Imperio Valeriano - Capítulo 75
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75: Capítulo 75.
Marionetas del Imperio – Parte 3 75: Capítulo 75.
Marionetas del Imperio – Parte 3 Editor: Nyoi-Bo Studio Sin saber que hacer, ella observó a la gente que hablaba entre ellos.
Cati vio a Alejandro hablar con una mujer a la distancia.
Ella lo vio inclinarse y susurrar algo en su oído, haciéndola sonreír antes de colocar un beso en la mejilla de él.
Ella sintió los celos en su pecho.
Entra más miraba en la dirección de él, más sentía la punzada en su corazón.
Las mujeres vampiro besan un montón, pensó Cati.
Ella se giró y bajo el vino que tenía en su mano.
Por un lado, ella estaba contenta que Elliot la acompañara, ella podía hablar con él con normalidad.
Pero por otro lado, ella extrañaba a Alejandro.
―Buenas tardes.
No pude evitar verte.
Vio a un hombre alto de pie junto a ella, con cabello rubio ondulado y ojos grises, llevando una sonrisa en la cara.
Le habían dicho que no hablara con extraños pero no responder causaría que el hombre se ofendiera.
Ella lo saludó con educación.
―Buenas tardes, Sir ―dijo, inclinando la cabeza.
―¿Qué hace una adorable dama como tú aquí sola?
―preguntó, con ojos curiosos.
―Espero a que mi acompañante regrese.
Él salió a hacer un recado rápido.
―agregó ella antes de él hiciera otra pregunta.
―No me digas.
Si yo fuera él, no perdería mi tiempo con recados y preferiría pasar tiempo contigo ―dijo, tomando un sorbo de su copa.
―Eso no me gustaría ―contestó con educación.
―¿No te gustaría?
―preguntósorprendido.
―Preferiría un hombre que aprecia el tiempo y es diligente con cosas urgentes e importantes que desatenderlas ―respondió con una sonrisa.
Ella no sabía si era el alcohol hablando pero el hombre parecía divertido con la respuesta.
―¿Y usted es, señorita…?
―alargó la pregunta, esperando que ella le diera su nombre.
―Brown.
Dorothy Brown.
―dijo, dando un nombre falso al usar el nombre de Dorothy y el apellido de Corey.
Ella no sabía por qué pero la forma en que él sonreía y se comportaba para ser agradable no le parecía bien.
―Yo soy Silas Norman ―se presentó a sí mismo.
¿Por qué el nombre le sonaba familiar?
Al ver su copa vacía, él la tomó de su mano―.
¿Te gustaría tomar otra copa?
―preguntó.
Desde el rabillo del ojo, notó a otra mujer junto al Señor Alejandro.
Mejor darles el gusto a sus papilas gustativas, pensó ella, asintiendo con la cabeza.
Mientras caminaban por el salón hacia la mesa donde estaban las copas con alcohol, Alejandro avistó su presencia.
Él se molestó al ver al hombre junto a ella.
Era el hijo más joven del Señor Norman.
―No dijiste de dónde eras ―escuchó Cati hablar a Silas mientras le pasaba una copa.
―Vengo del Imperio del Sur ―contesto mirando la copa.
―Qué extraño que yo provenga del mismo lugar.
Nunca te he visto antes.
―dijo, pero su expresión se volvió amarga cuando Cati sintió una mano rodear su cintura.
Al mirar arriba encontró la mirada del Señor Alejandro.
―Tres copas debieran ser suficientes por el día ―dijo, tomando la copa y colocándola en la mesa.
―Buenas tardes, Señor Alejandro ―saludó Silas, sin ocultar su desagrado por el hombre.
―Buenas tardes, Silas.
Tú padre debe estar ocupado para mandarte en su lugar ―dijo Alejandro con frialdad mientras acercaba a Cati lentamente hacia a él.
―Lo está.
Después de todo estamos expandiendo el Imperio ―respondió el hombre antes de mirar a Cati.
―Planear es bueno, pero hacer un plan sin una base sólida y sin recursos no lleva a nada.
Tú y tu padre ya deberían saber eso ―dijo, avivando el enojo en el joven.
―Deberías soltar a la señorita Brown.
Ella está esperando a su acompañante.
―dijo el hombre, provocando que Alejandro levantara una ceja antes de sonreír.
―Estoy seguro de que a la señorita Brown no le molestara si me la llevo.
¿No es así, señorita Brown?
―preguntó antes de robarla lejos del hombre sin decir otra palabra.
Una vez lejos de Silas Norman, Alejandro le dio una copa con agua para que bebiera.
―No me gustan las mujeres de aquí.
Se aferran demasiado ―dijo, tomando agua de su copa.
―Sin duda lo hacen.
Desafortunadamente no puedo sacarles los brazos ―dijo, haciéndola sonreír.
El Señor Alejandro y su humor negro, pensó Cati.
Ella sintió como Alejandro la acercaba a él, esta vez con las manos en su cintura mientras se inclinaba para besarla, dejando sus labios por más tiempo del necesario antes de apartarse.
Hombres y mujeres que estaban ocupados hablando entre ellos, se detuvieron a contemplar la escena.
Era un gesto sencillo pero el Señor de Valeria nunca había besado una mujer en público de forma tan íntima.
La mayoría de los rostros eran de shock o sorpresa y eso incluía a Silas Norman.
―¿Acaso nunca escucha?
―preguntó Elliot a Silvia exasperado, al otro lado del salón.
―Ambos sabemos bien que no.
Toma, bébelo ―dijo, pasándole un trago.
Cati estaba muy atónita para decir algo.
Ella no esperaba que él la besara.
¿Qué estaba pensando al besarla en frente de tanta gente?
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