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119: Capítulo 119: Pesadilla Escondida 119: Capítulo 119: Pesadilla Escondida Editor: Nyoi-Bo Studio Bajo la oscura noche, la chica miraba fijamente al mundo.
No había nadie en esa tierra sombría y seca.
Solo un «tsktsk» parecía sonar en el aire, dándole escalofríos a la gente.
—¿Sr.
Rhode?, ¿Marlene?
—Lize dio un paso hacia adelante, dudando.
Llamó en voz baja a sus compañeros, pero no escuchó ninguna respuesta.
¿Dónde estaba?
¿Por qué estaba aquí?
Lize no sabía las respuestas.
Solo podía sentir cómo su corazón latía más rápido y su respiración se volvía irregular.
Una gota de agua helada cayó desde el cielo hasta su cara.
¿Estaba lloviendo?
Lize tocó subconscientemente las heladas gotas que había sobre su rostro.
Cuando extendió las manos, se dio cuenta de que tenía el dedo cubierto de un color rojo brillante.
Cuando alzó la cabeza para ver al cielo, se quedó pasmada.
Sobre ella, Marlene la miraba con los ojos muy abiertos.
Su cuerpo estaba siendo despedazado.
Innumerables serpientes de viento desgarraban su cuerpo con sus afilados colmillos.
Marlene pendía del cielo como una marioneta rota.
Sus manos colgaban y la sangre caía de las puntas de sus dedos, goteando sobre el suelo lentamente.
A su lado solo quedaba la cabeza de Rhode.
Había sido perforada por los afilados dientes de las serpientes y la luz de sus ojos se había apagado hacía mucho.
En ese momento, Lize se dio cuenta de que las cosas que bloqueaban el cielo no eran nubes, sino un montón de serpientes de viento.
No dejaban de aletear mientras que la codicia y el deseo brillaban en sus ojos.
La oscuridad que se extendía frente a ella parecía algo infinito.
El sonido del aleteo generaba una fuerte presión.
—¡Marlene!, ¡Sr.
Rhode!
Lize gritó con fuerza.
Los sentimientos de miedo y tristeza atravesaron su corazón.
El cuerpo le tembló e incluso la imagen que tenía en frente se hizo borrosa.
Las serpientes de viento que disfrutaban de su comida parecieron escuchar los gritos.
Chillaron y avanzaron hacia ella como una ola de langostas.
Era demasiado tarde para que ella levantara su mano derecha.
Instantes después, sintió cómo sus afilados colmillos perforaban su garganta.
Abrió los ojos.
Veía con la mirada perdida la tienda que estaba frente a ella.
Se volteó y vio que Marlene dormía a su lado.
Por su sonrisa, era evidente que estaba teniendo un buen sueño.
—Es una pesadilla…
Solo es una pesadilla.
Lize se sintió aliviada.
Finalmente se percató de que sus manos no paraban de temblar.
Lo que le había ocurrido en su sueño era demasiado real.
Incluso ahora podía recordar sus caras, la sangre.
Era muy asqueroso…
—¡Ugh!
Pensando hasta aquí, Lize sintió unas náuseas irreducibles.
Se cubrió rápidamente la boca y salió de la tienda.
Se arrastró junto a una zanja y vomitó.
—Uaghh…
Subiéndose a rastras sobre las rocas, su cuerpo se sentía débil.
No podía parar de temblar.
El frío viento soplaba y la hizo tiritar como un conejo con frío.
Pero ni así pudo olvidar la pesadilla de antes.
Se veía tan real.
Se tocó la garganta subconscientemente y la imagen de los afilados colmillos atravesándola volvió a pasar por su mente.
—Ugh…
Lize miró hacia abajo.
¿Por qué todo resultó así?
¿Acaso no lo superé?
Debería sentirme bien.
El Sr.
Rhode también dijo que estaría bien, pero tampoco sé por qué…
Solo es un sueño, Lize, alégrate.
Ese tipo de cosas no ocurrirá de nuevo.
Debes recordarlo.
No tengas miedo, no tengas miedo…
Lize se apretó las manos y no dejó de hablar sola.
Pero su cuerpo temblaba aún más; el frío había entrado en su cuerpo.
Al principio sudaba frío, pero ahora se había adormecido totalmente y no respondía a sus órdenes.
Al mismo tiempo, se sentía muy cansada.
Cerró los ojos y se durmió.
Esta vez, una voz la trajo repentinamente de vuelta a la realidad.
—Hermana Lize, ¿qué ocurrió?
—Lize alzó la cabeza y vio que Lapis tiraba de su capa, saliendo con cuidado de la tienda mientras la observa.
Cuando la vio, pareció estar sorprendida, así que salió rápidamente de la tienda y corrió hacia Lize—.
Hermana Lize, ¿qué ocurrió?
¿Estás bien?
¿Debería llamar a…?
Lapis se detuvo a mitad de su oración.
La responsable de curar en el grupo era Lize, pero ahora ella era la que se sentía mal.
Lapis no sabía a quién buscar…
No podía pedirle a Lize que cuidara de sí misma, ¿cierto?
