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Heidi y el señor - Capítulo 70

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70: Capítulo 70 – Resistencia – Parte 4 70: Capítulo 70 – Resistencia – Parte 4 Editor: Nyoi-Bo Studio La noche antes del compromiso, Heidi no pudo dormir lo necesario y, en cambio, caminó por su habitación, con la esperanza de que se cansara lo suficiente como para poder dormir.

Tenía muchas cosas en su cabeza.

Sabía que no usaría la poción que el Duque le había dado, no porque estuviera asustada sino porque se había enamorado del Señor.

La persona de la que su gente la advirtió, la persona de cuyo lado no debería estar.

Pero, aquí se estaba preparando para mañana, para tener el coraje de casarse con Warren, que era tan amable con ella.

Ella sintió que los estaba traicionando y no sabía qué hacer.

Una parte de ella quería huir, huir a algún lugar lejano y reiniciar su vida, pero «¿era eso una opción?»  Se retorció y giró en su cama, pero nada parecía funcionar, ni siquiera contar ovejas saltando sobre la cerca en su mente.

Mirando el reloj de la pared, vio que eran las doce y diez.

Alejando las sábanas de su cuerpo, se sentó un rato antes de salir de la cama.

Los pasillos de la mansión estaban desiertos cuando Heidi se dirigió a la sala del piano.

Las velas ardían ligeramente en la esquina y en las paredes.

Abrió la puerta, entró y se sentó frente al piano de cola.

Se había sentido inquieta.

Ella sintió que era mejor ocupar su mente con la música que quedarse en su cama y preocuparse por cosas inevitables.

Tomando las hojas que estaban colocadas en el soporte, las barajó, moviendo la que estaba en el frente hacia atrás hasta que vio algunas marcas en la hoja de música.

Curiosa, la colocó delante de ella en el estrado y miró la primera nota.

Presionando su dedo como una niña ansiosa sobre las teclas blancas y negras, miró hacia atrás y adelante entre la hoja y las teclas.

Retirándose el pelo que le estaba entorpeciendo la visión, volvió a tocar la primera línea.

Parecía que sus dedos estaban por todas partes y solo tocaba esta línea muchas veces, pero algo parecía estar mal.

Tal vez no estaba tocándolo bien, después de todo, hacía muchas pausas después de presionar dos teclas.

—Eso no suena bien —dijo el Señor desde la puerta y soltó un resoplido.

Estaba en su traje de dormir, una túnica negra desatada.—¿No puedes dormir?

Ella asintió con la cabeza.—¿Qué hay de ti?

¿Te despertó el piano?

Lo siento mucho —se disculpó rápidamente.

Había oído que los oídos del Señor eran agudos, pero no sabía que era tan bueno.

—No te preocupes por eso.

Estaba pasando por aquí cuando escuché el sonido del piano —dijo Nicholas y caminó hasta pararse detrás de ella.—Para ser una principiante, escogiste una pieza fácil —ella lo escuchó reír.

—Estaba tratando de aprender —respondió ella con la voz tranquila y luego giró la cabeza para poder mirarlo.—¿Conoces esta pieza?

—Hmm —respondió pensativo.—Déjame mostrarte cómo se toca —dijo inclinándose hacia delante para alcanzar las teclas con la mano derecha.

Tocar las primeras líneas con una sola mano fue pan comido para él, era lento, pero sonaba incluso a un ritmo diferente al de ella.

El centro de la habitación donde estaba situado el piano tenía una plataforma elevada, debido a la cual Nicholas no tenía que inclinarse demasiado.

Sus elegantes y largos dedos se movieron a través de las teclas y ella no pudo evitar sentirse fascinada con la música que creaba.

Heidi se hundió en la hermosa música con los ojos cerrados, pero de repente los abrió cuando sintió el frío aliento de Nicholas a un lado de su cuello que le provocó piel de gallina.

Lista para moverse a un lado y dejarle espacio para tocar, ella se inclinó ligeramente cuando su mano izquierda se movió para tocar las teclas, atrapándola entre ambas manos.

Sintió como su aliento fresco le hizo cosquillas y le provocó escalofríos en su piel.

Estaba avergonzada por el efecto que él producía en ella.

Sus ojos se abrieron como platos y dio un respingo cuando notó que algo tocaba su cuello.

Él detuvo la música repentinamente, presionando las teclas en ambos lados.

Pero su mano no se alejó de ella.

—¿Señor Nicholas?

—tragó saliva, sintiendo que su corazón tronaba en su pecho por su cercanía en la habitación vacía.

—No deberías utilizar el título, Heidi.

Puedes llamarme simplemente Nicholas.

Después de todo, pronto seremos familia —susurró suavemente al lado de su oído.

Saltando de su asiento, ella se puso de pie para enfrentarlo, la sonrisa que tenía él la preocupaba.

Era la sonrisa de un estafador, de un conspirador.

Y la de un conspirador nunca era buena señal.

Con su expresión actual, parecía que él sabía exactamente lo que había hecho y estaba esperando que ella dijera algo.

Ella vio que su cabello estaba ligeramente mojado, lo que significa que acababa de salir del baño antes de venir aquí.

Podía ver como sus músculos firmes sobresalían de su camisa.

«¿Por qué el señor tenía que ser tan guapo?

Si hubiese sido feo, las cosas serían más fáciles», pensó.

—Señor Nicholas…

—Nicholas —la corrigió de inmediato.

—Nicholas —repitió, apenas capaz de hacer funcionar su cabeza.

Ella había venido a la sala de piano para aclarar su mente, pero en cambio las cosas se habían vuelto más confusas.

—Es bastante tarde.

Deberías irte a dormir —dijo el Señor.

Mientras se apresuraba por los pasillos, podía escuchar el piano nuevamente, pero no esperó para terminar de escucharlo.

Por la mañana, Lettice había venido temprano a la mansión Rune para ayudar a Heidi a vestirse y prepararla.

Cuando entró en la habitación, vio que su amiga ya estaba levantada y sentada con una expresión aturdida.

Cuando se acercó a ella, Lettice exclamó: —¡Oh!

¿Qué pasó…?

—preguntó la joven preocupada, al ver los círculos oscuros alrededor de los ojos de Heidi.—¿No dormiste?

—No, no dormí mucho —contestó Heidi, mirando la pared blanca frente a ella.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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