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Heidi y el señor - Capítulo 146

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146: Capítulo 146 – Después de que se desatara el infierno – Parte 4 146: Capítulo 146 – Después de que se desatara el infierno – Parte 4 Editor: Nyoi-Bo Studio Heidi sintió cómo se congelaba y se giró para ver a Nicholas caminar hacia ella, con sus pies dando pasos suaves a través de la habitación, sin hacer ruido.

Finalmente cayó en la cuenta de que ya no estaba en el establecimiento, sino en su habitación, de vuelta en la mansión Rune.

A medida que la adrenalina que había aumentado antes, bajaba, ella miró la cadena y luego al Señor, preguntándose por qué la tenía alrededor de su pierna.

—¿Por…por qué estoy encadenada?

—le preguntó ella, con temor en su voz.

El primer pensamiento que se le vino a la mente fue que iba a ser sometida a juicio por el hecho de que había matado al guardia.

Pero Nicholas no lo permitiría, ella sabía por lo menos eso sobre el hombre.

«Entonces, ¿por qué?» —Cálmate —le escuchó Heidi decirle, arrullándola como a una niña —Necesitas descansar —le enrolló el brazo alrededor de su cintura, y la llevó suavemente de vuelta a la cama.

—Pero…

—comenzó a decir en confusión, solo para que el Señor la silenciara.

—Las sacaré una vez que te hayas dormido.

Duerme, cariño —le dijo metiéndola en la cama, y se sentó a su lado.

Viéndola cerrar sus ojos por el cansancio, Nicholas se inclinó para besarla en un costado de la frente.

Se alegró de verla despierta, pero necesitaba descansar un poco más.

Él también necesitaba asegurarse de que ella estuviera bien, tanto física como mentalmente.

Quitándole el pelo que se le había caído sobre los ojos, le tocó el cuello, asegurándose de que no se despertara.

Delineando su cuello con sus dedos, hizo aparecer de vuelta la marca de la unión de almas, la cual tenía su nombre en el pálido cuello de Heidi.

En el momento en que llegó al establecimiento de esclavos, antes de recuperar a Heidi, Nicholas se había dirigido directamente a donde ella estaba, para sorprenderse al verla golpear al guardia, incluso después de que hubiera perdido el conocimiento por estar muerto.

El establecimiento de esclavos tenía diferentes repercusiones en todos.

Especialmente para los humanos, era una situación de vivir o morir, y con la cantidad de historias que había escuchado de su mayordomo, él esperaba que el establecimiento no tuviera un efecto posterior sobre ella, pero parecía que sí había causado daño.

No quería que ella saliera corriendo, y se alejara de él, hasta saber que ella estaba bien y, como precaución, la había encadenado a su cama.

Nicholas había intentado obtener toda la información de su hermana, Nora, y una pequeña parte de esta información, era que Heidi había intentado huir durante los primeros días que fue acogida por la familia Curtis.

A pesar de que la idea de encadenarla a su cama le trajo diferentes reacciones, y escenas a su mente, eso no era lo que él pretendía.

Cuando Heidi despertó nuevamente, esta vez con la mente mucho más clara, la cadena aún estaba enganchada alrededor de su tobillo.

La cadena parecía ser mágica, ya que se extendía cuando iba al baño, pero se acortaba cuando se acercaba al balcón.

En un esfuerzo por quitarla, trató de rasparla contra la pared, cortarla con el cuchillo de mesa que estaba clavado en una manzana, y todos los medios posibles que se le ocurrieron, pero la cadena nunca se desprendió.

Nicholas había hecho un pequeño viaje hacia las mazmorras cuando Heidi se había quedado dormida, y cuando regresó, se vio ante la escena de Heidi tratando de liberarse de la cadena.

Mientras cerraba la puerta con un pequeño ruido, la vio saltar un poco antes de que sus ojos se posaran sobre él.

—¿Cómo te sientes?

—le preguntó mientras se acercaba para sentarse en la cama.

—Hambrienta, y un poco incómoda —dijo Heidi, sentada en medio de la cama, y dejando caer las cadenas.

—Bien.

Le pedí a una de las doncellas, cuando venía hacia aquí, que preparara comida, y la trajera a la habitación —dijo Nicholas, ignorando la parte incómoda, de la cual estaba consciente de que se refería a la cadena.

Inclinándose hacia adelante, le dio un beso en los labios, a lo que ella los abrió rápidamente como un pétalo que florece en primavera, invitando a la abeja a tomar el néctar de él.

Sus manos pronto estaban en el cabello de Heidi, acercándola más hacia él.

Heidi cerró sus ojos, sintiendo como la lengua de Nicholas entraba dentro de su boca, mientras la succionaba.

Sus manos se enroscaron, sosteniendo, y arrugando la parte delantera de su camisa en el momento en que sus colmillos perforaron su labio inferior para así poder saborear su sangre.

La tomó y lamió antes de cerrar la herida.

Abriendo sus ojos mientras se alejaban del beso, ella le preguntó:—¿No me quitarás la cadena pronto, verdad?

—.

Nicholas le dedicó una sonrisa traviesa, y dejó caer un beso en su nariz amorosamente.

—Me conoces bien.

Se mordió el labio mirando de vuelta hacia la cadena.—Traté de huir —dijo en voz alta, preguntándose si Nicholas hubiera esperado que ella hiciera algo tan absurdo, lo cual sí había hecho, aunque nunca había tenido la intención de huir de él.

—Sí, lo hiciste.

Prometo sacarla pronto, solo hasta que mi corazón se calme —la mirada de Nicholas quemaba dentro de sus ojos, y luego se suavizó:—Tienes que aguantarlo —a lo que ella asintió con la cabeza.

Tirando de ella para acercarla, sus brazos se enrollaron alrededor de su cintura mientras escuchaba su respiración.

Nicholas aceptó el hecho de que Heidi estaba ahora a su alcance, donde podía verla y tocarla.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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