—No hace falta —dijo Lize, tirando de la mano de Lapis.
Sonrió con amargura y sacudió la cabeza—.
Tuve una pesadilla y me sentí un poco cansada…
¿Puedo dormir contigo?
Originalmente Lize planeaba dormir en su propia tienda, pero cuando pensó en Marlene, inmediatamente cambió de opinión.
No podría olvidar la pesadilla después de ver otra vez a Marlene.
Tampoco quería despertarla y preocuparla, ya que este problema era suyo.
—Por supuesto, no hay problema —Al escuchar la petición de Lize, Lapis accedió sin dudarlo.
Después de eso cargó a Lize y la metió cuidadosamente en su tienda.
A diferencia de las demás, la tienda de Lapis solo tenía una residente.
No era porque quisiera ser especial como Rhode, sino que como alquimista, un entorno silencioso era muy importante para ella.
En este momento había una organizada pila de herramientas alquímicas al lado de un plato de madera en la tienda de Lapis.
Adentro había un líquido verde oscuro dando vueltas y emitiendo un extraño y acre olor.
—¿Por qué no has dormido todavía?
—El líder me dijo que debía terminar estas cosas.
Al escuchar la pregunta de Lize, Lapis respondió con impotencia y su expresión se puso armaga.
Al escuchar la respuesta, Lize sonrió.
Claro, ella también sabía por qué Lapis tenía tal tragedia.
Durante el día, Rhode había llevado a Shauna y los demás al bosque para buscar hierbas mágicas.
Después le dio todas las hierbas a Lapis junto con cierta fórmula.
Rhode quería que hiciera una poción con base en la fórmula.
Aunque Lapis quería seguir discutiendo un poco con Rhode, él le dijo fríamente que «dejara de balbucear e hiciera lo que le estaba pidiendo», asustándola.
Ahora solo podía hacer lo que Rhode le había pedido, y ni siquiera sabía qué era eso.
Rhode no quiso explicárselo, y solo deseaba que hiciera lo que había pedido.
El resto no parecía importarle.
Aunque Lapis sentía que el líder era un poco tiránico, no tenía más opciones, ¿cierto?
Solo podía tragárselo y acceder, porque sin importar qué pasara, los demás ya habían contribuido con el grupo mercenario.
Solo ella no había hecho nada y esto la hacía sentir un poco culpable.
Naturalmente, a Lapis le alegraba que finalmente pudiera ayudar al grupo con algo.
—Ven, hermana Lize.
Esto es un té de hierbas, debería hacerte sentir mejor.
Lapis le dio una taza de té.
Lize lo bebió mientras veía la cálida tienda.
Esto hizo que su cuerpo y mente se sintieran mucho mejor.
—Gracias, Lapis.
Pero…
¿también te ves así cuando estás dentro de la tienda?
Al ver a la chica que tenía en frente, Lize no pudo evitar sentir curiosidad.
Aunque estaban dentro de la tienda, Lapis seguía con la capa puesta.
Parecía que no planeaba quitársela, y no solo era ella, sino que su hermano hacía lo mismo.
Francamente, a Lize le había dado curiosidad por mucho tiempo.
—Hace mucho que me acostumbré a este tipo de apariencia.
De todos modos, hermana Lize, ¿de verdad estás bien?
Al ver a Lize bebiendo cómodamente el té caliente, Lapis se lo preguntó una vez más.
Pero esta vez Lize sonrió con amargura y sacudió la cabeza.
—En serio, no es nada, Lapis.
Tuve una pesadilla.
Es una pesadilla que no quiero recordar y de la que no quiero hablar.
—Oh…
Después de escuchar a Lize, Lapis pareció entender y asintió con la cabeza.
Claramente no había entendido lo que Lize quiso decir, pero sabía que no quería hablar al respecto, así que era mejor que no preguntara más.
Después de eso no dijo nada más, se volteó para sentarse frente al plato de madera y siguió haciendo su poción.
Así es, solo fue un sueño…
Sentada al lado de Lapis y viendo su figura, Lize cerró los ojos gradualmente y se sintió muy adormecida.
Luego los cerró por completo y cayó en un profundo sueño.
Lize no se dio cuenta de que cuando se durmió, Lapis, ocupada fabricando una poción, se volteó y la miró en secreto.
Caminó con cuidado hacia ella y la cubrió con una manta.
Después de eso, viendo el pálido y calmado rostro de Lize, Lapis dudó por un momento, metió la mano en el bolsillo, sacó una insignia mágica de color blanco verdoso y la puso sobre la frente de Lize.
Una luz verde y acogedora salió de la insignia rápidamente y envolvió el cuerpo de Lize.
Después de un momento, se desvaneció lentamente.
Su expresión, originalmente tiesa, se tranquilizó mucho.
Por contra, fue Lapis quien frunció el ceño.
Apretó las dos manos, miró a Lize con timidez, y luego miró fuera de la tienda.
—Será mejor que le diga esto al líder…
—se dijo Lapis a sí misma.
Se volteó y salió caminando de la tienda.
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