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153: Capítulo 153: El Delirio De Un Tonto 153: Capítulo 153: El Delirio De Un Tonto Editor: Nyoi-Bo Studio —Espera.
¿Adónde crees que vas?
Marlene extendió su mano con una expresión fría como el hielo.
—¿Y quién se supone que eres tú?
—preguntó el capitán de la milicia mirando a la doncella frunciendo el ceño—.
No es asunto tuyo.
Lárgate, mujer.
¡Esto es algo entre esa pequeña zorra y yo!
Mientras el capitán de la milicia gritaba, trató de alejar a Marlene con su brazo.
Luego, lanzó su puño hacia la niña que estaba de pie justo detrás de ella.
En ese momento, escuchó un frío y amenazador gruñido.
—¡Atrás!
Tan pronto escuchó esas palabras, sintió una fuerte ráfaga.
Antes de que pudiera reaccionar, el viento ya lo había levantado del suelo, y como una bala de cañón, salió disparado y se estrelló contra una puerta de madera en la entrada de la aldea.
La delgada puerta de madera no pudo resistir el impacto y se rompió inmediatamente.
—¡Mujer!
¿Qué crees que estás haciendo?
Sus hombres desenvainaron sus armas, pero antes de que pudieran mostrar su ira, incontables carámbanos espada cayeron del cielo y se clavaron en el suelo justo al lado de ellos.
Su ardiente espíritu de lucha se extinguió inmediatamente.
—Absolutamente grosero.
Marlene tomó su báculo y salió de entre la multitud.
Miró con frialdad a las milicias que estaban pasmadas ante la escena, y sus ojos revelaron una clara sensación de repugnancia.
—Meros campesinos… No solo no respondieronmi pregunta, sino que también intentaron poner sus manos sobre mí.
¡Cómo se atreven!
Todo el lugar cayó en un silencio ensordecedor, solopodían escuchar el eco escalofriante de la joven resonando en sus oídos.
Aquellos niños que estaban jugando a lo lejos volvieron a su casa asustados.
Los aldeanos se acercaron pero no sabían qué hacer.
Miraron las espadas heladas clavadas en la entrada y al capitán de la milicia que se quejaba sobre lo que quedaba de la puerta.
Nunca habían visto algo así y estaban completamente confundidos.
Unos pocos jóvenes valientes estuvieron a punto de dar un paso al frente y protestar, pero cuando los ojos agudos de Marlene se posaron en ellos, se congelaron rápidamente y bajaron la cabeza como si tuvieran un cuchillo afilado contra sus gargantas.
No solo los aldeanos quedaron atónitos, sino también los mercenarios.
No habían pasado mucho tiempo con Marlene.
Ella siempremostró un comportamiento tranquilo, y por eso pensaban que era una persona amable, pero ahora, los ojos de la doncella estaban llenos de agresividad, y eso subvirtió sus puntos de vista por completo.
Nunca habían visto el lado arrogante de Marlene.
La doncella levantó su barbilla ligeramente y miró a los aldeanos como si fuesen un grupo de hormigas.
«Y por eso te dije esto antes:”Aunque no te lo pidiera, tal vez harías lo mismo”».
Rhode sonrió por dentro.
Fue el primero en interactuar con Marlene, así que sabía lo arrogante que era.
«No se dejen llevar por su aspecto amistoso».
Solo trataba bien a los que tenían su mismo estatus.
En cuanto a los demás, aunque no mostraba desagrado en sus ojos, los trataba de forma normal, a menos que la provocaran.
Para los nobles, lo correcto era ser capaz de tratar bien a la gente y no intimidarla.
Por supuesto, si se comportaban bien con ella, no tendríanningún problema.
Pero, si no lo hacían… Ella no lo pasaría por alto.
Y ahora, con respecto a los aldeanos, que no estaban siendo amables, Marlene no necesitaba ser cortés con ellos.
En ese momento, un anciano corrió a toda prisa acompañado por un soldado vestido con una ornamentada armadura de oro.
