo, y me dijeron que podíamos celebrar la ceremonia en dos semanas —dijo Venetia alzando su taza de té.
—Esa es una maravillosa noticia.
Tenemos que celebrarlo —introdujo el esposo de la tía Guilene, haciendo que se escucharan murmullos de aprobación.
En medio de todo eso, la Señorita Blois, quien estaba sentada junto a Venetia, se inclinó hacia la mujer para susurrarle algo para que solo Venetia pudiera oírlo.
—Heidi, querida —le dijo Venetia a Heidi —Tenemos una pequeña sorpresa para ti, con la que estarás encantada —dijo levantando sus cejas negras, así como también sus labios.
—¿Una sorpresa?
—le preguntó Heidi un poco ansiosa.
No había nada con lo que ellas pudieran sorprenderla, y le preocupaba lo que pudiera ser.
—Pareces preocupada.
No lo estés.
Estoy segura de que te alegrarás de ello —prometió Venecia dándole una señal a la doncella que estaba sirviendo agua.
La sirvienta asintió con la cabeza, y se adentró en la mansión.
Después de unos minutos, Heidi, quien había terminado su té, se frotó los labios con la servilleta que había sobre la mesa, y luego se congeló del miedo, mientras sentía que la sangre abandonaba su cara.
Sus manos se pusieron blancas, mientras que su respiración se detuvo al ver a su familia que caminar hacia donde estaban.
Heidi se levantó sin poder creerlo.
Nora, con su cabello rizado, quien tenía puesto un sombrero en la parte superior de su cabeza, se acercó a abrazar a Heidi, y besar sus mejillas en el aire.
—¿Cómo estás, hermana?
Te extrañamos en mi cumpleaños —dijo Nora sonriendo, sus labios manchados de labial rojo.
—Nora —dijo Heidi recobrando su compostura, poniendo un falso afecto en su cara, al igual que hizo su hermana —Estoy sorprendida.
—Se supone que debía ser una sorpresa —respondió su tío Raymond, después de estrechar las manos de los vampiros:—La Sra.
Lawson tuvo la amabilidad de invitarnos aquí cuando Nora expresó lo mucho que te extrañaba.
—Cualquier cosa por la familia —declaró Warren sonriendo sin ninguna mala intención, sin saber a quién había invitado a casa.—¿No vino con ustedes el padre de Heidi y la Srta.
Nora?
«Oh Dios», pensó Heidi para sí misma, «esto no era bueno.
¿Por qué?
De entre todas las ocasiones, los Lawson habían invitado a su familiar cuando Nicholas no estaba aquí.» —Estamos muy contentos de que se vuelvan parte de nuestra familia.
Debo decir que mi sobrina es una chica muy afortunada —dijo el tío Raymond, expresándole su gratitud a Warren, inclinando su cabeza en el proceso.
Se unieron a tomar el té junto con la familia y los amigos.
Warren, quien había estado sentado junto a ella, se levantó como un caballero para que Nora pudiera tomar asiento, y por primera vez, Heidi deseó que no fuera un caballero.
Nora le hablaba con entusiasmo, haciendo creer a los demás que eran muy cercanas e inseparables.
Su hermana nunca le hablaba de esa forma a menos que tuviera un motivo tras ello.
Al final del té, Raymond Curtis habló: —Sra.
Lawson, gracias por ser tan generosa y comprensiva.
Al ser familia, es un poco difícil para nosotros asimilar que Heidi no vivirá con nosotros después de dos semanas.
Creo que es un momento oportuno para que ella pase dos días con su familia —al escuchar esto, sus ojos se posaron fijamente en su tío, sus manos se cerraron en un puño debajo de la mesa.
«¡Lo sabía!
No tenía nada que ver con la familia, sino que tenía ver con el Duque Dorian Scathlok.» —Por supuesto.
Cualquier cosa que haga feliz a Heidi —dijo Venetia sonriéndole a su tío.
Pero los ojos de Heidi se posaron sobre la persona que estaba sentada junto a ella.
Lady Blois era alguien con quien no se llevaba bien, y nunca le gustó esa mujer.
Al verla sonreír, se sintió como si tuviera algo que ver al respecto:—Te dije que te sorprenderías —le dijo a Heidi.
Heidi no quería ir.
Quería gritar y contarlo todo, pero las cosas solo se descontrolarían.
Humedeciendo su boca, habló:—Tío Raymond, si te parece bien, me gustaría visitar a una amiga mía antes de irnos.
Ella prometió darme una tarta que le he estado pidiendo desde hace semanas —Heidi sabía que si iba a la mansión de los Meyers, Lettice la ayudaría con esta situación, junto con su esposo.
—Desafortunadamente no tenemos tiempo, querida —Raymond le dedicó una mirada seria —Tengo que ir a ver a un miembro del Consejo en el camino.
Dijo que estaría allí alrededor del mediodía y mira la hora.
¡Vaya!
—exclamó —Nora, querida, ¿por qué no vas a decirle al cochero que se prepare?
—Por favor, no lo hagas —dijo Warren llamando al sirviente que estaba parado a un lado:—Prepara el carruaje del Sr.
Curtis —Heidi cerró los ojos ante el desafortunado, y planeado, giro de acontecimientos.
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