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Imperio Valeriano - Capítulo 114

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114: Capítulo 114 – Jaque Mate (Parte 1) 114: Capítulo 114 – Jaque Mate (Parte 1) Editor: Nyoi-Bo Studio Leroy estaba tan sorprendido como Cati.

Sus ojos incrédulos miraban a la persona que estaba tras la mujer.

—Se supone que estás muerto.

—Sigo diciendo que llevo años muerto, pero nadie me cree.

Verás, no puedes asesinar a un muerto —replicó Malfo con una mueca, alejando la espada de Leroy.

Cati retrocedió para quedar junto a Malfo, mirándolo sorprendida y feliz de que estuviera vivo.

¡Malfo estaba vivo!

Vio que el guardia avanzaba hacia él, blandiendo su espada sin parar.

La espada de Leroy cortó el brazo de Malfo.

—Nada mal —dijo—, pero estás oxidado.

—Sólo calentaba —replicó Malfo antes de escupir.

Esta vez, Malfo se movió con rapidez.

Sus movimientos eran fluidos y las espadas chocaban constantemente, causando chispas.

Cati, que miraba la lucha, sintió que alguien la miraba y giró para encontrar a Judith, la mucama, que la miraba fijamente con la cabeza ladeada.

Parecía algo extraña, lo que resultaba evidente, pues era una bruja.

Todo este tiempo había sido asistida por una bruja, y pensarlo le daba escalofríos.

—Judith… —Los humanos son tan ingenuos y patéticos, creen cualquier cosa —dijo con una sonrisa —.

Escuché que una de mis hermanas engañó a tus familiares y a toda la aldea.

Los gritos siempre son encantadores.

Ahora que la bruja oscura ha aparecido, ya no te necesitamos.

Hay que deshacerse de los desperdicios, pero no te preocupes, seré amable contigo.

Su piel humana caía de su cuerpo para revelar su forma verdadera.

Siendo una bruja joven, era impaciente y atacó a Cati sin pensarlo.

Al ver un ladrillo suelto en la pared, Cati lo sacó y lo usó para golpear el rostro de la bruja, que gritó de dolor.

Ambas lucharon, la bruja intentando sujetar el cuello de Cati mientras ella intentaba escapar.

Cati sentía que se sofocaba, pues la bruja apretaba su cuello riendo cruelmente.

Llevó sus manos al rostro de la bruja, enterrando sus uñas en ella.

Cuando la bruja retrocedió, Cati notó un espacio abierto tras ellas y aprovechó la oportunidad para empujarla al vacío.

Se asomó a ver la caída libre, pues no lograba ver el fondo.

¿Dónde estaban?

Se preguntó.

Alejándose de la escena, regresó a donde estaba Malfo, enfrascado en la lucha con Leroy.

Cuando Leroy atacó a Malfo, él se inclinó para evitar el golpe y giró para golpearlo con el puño de la espada, haciendo que el hombre tropezara.

Pero los trucos como ese no funcionaban por mucho tiempo, pues el guardia tenía mucha experiencia y fuerza.

Con razón la Señora lo mantenía cerca.

Había más heridas en Malfo que en el guardia.

—¿Qué decías?

¿Calentando?

—se burló Leroy mirando al hombre acorralado —.

No tienes lo necesario para ser Señor.

El Señor Norman no lo hizo bien, pero yo me aseguraré de ponerte a descansar.

—¿Sabes por qué sigues siendo guardia aquí?

—provocó Malfo.

Justo cuando el hombre elevó su espada, se escuchó un sonido seco y, por un instante, el hombre permaneció paralizado.

Sin perder un segundo, Malfo atravesó el estómago de Leroy con su espada.

El hombre tosió sangre ante las repetidas estocadas de Malfo.

Había muerto.

—Me alegra que no me hayas lanzado ese ladrillo a mí—dijo Malfo intentando aligerar el ambiente al notar que los ojos de Cati estaban fijos en el hombre muerto.

Su mirada se enfocó de forma repentina, como si hubiera despertado de un hechizo, y encontró a Malfo ahí, vivo.

—¡Malfo!

—exclamó abrazándolo—.

Pensé que habías muerto.

—Sí lo hice, pero he aprendido a confiar en el Señor Alejandro.

—¿Qué quieres decir?

—preguntó Cati confundida.

—Te contaré en el camino.

Primero salgamos de aquí.

La llevó por los corredores y puertas.

—¿Qué le sucedió a la bruja?

—Se cayó.

Escucharon pasos al frente y tomaron un desvío similar al que Silas le había enseñado en su habitación, pensó Cati.

Malfo le ayudó a salir del túnel, pues era muy alto.

Cati notó que todo este tiempo habían sido retenidos en la mansión, en habitaciones subterráneas.

Finalmente pudo respirar el aire de la noche cuando llegaron a un espacio abierto.

Al subir la mirada, vio la luna roja en el cielo, que había crecido.

Cati siguió a Malfo hacia los enormes muros que rodeaban la mansión.

Alejandro le había pedido que fuera a la aldea, donde estaban Elliot y Sylvia, pero miraban a los guardias que protegían las puertas principales como perros de caza, y se ocultaron tras un arbusto.

—¿Y ahora qué?

—susurró Cati.

—Hay otra ruta para salir de la aldea, pero es larga.

¿Serás capaz de caminar?

Cati asintió.

Malfo hizo una seña con la cabeza, indicando que lo siguiera arrastrándose en silencio.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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