A juzgar por su equipo, debía ser alguien importante.
—¿Qué está pasando?
El anciano se abrió paso entre la multitud y rápidamente vio los disturbios en la entrada de la aldea.
Agitó su bastón de madera con furia y miró fijamente al grupo de Rhode.
—¿Acaso tratan de rebelarse?
Como mercenarios, ¿cómo se atreven a poner sus manos sobre civiles?
¿Qué es lo que quieren?
El viejo apuntó a Rhode con su dedo huesudo.
En ese momento, Rhode dio un paso adelante y detuvo a Marlene.
—No teníamos la intención de causar ningún problema.
En cambio, fueron estas milicias violentas las que fueron groseras con nosotros.
Como nobles, no pudimos tolerar tales acciones…¿o tal vez, ustedes no respetan a los nobles en absoluto?
Rhode se encogió de hombros.
—¿N-nobles?
El viejo dio unos pasos hacia atrás inconscientemente y observó a Rhode con cuidado.
—¿Que no son mercenarios?
—Así es.
Somos mercenarios, pero también somos nobles.
¿Hay algún problema con eso?
Si no fuera por la petición del Sr.
Klautz, ni siquiera habríamos venido a una zona tan pobre.
Pensé que al menos veríamos una mínima amabilidad, pero nunca esperé que nos trataran de esta manera.
Estoy seguro de que sabes cuáles son las consecuencias de faltarle el respeto a los nobles.
¿Verdad, anciano?
Después de escuchar a Rhode, los mercenarios se sorprendieron y reaccionaron inmediatamente.
«Sí, es cierto, el líder del grupo mercenario no es un hombre común.
Tanto esa doncella como él son nobles de nacimiento.
¿Cómo pude olvidar algo tan importante?» Los mercenarios se entusiasmaron al ver a los aldeanos desvanecerse con una expresión pálida.
El Reino Munn era un país muy jerárquico.
Aunque en apariencia, todos los niveles vivían en paz, era mucho más estricto de lo que parecía.
Por ejemplo, sin su permiso, los civiles nunca podían tocar ninguna parte de un noble, nunca podían hablar con un noble, e incluso nunca podían levantar la cabeza para mirar a un noble.
Ese era el privilegio de la nobleza, ya que su estatus estaba por encima de la plebe, y eran personas distinguidas por derecho propio.
Naturalmente, debían estar más alto que el resto.
Por supuesto, si algún civil violaba alguna regla, los nobles tenían la autoridad de castigarlos por ser irrespetuosos.
La severidad del castigo variaba de leve a severa.
Los castigos severos podían llevarlos a la horca, mientras que los castigos leves solo podían ser una docena de latigazos.
Aunque a los nobles no les importaban demasiado esas reglas en su vida diaria, como Rhode y Marlene, cuando se trataba de situaciones como esta, las reglas eran útiles.
—E-esto, esto… El viejo tartamudeó y no pudo terminar su frase.
No creía en las palabras de Rhode, pero la verdad parecía decirle lo contrario.
Rhode no llevaba la emblemática armadura de cuero que solía identificar a los mercenarios, sino que vestía un largo manto negro con una espada color rojo brillante colgando a un lado de su cintura.
Tenía los rasgos de un hijo rico que salía a divertirse.
Y en cuanto a Marlene, no había necesidad de mencionar que era noble.
El anciano se sintió incomodo con solo ver el báculo que tenía la doncella.
En algunas situaciones, un mago podía ser más difícil de tratar que un noble.
«¿Por qué sucedió esto?
Pensé que el Sr.
Klautz había ordenado a un grupo mercenario que nos ayudara, pero, ¿por qué resultaron ser un problema?» El anciano sujetó su bastón con inquietud, sin saber qué decir.
—¡No le tenga miedo, jefe del pueblo!
En ese momento, un joven se acercó y se paró frente a Rhode sin ningún temor, mirándolo fijamente a los ojos.
—No crea sus mentiras.
¡Estos mercenarios están mintiendo!
