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Heidi y el señor - Capítulo 39

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  4. Capítulo 39 - 39 Capítulo 39 - Coleccionista de libros - Parte 3
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39: Capítulo 39 – Coleccionista de libros – Parte 3 39: Capítulo 39 – Coleccionista de libros – Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Hablar con Lettice no era difícil, ya que la mujer parecía estar tranquila.

Heidi se preguntaba si era porque un humano la estaba acompañando y no un vampiro.

Ahora que observaba a la dama era hermosa como una delicada flor.

Como ella, Lettice también era de Woville pero de una ciudad distinta.

Mientras visitaban las tiendas, Lettice se llevó consigo un par de vestidos.

No eran extravagantes, sino simples como ella.

—¿No te vas a comprar nada?

—le preguntó Lettice.

—Francamente, tengo demasiados vestidos en mi armario que no han sido usados aún.

Pero, ¿eso es todo lo que querías comprar?

—Sí, eso será todo por hoy.

No es que Rhys diga algo.

Nunca lo haría, pero no creo que tendría un razón para salir entonces —se le escaparon las palabras de su boca, que se ensanchó al darse cuenta de lo que había dicho.—Por favor, olvida lo que dije —mencionó dirigiéndole una nerviosa mirada.

Tanto Heidi como Lettice recorrieron las otras tiendas, y mientras regresaban al carruaje, Heidi no estaba segura si era correcto preguntarle a Lettice sobre lo que había dicho antes.

Hubo momentos en que captó la tristeza en los ojos de Lettice, pero desaparecía inmediatamente cuando Heidi la miraba.

—¿Visitas a tu familia?

—preguntó Heidi para aligerar la conversación.

—Me reuní con ellos cuando visitaron nuestra mansión —respondió.

Luego continuó diciendo:—No he regresado a Woville desde que vine aquí.

—¿De verdad?

—dijo Heidi, quien se veía sorprendida ante su confesión.

Lettice asintió mirando hacia el suelo, y luego hacia arriba, con una pequeña sonrisa que no se reflejó en sus ojos.

Sintiendo que Heidi no era el tipo de mujer que cotilleaba, dijo:—Antes de conocer a Rhys, estaba enamorada de alguien.

Alguien de la misma clase en la que yo había nacido.

Y como terminan muchos cuentos, la muchacha fue casada con un hombre de la élite.

—Lamento escuchar eso —dijo Heidi sin saber que iba a tocar un tema sensible, pero la mujer movió su cabeza.

—No creo que sea la culpa de nadie.

De nadie.

Soy afortunada de tener a Rhys como mi esposo, él me atesora tanto que, en algunas ocasiones, me asusta —dijo, con una verdadera sonrisa que se formó en sus labios mientras pensaba sobre aquello.

—No puede ser tan malo, ¿o sí?

—preguntó Heidi curiosamente.

—¿Estás preocupada por tu boda con el Sr.

Lawson?

No lo pondría en el mismo bote que a Rhys.

Según lo que he escuchado, el Sr.

Lawson es muy calmado y sensato.

Pero la gente es impredecible cuando se trata de amor.

Todos tienen su propia forma de demostrar amor.

—Supongo que tienes razón.

Al final, Heidi había encontrado una amiga en Lettice, y la otra sintió lo mismo.

Aunque Heidi no podía compartir todo, sabía que había alguien con quien podía hablar.

Lettice era el tipo de mujer que parecía ser reservada, pero en verdad, solo se expresaba cuando estaba cómoda con la otra persona.

Una noche, cuando Heidi regresaba a la mansión Rune después de ir a la iglesia, vio al Señor Nicholas vestido en un traje que se veía costoso.

Su cabello que usualmente estaba alborotado, ahora estaba peinado.

—Señor Nicholas —dijo inclinando su cabeza.

—Buenas noches, Heidi —dijo el Señor Nicholas, asintiendo en reconocimiento.

—¿Vas a salir?

—preguntó ella, viendo a la doncella ayudarlo para ponerse un abrigo.

—Hay una ópera en el teatro esta noche —dijo, y al ver pasar una mirada de interés en sus facciones, inclinó su cabeza.

Había planeado ir solo ya que había pensado que ella estaría cansada, pero al ver su cara de cachorro, la siguió mirando antes de hablar:—¿Te gustaría venir?

—No, está bien.

No estoy vestida para la ocasión, y llegaríamos tarde —afirmó mordiéndose su mejilla, y escuchándolo suspirar.

—Te daré quince minutos para que te vistas, eso si es que quieres venir.

Creo que los Meyers también estarán presentes —sacó su reloj de bolsillo y dijo —Dáte prisa —.

La vio darse la vuelta rápidamente, y soltó una pequeña risa al escuchar los pasos apresurados en la escalera.

Lord Nicholas estaba parado en la puerta del carruaje hablando con el mayordomo cuando Heidi vino hacia ellos mitad caminando y mitad corriendo.

Como una niña emocionada, se había arreglado, y de lo apurada que iba, al llegar al carruaje casi se tropezó si no hubiera sido porque el Señor la atrapó.

—¿Ya estás cayendo a mis pies?

—dijo y sonrió, haciendo que el hoyuelo en su mejilla se hiciera más profundo, viéndola avergonzada y sonrojada.—Vamos ya, ¡entra!

—dijo ayudándole a ingresar al carruaje.

El mayordomo los vio partir y suspiró internamente.

Si no se equivocaba, el Señor disfrutaba de la compañía de la Srta.

Curtis.

Invitada o no, si no fuera ella, el Señor no le hubiera pedido que lo acompañara al teatro.

Era evidente que ni el Señor, ni la señorita ocultaban sus palabras cuando se trataban entre ellos.

Y aunque fuese bueno ver a todos cómodos con la compañía de lo demás, no estaría bien.

Él sabía que su amo solo la estaba molestando, lo que hacía generalmente con todas las mujeres, pero esta era la futura esposa del Sr.

Lawson.

Existían dos escenarios.

La Srta.

Heidi podía enamorarse y tratar de romper la tregua, lo cual era bastante improbable ya que no podría aunque quisiera.

Nadie lo permitiría.

El segundo era que su maestro se enamorara.

Al pensar en ello, se rió.

Era altamente improbable que algo así ocurriera.

Según lo que sabía, su señor nunca había experimentado el amor.

Si un hombre como su señor probaba lo que era el amor, era posible que jamás lo dejara ir.

Rascándose la cabeza y suspirando, Stanley volvió dentro de la mansión.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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