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Imperio Valeriano - Capítulo 76

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76: Capítulo 76.

Marionetas del Imperio – Parte 4 76: Capítulo 76.

Marionetas del Imperio – Parte 4 Editor: Nyoi-Bo Studio Cati se sentó junto a Alejandro en la larga mesa del comedor, picando la fruta con el tenedor.

La larga mesa estaba en el centro de la habitación, donde los miembros más importantes del Concejo y los Señores se sentaban con sus acompañantes por el día.

Además de eso, mesas redondas se colocaban alrededor para el resto de las personas.

Cati escuchó a un violín tocar en el fondo mientras cenaban.

Después del beso del Señor Alejandro en el salón, ella estaba muy avergonzada como para levantar la cabeza, o la vista, y por lo tanto se había mantenido ocupada con la comida frente a ella.

Sus orejas escuchaban a veces conversaciones que ocurrían en la mesa.

El Señor Alejandro, el Señor Nicolás, el director Rubén, Matías que a menudo visitaba la mansión y el hombre llamado Silas, quien aparentemente era el hijo más joven del Señor Norman, eran los únicos nombres que conocía en la mesa.

Elliot y Silvia estaban sentados en una mesa diferente.

A pesar de que mantuvo los ojos bajos la mayor parte de la cena, los ojos que sentía sobre ella hacían difícil que comiera.

Cati nunca había pensado que el Señor Alejandro fuera el tipo de persona que demostraba su afecto en público por su actitud fría, pero él la había besado frente a un salón entero lleno de gente.

No era típico de él y ella se preguntaba si estaba celoso cuando Silas Norman hablo con ella.

Pero ella dudaba que fueran celos.

Cuando ambos Señores hablaron entre ellos, ella sentía como fricción del desagrado de ambos sacaba chispas.

Ella recordó entonces a Alejandro mencionar algo sobre como al Señor del Sur trataba de deshacerse de los vampiros de su tierra.

Ahora que ella pensaba sobre ello, Cati se dio cuenta que su amiga Anabella y su esposo Donovan Bingley, quien era un vampiro, residían en el Imperio del Sur.

Aunque la familia de Anabella detestaba a los vampiros, ellos habían casado a su hija mayor con uno.

Era gracias al esposo de Anabella que su familia pudo moverse a otra ciudad, con un hogar mejor que vivir en la pobreza.

Si Donovan nunca hubiese conocido a Ana, ella y su familia hubiesen perecido junto con sus parientes en la masacre que tuvo lugar hace unos meses.

El azar y el destino eran una cosa tan engañosa, pensó Cati.

―Esta es Catalina Welcher.

Ella estaba perdida en sus pensamientos cuando escuchó al Señor Alejandro presentarla a otra mujer sentada junto a él.

―Buenas tardes, Catalina.

Yo soy Muriel Garner ―se presentó la mujer.

Ella parecía estar en la segunda mitad de los treinta, con sus ojos oscuros evaluando a Cati.

Había pequeñas líneas alrededor de sus ojos que revelaban su edad, a pesar de su figura alta y esbelta.

―Buenas tardes, Lady Muriel ―saludó Cati con una pequeña reverencia.

―Ella es muy joven.

¿Cuántos años tiene?

―escuchó que le preguntaba al Señor Alejandro.

―Diecinueve ―contestó el Señor Alejandro, probando su comida.

―Mmm.

Mientras el Señor Alejandro y Lady Muriel hablaban con el otro en voz baja, Cati notó que el Señor Alejandro parecía bajar su guardia un poco frente a la mujer.

Ahora que Cati pensaba en ello, era Muriel quien había tocado el brazo de Alejandro antes en el salón.

Que mezquina era, pensó de sí misma.

Si el Señor se enterara de ello, sin duda la llamaría una niña tonta, pero eso la hacía sonreír.

Incluso si la llamaba una niña tonta, lo decía con afecto.

En ese momento, ella sintió la mano del Señor Alejandro tocar la suya bajo la mesa para sostenerla.

