Heidi y el señor - Capítulo 64
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- Capítulo 64 - 64 Capítulo 64 - Manos ensangrentadas - Parte 1
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64: Capítulo 64 – Manos ensangrentadas – Parte 1 64: Capítulo 64 – Manos ensangrentadas – Parte 1 Editor: Nyoi-Bo Studio Al ver a Warren apuntar al animal que estaba parado a una gran distancia de donde estaban, Heidi arrugó la cara preparándose para el disparo de la escopeta.
Mientras tanto, el sonido de un disparo resonó en la tranquilidad del bosque.
—Tu disparo estaba muy lejos del objetivo —le dijo Timothy a Warren, mirando a la gacela negra que escapaba de su vista.
Timothy Rufus era amigo del Señor Nicholas, a quien ella había conocido en el teatro.
—Tus habilidades han empeorado, Warren.
A este ritmo, te volverás una víctima —lo reprendió su madre, Venetia, que era tan estricta como siempre.
Hoy, el Señor y los demás habían decidido ir a cazar en el bosque y Heidi se había unido a ellos, sentada en su caballo como el resto de los presentes.
No estaba emocionada por ver morir a un animal justo delante de ella, pero recordando las palabras del Señor sobre la hipocresía, cerró la boca sin agregar ningún comentario, especialmente cuando su futura suegra estaba observando sus acciones de cerca.
Ella tenía cosas importantes que hacer.
Tenía que completar la tregua para que la vida de Howard se salvara.
El Duque Scathlok le había prometido que liberaría al hombre una vez que estuviera casada con Warren.
La última vez que había estado allí no pudo verlo y no sabía cómo estaría.
Se preguntaba qué debía hacer.
Warren resultó ser un buen hombre y el Señor, a pesar de tener estados de ánimo dispares, no parecía ser una mala persona.
Hubo noches en las que ella pensó en ir y confesar sus sentimientos, revelar la verdad, pero al final siempre quedaba en sus pensamientos.
En un momento ella también trató de decírselo a Warren hasta que fueron interrumpidos por el mayordomo.
—Lo atraparé con el siguiente disparo.
Es rápido —dijo Warren y cargó el arma con otra bala.
—Lo es.
Siendo uno de los animales más rápidos, hace que solo sea emocionante atraparlo, ¿no?
—comentó el señor Nicholas desde la montura de su caballo blanco.—¿Estás seguro de que este es el lugar?
—preguntó a Warren.
—Lo escuché de un hombre local, dijo que en este lugar es donde residen la mayoría de las gacelas durante esta época del año.
Deberíamos poder atrapar a muchas de ellas —respondió Warren cuando comenzaron a avanzar en la dirección por la que había desaparecido.
—Deben ser muy tímidos para salir.
¿Es esta la primera vez que caza, lady Heidi?
—preguntó Timothy repentinamente, quien había desacelerado su caballo para ponerse a su altura.
—Sí—respondió Heidi al verlo asentar con la cabeza.
—¿Lo está disfrutando?
Debería intentar apuntar la próxima vez que veamos uno —sugirió.—Le daré la escopeta si quiere.
—Está bien.
Soy feliz de ser un espectador.
—Heidi nunca ha sostenido un arma.
Necesitaría practicar antes de comenzar a cazar —dijo Warren, que vino a rescatarla y no podía estar más agradecida, pero su madre pensaba lo contrario.
—Humana o no, la chica va a ser parte de la familia Lawson.
Una familia de vampiros, pensé que ya habría empezado con esas lecciones —la estrecha mirada de Venetia y sus delgados labios se colocaron en una línea firme mirando primero a Heidi con desaprobación y luego al Señor.
—El Consejo no me pidió que fuera su gobernador, sino su anfitrión hasta que ella se casara.
No es asunto mío, sino de Warren —respondió el Señor absolutamente indiferente a la mirada de su tía.
Heidi no podía negar que escuchar las palabras que salían de la boca de Nicholas le pincharon el corazón.
Tenía razón.
Ella no era asunto suyo.
Si ella no fuera a casarse con Warren, él no se habría molestado en humillarla en la mansión.
Nadie habría dicho que el Señor le hablaría de la manera en la que lo hace ahora, de manera informal.
Ella era consciente del hecho de que la tregua no solo beneficiaba al Consejo, sino también a Lady Venetia y al propio Señor.
—No quise decirlo de esa manera —trató de corregirse Venetia.
—Por supuesto que no —dijo el Señor, pero su sonrisa le envió el mensaje de que sabía lo que ella había querido decir.
El Señor y su amigo continuaron avanzando con sus caballos, dejando a los Lawson con Heidi.
—No hay prisa para que Heidi aprenda a usar la escopeta —comenzó Warren.
—No tomaré ninguna clase de caza —Heidi expresó su opinión.—Para ser sincera, no estoy interesada en participar en cualquier asunto relacionado con la caza.
Preferiría ser una espectadora y nada más —dijo mirando a todo el mundo —¡Eso es completamente absurdo!
¿Entiendes lo que significa ser…?
—Venetia fue interrumpida por su hijo.
—Madre, por favor —suplicó suavemente, no queriendo hacer una escena en medio del bosque.
—¿Sabes lo que estás diciendo?
—la mujer puso los ojos en blanco y se burlaba.
Luego se giró para mirar a Heidi mientras seguía hablando con Warren.—¿Así que dices que seguirá siendo una humana delicada que se sentará dentro de la mansión y no hará nada más?
Si formará parte de la familia, necesita saber lo que hacemos, lo que somos.
La sociedad en la que vivimos.
—Basta, madre.
Si Heidi no quiere hacerlo, creo que todos deberíamos respetar su decisión —dijo Warren con firmeza.
Ambos, la madre y el hijo, se miraron el uno al otro por un largo rato hasta que Venetia se dio la vuelta para lanzarle una mirada de odio a Heidi antes de patear el costado de su caballo para comenzar a avanzar.
Venetia pronto desapareció detrás de los espesos árboles.
—Lo siento —se disculpó Heidi después de que Venetia se hubiera ido para ver a Warren mirarla confundido.—Aprenderé a usar el arma si es necesario —no quería que Warren tuviera una mala relación con su madre por culpa de ella.
—Como dije antes, no tienes que hacerlo.
Me he dado cuenta de cómo estremeces la cara cada vez que uno de nosotros levanta la escopeta hacia la gacela.
Mi puntería no es esa —agregó la última línea mientras se rascaba detrás de su cuello con un suspiro.—No tienes que obligarte a venir a cazar.
La próxima vez, todo lo que tienes que hacer es negarte.
No me importará—le dedicó una sonrisa segura.
—Gracias por ser considerado al respecto —le agradeció ella, un poco sorprendida por su revelación de que había estado apuntando mal a propósito.
—Heidi —comenzó con una expresión seria.—Sé que este es un matrimonio concertado que se basa en razones políticas, pero he oido que todas las chicas desean casarse con alguien en quien pueden confiar.
Como tú, trataré de hacer que esta relación funcione, para que no tengas que preocuparte por mi madre —su promesa solo hizo que su corazón culpable se sintiera más culpable todavía.
No tenía palabras.
Sus pensamientos eran un completo desastre.
—Vamos.
Los demás deben estar esperándonos —dijo.
Al verla asentir con la cabeza, le dio una patada con sus botas al caballo para avanzar, dejándola atrás.
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