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Imperio Valeriano - Capítulo 88

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  3. Capítulo 88 - 88 Capítulo 88 – Promesa Parte 1
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88: Capítulo 88 – Promesa (Parte 1) 88: Capítulo 88 – Promesa (Parte 1) Editor: Nyoi-Bo Studio —¿Mañana?

—Sí.

Rafa se irá al sur mañana en la mañana.

Creo que sería la opción ideal.

Cati miró la expresión sombría del Señor, sus cejas ligeramente tensas.

—Pero no pertenezco a las clases que menciona, así que puedo quedarme, ¿no?

—preguntó esperanzada.

No quería abandonar la mansión ni Valeria.

El Señor Alejandro caminó a su escritorio para buscar el pergamino del Concejo, que entregó a Cati.

—¿Qué es?

—preguntó Cati al recibirlo.

—Los términos que creó el Concejo en cuanto al juicio de la división de las criaturas —explicó.

Cati procedió a leerlo: Edicto del Concejo No.

352: Tomando en consideración las actividades recientes que han trastornado a las ambas especies en nuestros territorios, el Concejo decide celebrar un periodo de prueba mediante una división temporal entre las especies, con una duración de un mes.

Cláusula 1.

Las familias humanas que han residido en los imperios por más de cinco años podrán permanecer en el territorio, mientras que las familias de menor trayectoria deberán ir al Imperio Sur durante el periodo de prueba.

Cláusula 2.

El Concejo será responsable de asignar nuevos lugares de residencia para garantizar una estadía confortable.

Para más información, comunicarse con el Concejo.

Cláusula 3.

Las Cláusulas 1 y 2 son válidas en el caso de vampiros que habiten territorios humanos.

Cláusula 4.

Las mucamas y los sirvientes que hayan estado con sus familias por más de tres años podrán mantener su trabajo.

Cláusula 5.

Todas las criaturas que se hayan mudado recientemente deberán regresar a sus imperios.

Cláusula 6.

Los Señores respectivos de los cuatro imperios asistirán al Concejo en la implementación de la prueba decidida por el Concejo.

Cláusula 7.

Cualquier hombre o mujer que no cumpla las cláusulas antes mencionadas será hallado culpable y condenado bajo el Edicto No.

228.

—¿Qué es el Edicto 228?

—preguntó Cati devolviendo el pergamino.

—Es un decreto que habla de la participación en las actividades de las brujas —respondió el Señor Alejandro—.

Cuando una persona cae en ese desacato, es llevada a juicio en la corte.

Dependiendo de si es culpable o no, el Concejo toma la decisión.

Después de leer el contenido del pergamino y escuchar al Señor Alejandro, Cati se dio cuenta de que tendría que acompañar a Rafa al Imperio del Sur.

Quedarse aquí sólo causaría problemas al Señor, cosa que, por supuesto, no quería.

No quería dejarlo, pero no quería ponerlo en una situación complicada.

Permaneció en silencio un instante, mordiendo sus labios mientras pensaba en la situación.

¿Alejandro no tenía inconveniente?

A diferencia de ella, que se veía incómoda y era delatada por sus expresiones, Alejandro mantenía la calma y compostura.

—Estará bien —dijo Alejandro llevando su mano a la mejilla de Cati—.

Sólo será un mes.

Pasará antes de que te des cuenta.

Cati sentía un peso en su pecho que aumentaba gradualmente.

—Cati —dijo preocupado—, necesito que tengas cuidado mientras estés en el Imperio del Sur.

Tienes que creer en lo que hago, y es importante, porque las cosas se podrían complicar, o podrías comenzar a dudar, pero necesito que seas fuerte.

—Creo en usted, Señor Alejandro —dijo firmemente.

Sintió que Alejandro la abrazaba.

El Señor no mostraba sus emociones o pensamientos, pero el abrazo le hizo a Cati preguntarse si sentía lo mismo que ella.

Cati lo sujetó con fuerza.

—Sé que Rafa te protegerá y te mantendrá a salvo, pero me gustaría enviar a alguien de mi equipo —dijo.

Cati replicó: —No creo que sea necesario.

Rafa va a una aldea pequeña, y ya he ido una vez antes.

—No hará daño.

Y creo que es mejor prevenir que lamentar.

Me haría sentir mejor —dijo el Señor con una dulce sonrisa que derritió a Cati.

Un golpe en la puerta interrumpió la conversación y Cati, al notar a Malfo entrando, le dedicó una leve reverencia.

—Has llegado en el momento ideal, Malfo.

Creo que ya sabes de la visita del Concejo —dijo —.

Bien, Acompañarás a Cati y a Rafa al sur mañana.

Haré que Martín prepare un carruaje para el viaje.

—¿No puede revocar la orden?

—En este momento no tengo el poder.

Estoy seguro de que hay una conexión que no vemos entre lo sucedido el día de hoy y el asesinato de un miembro del Concejo —murmuró Alejandro.

—Pero el hombre asesinado era un vampiro —señaló Malfo, que había recolectado información en la casa del hombre, además de en el Concejo.

—Precisamente.

—No entiendo —dijo Cati.

—Durante todo este tiempo se ha dicho que los vampiros asesinan humanos para sobrevivir, y sabemos que es parte de la naturaleza de los vampiros consumir sangre.

El Concejo está compuesto tanto de vampiros como de humanos.

Si se oponía, causaría un motín, lo que haría que los cuatro imperios terminaran en un baño de sangre.

Lamentablemente, mi asesinato no salió de acuerdo a lo planeado, y eligieron asesinar al miembro del Concejo que era vampiro.

Surgieron muchas preguntas acerca de la seguridad de los humanos, pero también de los vampiros —explicó el Señor Valeriano —.

Parece que Norman tiene más marionetas de las que pensé—dijo divertido—.

No tenemos suficiente evidencia acerca del culpable.

Y es necesario que estés ahí para observar lo que sucede en su mansión.

—Me aseguraré de estar alerta y reportar de inmediato —respondió Malfo.

El Señor se dirigió a Cati y dijo: —Ve a empacar tus cosas.

No quieres dejar nada importante, ¿cierto?

Cuando Cati salió, el Señor y Malfo fueron los únicos en la mansión.

Siendo un espíritu, podía convertirse a una forma humana sólida en cualquier momento, pero había permanecido afuera durante la visita de los miembros del Concejo.

Aunque Malfo fue humano antes de morir, no le gustaba ir al Imperio del Sur.

Conocía las tramas del Señor del Sur, y le desagradaba la idea de conocer a cualquiera que se relacionara con él.

Pero ahora que había regresado de la muerte, no tenía más que hacer que servir al Señor de Valeria, pues le debía el favor de la posibilidad de ser visto por otros.

Los humanos y los vampiros finalmente habían comenzado a confiar en el otro, lo que daba libertad a las familias.

Pero la nueva ley del Concejo sin duda causaría problemas.

Con los días, notó que Cati y Alejandro se habían acercado.

Miró al Señor, que estaba de espaldas mirando por la ventana a las aves del árbol cercano.

El Señor fue a tomar la copa de la mesa y bebió sus contenidos, para después destruirla en sus manos.

Malfo se sorprendió, pero el Señor mantenía una expresión indiferente.

Al abrir la mano, algunos pedazos de vidrio manchado de sangre cayeron al suelo, y dos piezas grandes se clavaron en su palma, causando que la sangre goteara.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Leernovelas.com

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