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Heidi y el señor - Capítulo 93

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93: Capítulo 93 – A quien ella pertenece – Parte 3 93: Capítulo 93 – A quien ella pertenece – Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Solo en la habitación, Nicholas se levantó de su silla y caminó hacia la chimenea para arrodillarse.

Empujando la leña más hacia adentro para se quemase, puso su mano cerca del fuego para sentir el calor.

Luego dejó que su mano entrase en el fuego, el cual no afectaba a su piel, dándole vuelta para sentir el calor.

Nicholas dudaba que Heidi intentara huir, más que nada porque la mujer estaba enamorada de él.

Sin embargo, no haría ningún daño que alguien la vigilara, en vez de dejar que algo pasara.

No se había dado cuenta antes, pero Issac, el antiguo amante de Lettice, también era de Woville.

Ella no era de las que se hacen enemigos, a menos que él no la conociera bien, y eso le hizo preguntarse qué podría conseguir alguien matándola.

No parecía que fuera por el hecho de que ella se casara por la tregua, por lo que sus sospechas no estaban en ese lugar.

¿Por qué alguien persuadiría a Issac para que la matara, cuando no tenían ninguna relación?

Tirando su mano hacia atrás, se levantó para ir a sentarse en su silla.

—Heidi Curtis —pasó su mano por encima de su pelo, tirándolo hacia atrás, solo para que saltara de vuelta sobre su frente.

La mujer lo estaba volviendo loco.

Una de las mañanas, cuando Heidi estaba desayunando junto con Warren y Nicholas, servidos por el mismo Stanley, sintió que Nicholas estaba mirando hacia ella.

La hizo consciente de su presencia, no dejando que lo ignorara, aunque Warren estuviese allí.

A ella le preocupaba que Warren dudase de ellos.

Siempre lo hacía, ya que el señor tenía sus formas para robarle sus miradas.

En ocasiones, sus ojos se volvían de suaves, luego intimidantes, haciendo que bajase la mirada.

Hacía que su corazón golpeara fuertemente contra su pecho, y tuvo que usar su fuerza de voluntad para calmarse.

Ella sabía que él podía oírlo.

Sólo él podía, ya que tenía un par de orejas mucho mejores que las del resto de la mesa.

—¿Heidi?

Ella oyó a alguien llamándola desde la mesa, y levantó la vista para ver que era Warren.

—Perdóname —se disculpó al ver a su prometido.

—Mamá escogió un vestido para el gran baile.

Te lo traeré mañana —Warren que estaba hablando, le preguntó—: ¿Sucede algo malo?

—En realidad, traje un vestido la última vez que visité el valle Isle.

¿Estaría bien si me lo pongo en su lugar?

—preguntó.

—Claro, a mí no me importa.

Le haré saber lo mismo a mamá —dijo Warren, asintiendo con la cabeza comprensivamente.

—Srta.

Curtis, ¿llevará el collar que Warren le regaló?

Se veía encantador en ti.

Nicholas interrumpió su conversación.

Heidi le dio una mirada sombría al hombre, antes de corregir sus rasgos cuando Warren la miró de vuelta después de mirar a Nicholas.

—Ah…

sí.

Combinará bien con el vestido que compré —sonrió al mirar a Warren, con su mano agarrando el lado de su silla mientras ella le mentía.

Ese mismo día, Nicholas estaba en su cuarto de estudio, parado frente a los grandes ventanales para ver la lluvia caer contra el vidrio, de repente escuchó las puertas del estudio abrirse, y cerrarse.

—Pensé que ibas a encontrarte con el padre Phinneas en su lugar—comentó Nicholas, sin darse la vuelta para mirar a su primo.

—Terminé la reunión, y vine aquí —contestó Warren.

Respirando hondo, después dijo—: Quiero hablarte de algo —al ver a Nicholas darse la vuelta, preguntó—: ¿Qué le pasó al collar?

—¿Por qué me lo preguntas a mí?

No soy yo a quien se lo regalaste —afirmó el señor, sin interesarse por su pregunta.

—Nick.

Warren lo miró fijamente.

—¿Qué fue lo que dije sobre hacer cosas innecesarias?

—Nicholas se volvió para mirarlo—.

¿No te dije que no hicieras nada que no fuera requerido?

—Era sólo un collar —dijo Warren.

—Un collar por el que te tomaste tu tiempo afuera, y fuiste a Mythweald a buscarlo tú mismo, personalmente.

—¿Por qué no?

Creo…

—dejó de hablar cuando algo afilado le rozó la mejilla antes de que la puerta fuera impactada.

Era la pluma con la que Nicholas había estado jugando, y que él le arrojó.

—Vaya, ¿fallé con eso?

—preguntó Nicholas, sonriéndole a un atónito Warren.

Un pequeño trazo rojo se formó en su mejilla—.

Mi querido primo, ¿estás olvidando lo que hablamos?

—dijo con reproche—.

Sólo actuarás como catalizador de la tregua, y no te involucrarás más de lo necesario con la dama.

No tendrás ningún interés real en ella.

¿No eras tú quien estaba en contra de todo este suplicio antes de que yo interviniera y pusiera las reglas?

—Eso fue en el principio.

Ahora me preocupo por ella —escuchando a Warren, Nicholas se mofó.

—No me importa si tienes sentimientos hacia ella.

Puede ser natural que uno los tenga, después de todo, ella es tu prometida en este momento.

No es tuya para que la cuides, Warren.

Los labios de Warren estaban fijos en una línea- —¿Te gusta?

—Eso no es de tu incumbencia, ¿verdad?

En realidad, espero que borres lo que sea que esté floreciendo en ese corazón muerto tuyo, antes de que yo mismo lo arranque —advirtió el Señor con una mirada mortífera.

Es cierto que cuando se hizo la tregua, se le pidió a Warren que sólo se comportara como un novio dentro de la tregua, ya que él no quería participar en ella.

Las cosas habían cambiado después de conocer a Heidi Curtis.

No estaba enamorado de ella, pero había llegado a gustarle, pero el giro inesperado era que su primo también estaba interesado en ella.

Nicholas no estaba bromeando, y se veía con una intención seria, los dos hombres se miraban fijamente.

Eso nunca había ocurrido antes entre ellos, no porque antes no hubiera una tregua, sino porque su primo no era de los que amenazaban a alguien por mujeres.

Hasta ahora, para Nicholas, las mujeres sólo eran el medio para proporcionarle comida y sexo.

Él no había respondido a su pregunta, pero parecía que tenía algún tipo de sentimiento hacia Heidi.

Warren evaluó la expresión del señor antes de mirar hacia otro lado, con un suspiro, para después decir: —Entiendo.

No haré nada innecesario, y cumpliré con mi parte como se me pidió —acató, no queriendo perturbar el temperamento errático del hombre, el cual acechaba detrás de sus ojos oscuros.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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