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Imperio Valeriano - Capítulo 112

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  3. Capítulo 112 - 112 Capítulo 112 – Bruja Oscura Parte 2
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112: Capítulo 112 – Bruja Oscura (Parte 2) 112: Capítulo 112 – Bruja Oscura (Parte 2) Editor: Nyoi-Bo Studio —¿Silas realmente nos engañó?

—preguntó Cati casi susurrando.

—Eso parece.

Lamento involucrarte en este desastre —suspiró—.

Debí enviarte al Imperio Norte.

Cati negó con la cabeza.

—Por favor, no te culpes por algo de lo que no tienes control… Incluso si es algo insignificante, me haría feliz ayudarte.

—No lo entiendes, Catalina.

Todo este tiempo he estado usando a las personas para mi beneficio, haciendo un plan y llevándolo a cabo.

Nunca quise involucrarte más de lo necesario, pero parece que la situación salió de control, y mira cómo estás —frunció el ceño—.

No puedo explicar cuánto hierve mi sangre al verte con esos golpes.

Algo había estado molestando a Cati desde que Ester se fue, y se preguntaba si sería seguro hablar al respecto, considerando la presencia de los guardias en la puerta.

Mirando hacia la entrada, Cati bajó la voz: —¿La ceremonia de la masacre no se lleva a cabo en luna llena?

Si no se equivocaba, la luna llena ya había pasado antes de que ella y Malfo fueran capturados.

—Así es, pero este es el mes de Óculo: hay un día en que la luna parece estar llena por segunda vez el mismo mes, lo que sólo ocurre cada diez años.

La luna de esta noche emitirá suficiente energía para que las brujas procedan con sus rituales.

Cati no había leído nada al respecto cuando fue a la biblioteca.

—Las brujas planearon derrocar el balance del imperio para adueñarse del territorio.

El Concejo lo haría si fuera negociable.

—Quieren todo el imperio —murmuró Cati.

—Es por eso que no es negociable.

—¿Tiene algo que ver con el pentagrama?

—Has hecho tus deberes —dijo Alejandro impresionado—.

Si sabes del pentagrama, deberías saber que tiene cinco lados.

Las brujas negras se reunirán esta noche bajo la luz roja de la luna para comenzar el ritual… —De luz.

—Primero con un sacrificio de… —Sangre del inocente.

—Y mezclándola con su propia sangre y la del corazón de una bruja blanca… —Sangre de la bruja y sangre de la blanca.

—Finalmente completándolo con la sangre de una bruja oscura.

Estos son los cinco lados del pentagrama mediante los cuales las brujas obtendrán suficiente poder para aniquilar todo —explicó Alejandro.

Antes de que Cati pudiera preguntar algo, los ojos de Alejandro se oscurecieron.

Sus dedos temblaron debido a los incontables clavos que tenía en su cuerpo.

Cati notó que sus delicadas manos forcejeaban intentando roer la silla metálica, que chillaba por la fricción.

Alejandro gemía.

—¡Ale!

Estaba preocupada.

Nunca supo que los objetos sagrados podrían dañar tanto a un vampiro.

Había ido con Alejandro a la iglesia en Valeria, pero nunca lo vio afectado.

Irónicamente, Alejandro incluso llevaba una cruz en su cuello que no le hacía daño, lo que podía implicar que la bruja había usado más que agua bendita.

—Perdón.

Estoy en mi momento más débil.

¿Más débil?

Pensó Cati confundida, y finalmente comprendió.

—¿Cuándo fue la última vez que bebiste sangre humana?

—preguntó, conteniendo la respiración mientras esperaba la respuesta.

—Desde que abandonaste Valeria.

Cati cerró los ojos decepcionada.

—No te culpes.

Fue mi decisión.

—¿Por qué?

Pudiste tomar sangre de otra persona.

No me habría molestado.

No me molesta.

—Tonta, ¿crees que un vampiro de sangre pura podría sobrevivir sin sangre humana en su sistema por cuatro semanas?

He estado tomando cápsulas.

No saben bien, pero son suficiente —explicó.

Alejandro había evitado beber sangre humana desde que Cati abandonó la mansión por varias razones, incluyendo que no quería tocar a otra mujer mientras tuviera a Cati.

El Señor Nicolás le había ayudado suministrando cápsulas de sangre para controlar su hambre.

Lamentablemente, cuando el Concejo envió a un equipo a buscarlo, le sacaron sangre para debilitarlo.

Necesitaba sangre, pero ninguno de los guardias la buscaría a menos que fuera una orden del Señor o la Señora del Sur.

Si pudiera, ella misma le daría sangre sin dudarlo, pero ambos estaban atados, por lo que la opción estaba descartada.

Pero Cati pensó, si lograba acercarse a él, la situación se vería revertida.

Movió su cuerpo intentando impulsar la silla al mismo tiempo que evitaba hacer el más mínimo ruido.

—Espera —advirtió Alejandro.

Cati se detuvo y notó que miraba hacia la puerta.

Después de algunos segundos, Alejandro habló: —Puedes moverte.

Los guardias se alejaron de la puerta.

Al escuchar esto, comenzó a empujar y balancearse mientras se movía hacia donde estaba Alejandro.

No era fácil o rápido.

Se sentía como una tortuga.

A diferencia de la silla metálica de Alejandro, la de ella era de madera.

En un momento, casi perdió el equilibrio y se salvó por suerte de caer al suelo.

Le tomó minutos, pero finalmente se acercó a Alejandro.

Su silla junto a la de él.

No quería pensar en cómo lo logró porque la idea le resultaba ridícula.

Alejandro y Cati se miraron a los ojos y la mirada de Alejandro pronto se desvió a los labios de la chica antes de seguir por su mentón y finalmente detenerse entre su cuello y hombro.

Inclinó la cabeza para acercarse y enterró sus colmillos en la suave piel, sintiendo la suave y dulce sangre en sus labios.

Cati sintió la penetración de los colmillos y se mareó por la pérdida de sangre.

Cuando Alejandro terminó, la lamió meticulosamente, sin dejar que se perdiera una sola gota.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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