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Heidi y el señor - Capítulo 72

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72: Capítulo 72 – Debajo de la mesa – Parte 2 72: Capítulo 72 – Debajo de la mesa – Parte 2 Editor: Nyoi-Bo Studio Arrastrando los pies hasta la mitad de la tarima, Heidi y Warren se colocaron uno frente al otro.

Dos criadas los seguían, sujetando los anillos.

Tomando el anillo de plata de la criada, ella colocó el anillo en el dedo de Warren cuando él lo levantó.

Escuchó los aplausos educados a su alrededor.

Preparándose, levantó la mano.

Heidi podía sentir el latido de su corazón al sentir que los segundos se habían ralentizado, arrastrando el tiempo como ella había querido desde la mañana.

Todo sucedía tan rápido ahora que ella apenas podía comprender la situación.

Dejando que sus ojos vagaran hacia la multitud por un breve momento, sus ojos se encontraron con los ojos del hombre que había trastornado su mente.

Su expresión era estoica como siempre, con una pequeña sonrisa en su hermoso rostro.

Excepto por el silencioso intercambio de miradas de la mañana, no se habían hablado.

«Podían llamarlo intuición, pero algo no estaba bien.» Ella no sabía por qué, pero la idea de que el Señor disfrutara de su desdicha cruzó por su mente.

Detrás de esa dulce sonrisa había un sádico.

Volviendo su mirada de nuevo a Warren, ella le dedicó la mejor sonrisa que pudo, lo que arrancó una sonrisa de los labios de Warren cuando él deslizó el anillo en su delicado dedo.

Como Warren había dicho, podría ser una tregua pero aún así era un matrimonio.

Ella no quería que él fuera el único que ponía esfuerzo en ello.

«A partir de ahora ella también haría todo lo posible», pensó para sí misma.

Nicholas, que había estado disfrutando del aire fresco a las afueras de la mansión, mientras miraba a Heidi, esperando que su primo le pusiera el anillo en su dedo, lentamente entrecerró los ojos ante la sonrisa que apareció en el rostro de ella.

Una vez que Heidi y Warren bajaron del estrado, Heidi acompañó a Warren para saludar y conocer a la gente junto con él y Venetia.

—Felicitaciones por comprometerse, señor Lawson —dijo el tío de Heidi, Raymond, que se acercó con su esposa Aurelia.—Esta es mi esposa, Aurelia —la presentó.

—Felicitaciones al Sr.

Lawson y a Heidi también —les deseó a ambos su tía.

—Gracias, señora Curtis —cuando su tío continuó hablando con su prometido, su tía la tomó a un lado y la abrazó, susurrando suavemente.

—¿Cómo has estado?

No sabía que visitaste Woville.

Si lo hubiese sabido, habría hecho de tiempo para verte —Heidi abrazó a su tía.

Retirándose, le preguntó:—¿Estás bien?

Parece que has perdido mucho peso —la mujer se llevó una mano a su mejilla.

—He salido adelante.

¿No trajiste a Ruth?

—preguntó Heidi, al ver a su tía sacudir la cabeza.

—Ella está en casa de mi madre.

Ya sabes cómo es tu tío —dijo.

Así era, su tío no llevaría a su pequeña hija a un lugar donde los vampiros chuparan sangre humana.

—Parece un buen hombre que cuidará de ti —comentó su tía en voz baja, mirando a Warren.—¿Te llevas bien con todos aquí?

—Mejor que en Woville —contestó con sinceridad Heidi.

Al oír esto, su tía suspiró:—Eso no suena mal.

Tal vez sea lo mejor —murmuró ella.

Su tía no era consciente de lo que su tío y el Duque estaban haciendo.

Aunque sabía que era una tregua para usarla en su beneficio, no sabía el plan completo.

Cuando se trataba de hablar con su familia, Heidi intentaba sonreír por el simple hecho de hacerlo.

Su padre apenas dijo una línea o dos antes de unirse a su hermano.

Daniel y Nora, en cambio, se quedaron allí, ya que Warren provenía de una familia aristocrática, o puede que lo intentaran, pero a Warren no parecía importarle.

