Heidi y el señor - Capítulo 99
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- Capítulo 99 - 99 Capítulo 99 - Amor El camino de un tonto - Parte 2
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99: Capítulo 99 – Amor: El camino de un tonto – Parte 2 99: Capítulo 99 – Amor: El camino de un tonto – Parte 2 Editor: Nyoi-Bo Studio La noche anterior, cuando él le había preguntado si podía marcarla, ella creyó que por la marca se refería a una temporal.
En la vida de un vampiro, había diferentes tipos de uniones cuando se trataba de lidiar con distintos tipos de relaciones formadas entre dos personas.
Podía ser un vínculo entre un amo y su servidor de mayor confianza, o podía ser una marca temporal colocada sobre la piel, así como también, una unión entre dos compañeros, reclamando a una persona hasta que el tiempo le pusiera un fin.
Hace décadas, los vampiros de sangre pura que lideraban los aquelarres, colocaban marcas en los miembros de su aquelarre.
Y luego estaba la unión de almas.
La primera vez que Heidi había escuchado sobre eso, el tema despertó su interés y curiosidad, lo que la llevó a la biblioteca de la mansión para leer sobre ello.
Comparados con los demás, las uniones de alma eran especiales y peculiares.
No era algo con lo que se debía jugar.
Siendo fieles a su nombre, las uniones de almas entrelazaban el destino, y las almas, de los dos individuos.
Aunque había muy pocos detalles sobre cómo ocurría la unión cuando se trataba de las almas, estaba escrito en los libros sobre cómo la pareja podía darse cuenta, o sentir las emociones del otro.
Al estar destinados el uno al otro, si una de las personas moría, la pareja pronto lo seguiría.
A diferencia de las uniones temporales colocadas en la pareja, las que podían romperse, las uniones de almas eran algo que no se podía retirar una vez colocado.
El proceso era irreversible, por lo que era raro que los vampiros lo usaran.
Ella lo miró fijamente, sin dejar que sus cosas más internas se reflejaran en su cara, pero desafortunadamente, parecía que lo que había leído sobre la sensación de las emociones de los compañeros vampiros, había sido cierto, mientras Nicholas inclinaba su cabeza y decía: —¿Qué pasa?
Nicholas no era el tipo de persona que llevaba sus emociones en la manga, pero Heidi podía ver sus ojos observándola, y los borrones en su cabeza ya trabajando en lo que ella podría estar pensando.
Nicholas le dijo que era una unión de almas, pero, ¿eso no significaría que una marca debería estar visible en su cuello a esas alturas?
Cuando ella intentó encontrar el lugar donde la había mordido, no encontró nada.
Excepto por la fatiga, no había ni dolor, ni marcas.
¿No significaba eso que la unión de almas no se había producido?
pensó para sí misma.
Nicholas se veía paciente mientras esperaba a que ella hablara.
Su corazón estaba lleno de emociones confusas.
Estaba feliz, pero, aun así, un poco perturbada.
—¿No se supone que debería haber una marca para verificar si la unión tuvo lugar o no?
—preguntó ella, un poco preocupada.
—No necesariamente.
Para los vampiros comunes, sí, pero no tiene por qué ser igual para los vampiros de sangre pura.
Podemos elegir revelarla, o esconderla de los ojos.
No es ni seguro, ni es el momento, para dejar que la gente se entere de nuestro secreto, ¿verdad?
—preguntó—.
¿Eso es lo que te estaba molestando?
Su voz estaba llena de ternura hacia ella, haciéndole sentir su corazón tan lleno que podría hacerla llorar.
—Ven aquí conmigo —se levantó, llevándola de nuevo a pararse frente al gran espejo.
Se puso detrás de ella, dejando que ambas manos rodearan su cintura, poniendo su espalda contra él.
Heidi se sonrojó ante sus acciones, incapaz de mirar su propio reflejo en el espejo, y en vez de eso, lo miró a él.
Nicholas estaba más enfocado en ella que en el reflejo que se proyectaba de vuelta, con sus labios tocando su cuello, a lo que ella instintivamente cerró los ojos mientras un suave e intangible suspiro dejaba sus labios.
El agua, que ella había dejado abierta anteriormente, estaba, sin dudas, desbordándose de la bañera, pero eso no importaba en ese momento, a medida que su nariz recorría el costado de su cuello, llegando hasta detrás de su oreja, y entonces, él besó el lugar justo debajo de ella, susurrando suavemente: —Abre los ojos, cariño.
Lo hizo, muy lentamente.
Sus ojos se posaron sobre su cuello, el cual tenía una marca como de tinta.
Era como un hilo invisible que había sido atado alrededor de su cuello, con un pequeño lazo en un lado.
El hilo estaba hecho de letras, y entre más lo veía, más se daba cuenta de que no eran letras al azar, sino el nombre de la persona que se había unido a ella, en el que se leía Nicholas Rune.
Un extremo del hilo sostenía una solitaria pluma mirando boca abajo.
¿Esa era la marca?
Pensó Heidi para sí misma.
No parecía más que un collar tipo gargantilla.
—No todos los vampiros, ni los vampiros de sangre pura, tienen las mismas marcas.
Cada una de ellas es diferente, y representan únicamente las dos almas como en una forma de arte.
¿No es intrigante?
Luego, arrastró su mano por encima de la marca y se desvaneció en el segundo siguiente.
Alejándose un paso hacia atrás, como si de repente se hubiera convertido de nuevo en un caballero, la dejó tener el espacio que necesitaba antes de que ella se diera la vuelta para mirarlo de frente.
—¿Por qué?
—susurró ella preguntándose, sin mirarla—.
Quiero decir, todavía estamos en la tregua, ¿no estás preocupado por eso?
—preguntó.
Si él estaba manteniendo la marca oculta, significaba que iban a seguir adelante con el plan de la tregua, como lo habían conversado antes.
Él podría haber esperado, pero en vez de eso, había ido y se había unido a ella, y con eso, ella temía muchas cosas.
Aún no le había dicho nada todavía, nada sobre ella, o sobre el Duque, quien le había pedido que matara al Señor.
Heidi recordó la conversación que tuvo con Nicholas cuando Warren le explicó por primera vez sobre Rhys y Lettice.
El Señor Nicholas dijo: —Las uniones de alma son muy singulares, y no se las puedes dar a quien quieras.
Sólo puede tener lugar si la persona está enamorada, pero no encontrarás muchas.
—Porque los vampiros no se enamoran como los humanos —dijo ella.
—Así es.
Si cada palabra que él le había dicho hasta ahora era cierta, entonces, eso significaba que…
sintió la sangre, y calor, apresurarse por su cuello hasta su cara.
Su corazón latía más rápido ante la verdad que acababa de descubrir por sí misma.
—Parece que ya encontraste tu respuesta, cariño —Nicholas no lo había dicho en voz alta, pero estaba tan claro como el día que él la amaba.
El señor estaba enamorado de ella—.
Stanley no estaría contento si descubriera que el agua ha estado corriendo por más de cinco minutos.
—Ah, sí —contestó una Heidi sorprendida, y aturdida.
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