Heidi y el señor - Capítulo 150
150: Capítulo 150 – Vasija rota – Parte 1 150: Capítulo 150 – Vasija rota – Parte 1 Editor: Nyoi-Bo Studio Miró fijamente por la ventana del carruaje mientras los árboles pasaban a toda velocidad el carruaje en movimiento, en dirección opuesta.
Desde que Heidi se subió de nuevo al carruaje, no había dicho ni una palabra.
Su corazón se sentía pesado.
La tristeza era la única emoción que nublaba su mente, debido a lo que ella había defendido, y a medida que el tiempo comenzaba a avanzar, le hacía preguntarse si era lo correcto coincidir con la decisión que Nicholas había escogido para su hermana, Nora.
Antes de llegar a Bonelake, Heidi había planeado dejar la casa de los Curtis, por lo tanto, Heidi había pasado por alto los problemas que Nora le había causado.
Nora y Daniel eran los únicos hermanos que había conocido en su vida, y por eso, ella los había perdonado, ya que su madre le había enseñado bien.
Pero las cosas habían empezado a cambiar, y el cambio tuvo lugar cuando Heidi regresó al establecimiento de esclavos.
Ella estaba de pie en el borde del abismo en ese momento, sola.
El empujón que ella necesitaba, le había sido proporcionado por Nicholas, cuando le dijo lo que Nora había hecho, después de haber enviado Nora al establecimiento de esclavos.
«¿Es que Nora la odiaba tanto para quererla muerta?
¿Tan despreciable había sido?» La información había sido demasiada para que Heidi la creyera, después de todo, tanto Nora como ella habían crecido juntas mientras vivían bajo el mismo techo.
Cuando le dijo a Nicholas que estaba lista para enfrentarse a su hermana, no sabía que se quedaría corta de palabras después de verla tras las rejas de la celda, con lágrimas en sus ojos.
O tal vez, solo estaba cansada para hablar de emociones que no sentía.
Aún así, en este momento, se sentía culpable por haber hecho pasar a su hermana por ello, y en su mente, Nora todavía tenía que crecer para dejar de ser una niña mimada.
Sintiendo su mano mecerse en la cálida mano de Nicholas, se volvió hacia él para oírle hablar:—Has estado muy callada.
¿Está todo bien?
—Heidi suspiró suavemente, con su mano sosteniendo una de las suyas con los dedos entrelazados.
—No sé si Nora se merece esto —al ver a Nicholas fruncir el ceño, con una ligera desaprobación, continuó: —Quiero decir, sé que intentó matarme, pero no cambia el hecho de que sea mi hermana.
Estoy de acuerdo en que puede ser un poco ingenua y estúpida, pero, ¿no es demasiado severo?
—¿Preferirías que estuviera muerta?
—y ante la pregunta de Nicholas, ella negó con su cabeza.
—¡Por supuesto que no!
Pero desde que murió mi madre, he cuidado de ella.
Sé lo que le pasa a una persona que va al establecimiento de esclavos.
Quizás un castigo menor…
—Confía en mí, Heidi, cuando te digo que he conocido a suficientes personas en esta vida como para saber que hay algunas a las que no puedes cambiar, ni siquiera después de años.
Si no fuera tu hermana, le habría arrancado todas sus extremidades y articulaciones, hasta que gritara en agonía por el dolor.
No deberías sentirte mal por lo que ha recibido.
Es su propia culpa —dijo Nicholas sin ningún remordimiento, y luego, cambiando el tema dijo:—¿Qué dijo tu tía?
Con su tío Raymond encarcelado en la prisión del Consejo, su tía y su prima no tenían a nadie que las apoyara.
Ante la preocupación de Heidi, Nicholas había sugerido que su familia se mudara a Bonelake; no a la mansión, sino al pueblo que estaba cerca de la mansión Rune.
—Se negó —dijo Heidi, mirando sus dedos entrelazados —Dijo que sus padres le pidieron a ella y a Ruth que se mudaran con ellos.
Algo que sucedió debido a que sus padres estaban preocupados de que fuera difícil para una madre soltera llevar una vida en solitario.
Con lo que pasó…
—las últimas palabras de Heidi convirtiéndose en un susurro —Sé que no está enfadada conmigo, pero no puedo sacudir la pesadez de mi corazón.
—Estarán bien.
Ya le he pedido a la gente que conozco que las vigile, para que no les pase ningún mal —le dijo sonriendo.
—Gracias —Heidi le estaba agradecida por ser tan considerado al respecto.
—De nada, cariño —dijo Nicholas.
Heidi vio reaparecer el hoyuelo en su mejilla antes de que se inclinara sobre la parte delantera del cristal, y lo golpeara para que el cochero detuviera el carruaje.
Ante la mirada interrogativa de Heidi, respondió:—¿Por qué no vamos a dar un paseo por el bosque?
—y al decir esto, ambos bajaron, dejando el carruaje atrás junto con el cochero.
Heidi miró a su alrededor, el cielo estaba oscuro y la noche era tranquila.
Caminó al lado de Nicholas mientras él sostenía su mano sin dejarla ir.
El sonido de las pequeñas ramas rompiéndose en el suelo, bajo sus zapatos, estaba acompañado de búhos ululando en algún lugar distante en los árboles.
—¿Dónde estamos yendo?
—Ya verás —le dijo Nicholas, despertando su curiosidad cuando le dedicó una sonrisa por encima de su hombro.
Después de caminar unos minutos más, Heidi reconoció el lugar después de ver las grandes rocas negras.
Habían llegado al Lago de los Huesos, donde la mayoría de los cuerpos eran depositados sin un entierro adecuado.
La niebla azul grisácea, y humeante, envolvía todo el supuesto Lago, sin dejar nada a la vista lo que había debajo de él.
Pero a diferencia de la última vez que estuvo aquí con él, Nicholas la llevó a un gran árbol que no estaba lejos del Lago.
Nicholas dejó ir su mano, y mirando el suelo, dijo:—Cuando mi madre murió, sus parientes, y mi padre, no le dieron un entierro apropiado —por sus palabras, ella entendió que podría ser aquí donde había enterrado a su madre —Mi padre la arrojó aquí en el Lago con el resto de ellos.
Después de que mi padre me acogiera, aprendí a controlar a los necrófagos, e hice que recogieran los restos de mi madre.
La puse aquí, al lado de este árbol.
No quería que la pusieran en ese revoltijo de huesos, como si no fuera nadie, porque ella era alguien para mí.
Quería que descansara en paz, pero no estoy seguro de si está en paz.
—Estoy segura que está en paz ahora —le aseguró a Nicholas para verle asentir.