Aunque no era evidente era sutil, Heidi lo vio apartarlos educadamente antes de reunirse con otro invitado.

Heidi con ganas de ir al baño, se disculpó y entró a la mansión.

Caminando por el pasillo principal oyó a alguien hablar detrás de ella: —Señorita Curtis, no pude felicitarla por su compromiso —Heidi se detuvo en seco, sus manos ya estaban empezando a sudar cuando se dio la vuelta para encontrarse con los ojos del Duque.

—Duque Scathlok —inclinó la cabeza de mala gana.

Llevaba un traje negro con una camisa blanca dentro del chaleco, sus gafas limpias cubrían los ojos negros apagados.

Caminó hacia ella con una sonrisa en su rostro.

—He estado esperando para hablar con la futura esposa del Sr.

Lawson, pero parece que él lleva muy bien con ella porque estuvo con usted a su lado todo el tiempo —dijo, deteniendo sus pasos y parándose frente a ella.

Se alertó a sí misma cuando él tomó su mano y besó el dorso de su mano con sus labios, haciéndola estremecerse internamente.

Él no soltó su mano y en su lugar continuó sujetándola.

Heidi miró a su alrededor rápidamente para ver que no había nadie alrededor, ya que todos estaban afuera, ni siquiera se veía a las criadas.

Convenciéndose a sí misma de que él no haría nada, ella trató de calmarse.

—Espero que hayas atesorado el pequeño regalo que te hice.

No me gustaría que lo extraviases y digas que se perdió cuando llegue el momento de usarlo —dijo el Duque Scathlok, sujetándola firmemente por la muñeca.

—Está seguro conmigo.

Prometiste liberar a Howard hoy —le recordó Heidi.

—¿Howard?

El cochero —dijo el Duquee Scathlok al darse cuenta.—Por supuesto.

Lo liberaré una vez que regrese.

Después de todo, has completado con éxito la mitad de la tregua.

Pero recuerda que todavía tienes otro trabajo mío por completar.

No olvides que te enviaré de regreso a donde vienes.

He oído que las personas no son tan acogedoras en el establecimiento de esclavos —susurróél y ella intentó alejarse, pero el hombre la agarró con fuerza de la mano.

—Por favor, suelta mi mano.

Me duele —suplicó Heidi al hombre y lo hizo.

—¿Cómo es tu relación con el señor de Bonelake?

Espero que hayas ganado suficiente confianza para lograr cumplir el trabajo que te voy a dar.

Lawson confía en ti, ¿verdad?

—cuestionóél.

—Sí—respondió ella rápidamente.

Ella se sentía incómoda en su presencia.

Quería alejarse lo más rápido posible, así que ella estuvo de acuerdo y obedeció en todo lo que dijo.

—Parece que te estás volviendo más hermosa cada vez que te veo.

Si lo sabía, habría enviado a Nora en tu lugar.

Es una pena desperdiciar una cosa así—dijo, recorriendo con los ojos su cuerpo.—Todavía tenemos que discutir cuándo debe usar la botella.

Recibirás la carta en un lapso de dos semanas de cuándo deberás visitar Woville.

Heidi estaba asustada por sus palabras.

No quería volver a Woville, donde existía la posibilidad de que fuera violada.

Sus piernas habían comenzado a temblar, las cuales estaban cubiertas por su vestido despampanante.

Afortunadamente, el mayordomo principal había venido a buscarla.

—Lady Heidi —oyó que Stanley la llamaba.—El Sr.

Lawson solicita su presencia para unirse al comedor para el almuerzo —informó.

—La veré pronto, lady Heidi —sonrió el Duque Scathlok antes de salir.

Heidi no esperó para despedirlo y se fue en dirección opuesta, pasando por el lado de Stanley.

Stanley vio a la joven pasar a su lado y él mismo se volvió para ir al comedor antes de detenerse.

Dándose la vuelta, miró en dirección al hombre que acababa de salir.

Apenas había aparecido en la escena, pero la atmósfera no parecía ser buena entre Lady Heidi y el hombre con quien ella estaba hablando.

Girando sobre sus talones, se dirigió al comedor.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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