Ella se giró hacia él para ver que estaba ocupado hablando con otra persona, con su mano aún sobre la de ella.

La vida parecía perfecta en ese instante.

Cuando el último platillo de la cena fue servido, que era el postre, el director del Concejo se levantó a tocar su copa con una cuchara para llamar la atención de todos en la habitación.

Al ver que la habitación quedo en silencio, el anciano hablo, ―Estoy contento de que todos hayan podido estar presentes hoy aquí.

Como todos sabemos, el objetivo de estas reuniones es el progreso de las relaciones entre humanos y vampiros en harmonía.

Y lo hemos estado haciendo bastante bien.

Gracias a los Señores del sur y del Norte en el manejo de los canallas Semi-vampiros, y que esperamos sigan haciendo sin prejuicios ―dijo el director del concejo Rubén, mirando a Silas, quien sonreía al escuchar la mención de su padre.

Élse giróluego hacia Lady Muriel.

―Desafortunadamente, el Señor Maxwell no pudo estar aquí con nosotros, pero apreciamos sus esfuerzos al proveer importantes recursos a todo los Imperios.

Lady Muriel inclinó la cabeza, haciendo entender que haría llegar el mensaje.

―.

También tenemos a dos Señores del Oeste y del Este.

El Señor Alejandro y el Señor Nicolás quienes ayudan al Concejo a administrar y distribuir las prestaciones sociales del Imperio.

Obra que ha reducido las cargas de trabajo de los hombres.

El Señor Alejandro nos ha ayudado inmensamente en la captura del Brujas Oscuras, quienes han sido la causa de los altercados en algunos pueblos y en los bordes de los bosques.

Espero que continuemos viviendo en paz y acuerdo.

Por favor, continúen disfrutando de la velada.

Gracias―dijo, levantando su copa y el resto del salón hizo lo mismo.

A medida que la noche se acababa, Alejandro había ido a hablar lasúltimas palabras con Lady Muriel junto a Elliot.

Cati y Silvia esperaron de pie afuera de la mansión por el carruaje y los dos hombres cuando escucharon a alguien hablar detrás de ellas.

―Señorita Silvia, buenas tardes.

Cuando se dieron la vuelta, ambas vieron a nada menos que a Silas Norman.

―Buenas tardes, Señor ―dijo Silvia inclinando la cabeza.

―Escuche que visitaste el Sur hace poco.

No me lo hiciste saber y yo que pensaba que éramos buenos amigos ―dijo con tono educado.

El joven era muy educado por la forma en que hablaba, incluso antes.

Cati se preguntó si era por su crianza que todos los Señores eran tan corteses, en especial cuando se trataba de él o del Señor Nicolás.

El Señor Alejandro era un tema totalmente distinto.

―Perdóneme por no haberme contactado.

Yo pensé que el joven Señor estaría ocupado con su agenda ―respondió Silvia, haciendo que el hombre sonriera y él se dirigió a Catalina.

―Señorita Brown, ¿Ya se va?

Pensaba si nosotros podríamos compartir un momento antes de su partida, para conocernos mejor ―dijo, mirándola con sus ojos verdes y opacos―.

No me molestaría llevarla a casa.

Silvia miro al hombre preocupada ahora.

Ella sabía que el hombre era un zorro astuto al igual que su padre cuando se acercó a ellas.

Antes, Cati no había sabido que él era el hijo del Señor Norman y ella abrió su boca sin contenerse, pero ahora ella sabía que debía tener cuidado.

Que una plebeya como ella ofendiera al joven Señor, no causaría nada más que problemas.

―Gracias por la oferta, Señor Silas, pero perdóneme.

Estoy un poco cansada y me gustaría volver y descansar.

Quizás en otra ocasión ―respondió, eligiendo sus palabras con cuidado.

―Por supuesto.

El futuro es algo que yo espero ansioso ―dijo sonriendo antes de tomar la mano de ella en la suya.

Dándole un besito en el revés de la mano―.

La veré pronto entonces.

Buenas noches señoritas ―dijo y se fue.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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