¿Cómo van a venir nobles reales a hacer el trabajo sucio?
¡Deben ser impostores!
Ante el impulsiva del joven, Rhode le devolvió la mirada con frialdad en sus ojos.
—¿Te atreves a mirarme fijamente sin mi permiso?
Impertinencia.
Te daré una última oportunidad para disculparte por tu burdo comportamiento.
Ahora.
Arrodíllate y ruega que te perdone.
—¡Sigue soñando!
El joven levantó la cabeza y miró a Rhode con desprecio.
—¿Crees que obedecería a…?
¡Aaaahhhh!
El joven estaba a punto de terminar su frase cuando, de repente, destelló una brillante luz roja.
Aparecieron dos cortes en sus rodillas.
El joven gritó y se arrodilló en el suelo por un acto reflejo, mientras perdía fuerza en sus rodillas.
—Dije arrodíllate.
Rhode miró al joven despectivamente sin mostrar expresión alguna.
Su espada absorbió la sangre fresca y empezó a emitir un resplandor deslumbrante.
—Tú… sigue soñ… El joven sostuvo su cuerpo con los brazos y levantó lentamente la cabeza.
Miró a Rhode con inflexibilidad en sus ojos y apretó los dientes porque el dolor era insoportable.
Pero su lucha fue en vano.
Pronto, la espada destelló otra vez, y las manos del joven inmediatamente perdieron su fuerza, haciendo que se desplomarade cabeza al suelo.
—¡Ahhh!
Rhode puso su pie derecho sobre la cabeza del joven y miró fríamente al resto de los aldeanos.
Aquellos que captaron su atención empalidecieron y bajaron la cabeza asustados.
—Voy a repetir mis palabras una vez más.
Estamos aquí, a pedido del Sr.
Klautz, para eliminar a las criaturas no muertas.
En otras palabras, somos sus salvadores y espero que puedan tratar a sus salvadores con el mayor respeto.
¿Entienden?
Como civiles, y como «rescatados», espero que puedan entender su situación y lugar actual.
No me hagan recordárselo de nuevo.
Rhode se giró y miró al soldado junto al jefe del pueblo.
Notó una marca de «guardia» en su armadura.
—Especialmente usted, señor.
Espero que no haga ningún movimiento innecesario.
Si no, informaré al Sr.
Delano de que necesita cambiar a su capitán de la guardia.
—¡Dejen de mirar y muévanse!
¡No bloqueen su camino!
El soldado con armadura rápidamente entendió lo que debía hacer.
Como capitán de la guardia, estaba familiarizado con los nobles, ya que a menudo trataba con ellos, a diferencia de los aldeanos.
Dejó de sospechar de Rhode, especialmente cuando nombró a su jefe.
Después de servir en el ejército durante tantos años, había visto a muchos colegas sin cerebro ofender a los nobles y perder sus vidas como resultado.
No quería ser uno de ellos.
Por eso, después de dispersar a los aldeanos, el capitán de la guardia corrió inmediatamente hacia Rhode con una sonrisa.
—Señor, señora.
Lamento mucho que ambos hayan sido testigos de este desastre.
Puedo garantizarles a ambos que todo fue un accidente, solo un accidente… —De acuerdo, no tengo tiempo para escuchar excusas.
Rhode hizo un gesto con la mano e interrumpió la oración del capitán de la guardia.
—Necesitamos un lugar para descansar.
Recuerde limpiar el lugar primero.
Además, ya que estamos aquí para llevar a cabo una misión, traiga a esos aldeanos, necesito preguntarles sobre el incidente con las criaturas no muertas.
Con suerte, esas escorias no serán tan tontas como para mentir.
Y una última cosa…
Rhode señaló a la niña que lo miraba con inquietud.
—Espero que pueda conseguir que alguien me explique qué le pasó a esa niña.
—¿Ella?
¿Se refiere a Christie?
El capitán de la guardia se sorprendió.
—Señor, ¿dónde la encontró?
¡Es la hija del demonio!
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